Tantas cosas y una sola.

Una mudanza lleva asociada una actualización del inventario de tu vida.
En las cajas, rotuladas con una máquina de etiquetas, hay objetos: los que sacaste o descolgaste porque ya no quedaban bien en el salón; aquellos de los que te cansaste pero, por ser de aquel viaje, no te atreves a tirar; y otros que guardas porque te los regalaron personas que te importan. Muchas cosas nunca saldrán de esas cajas.

También hay papeles, textos, cartas, teléfonos viejos, CDs y DVDs.
Clasificas y etiquetas, cada caja con lo suyo, hasta que llegas a las fotos.

Álbumes de fotos, de las de antes: de papel.
Son momentos irrepetibles; sentimientos que aparecen sin control, mezclados: melancolía y alegría, añoranza y sonrisa.

Son muchas cosas acumuladas en los años vividos. A ratos gana la tristeza por quienes ya no están y no sabrán de esta mudanza; pero, al final, cuando los recuerdos se aposentan, te queda una sola cosa: la sensación de que esta vida ha estado bien.
Cierras la última caja. Pegas la cinta. Apagas la luz. Y lo agradeces profundamente…

La varita mágica.

He encontrado un disfraz y una varita mágica. Recuerdo perfectamente el día en que mi abuela me regaló este vestido de hada. Causé sensación en una fiesta de disfraces…

Mi precioso vestido llamaba la atención porque parecía de verdad. La pedrería brillaba, y los hilos dorados de los bordados de flores y corazones lucían en mil destellos. La seda era suave y liviana. Los demás disfraces parecían más de “plástico”, con encajes rígidos y rasos con electricidad estática.

Miro la falda abullonada y aquel corpiño de mil colores, y me doy cuenta de que el disfraz sigue siendo precioso. Es una pena que mi cuerpo exceda la talla, porque mi mente aún conserva algo de aquella niña. Acaricio la seda y, entonces, recuerdo las palabras de mi abuela. Llegan a mí con precisión, casi textuales. El vestido es un verdadero vestido de hada, y la varita…

La varita es real. Funciona, vamos.

La he cogido y la he movido en círculos. Tres, para ser exactos. Mientras se ejecuta el movimiento, se debe recitar “Fru-Fru” seguido de lo que se desea conseguir. No lo he hecho, porque esta vez he recordado las instrucciones de la abuela: solo se puede utilizar una vez en la vida.

Jugueteo con la varita… Pensaré en ello. Si la uso, no debo olvidar que lo que pida se cumplirá de forma literal. Eso me lo recalcaba mucho la abuela: L-i-t-e-r-a-l.

Enciendo la televisión. Están dando las noticias. Casi 300 millones de niños viven atrapados en países afectados por la violencia y los conflictos armados. Aparecen imágenes de niños en Gaza, en Sudán, en Ucrania… Más imágenes de niños en balsas, en el mar, atemorizados. Señores con corbata hacen números: cuántos pueden entrar, cuántos no dejarán ni acercarse, cuánto costarán los que logren cruzar, qué países bombardear, qué guerras librar…

Pienso en esa frase de Mafalda: “¡Paren el mundo, que me bajo!” En la tele, misiles en directo. Sí, definitivamente me quiero bajar.

Conflictos, desacuerdos, corrupción, terrorismo, guerras, hambre…

Me concentro en la varita. Y trazo los tres círculos.

Y en el tercero digo: “Fru-Fru”. Y cuando voy a añadir ese “algo” que debo pedir, mi mente —traicionera—, que ha estado repitiendo esa frase “¡Paren el mundo, que me bajo!”, toma el control, y son esas palabras las que conducen mi deseo.

Las recito, mientras el círculo se cierra.

La varita chisporrotea, y siento que todo se detiene. Y que yo salgo, expulsada, hacia el espacio exterior.

Y aquí estoy, flotando en dirección a la Luna…

Una puerta cerrada.

Muy bonita, sí, pero cerrada. Lo intenté todo para abrirla. No era para menos.

¿No era esa la puerta cerrada de la que hablaba mi abuelo, quien lo había escuchado de mi bisabuelo, que a su vez lo supo por mi tatarabuelo? La puerta más famosa de mi familia. Aquella que, según la historia, guardaba el tesoro más fabuloso que un hombre pudiera imaginar. Todo parecía indicar que era esa puerta.

Los primeros años la visité con cerrajeros y ladrones expertos, convencido de que no había cerradura que se les resistiera. Después probé con palancas, sopletes y martillos; incluso la embestí con mi coche. Nada. La puerta seguía intacta. Siempre cerrada.

Con el tiempo, me convertí en un experto en puertas. Sabía de bisagras, maderas y anclajes. También memoricé todas las frases célebres sobre puertas que encontré. De forma inexplicable, esa puerta cerrada moldeó mi vida. Escribí libros, di conferencias, y fotografié puertas que luego expuse con éxito en las mejores galerías del mundo.

En una de esas exposiciones conocí a la persona que amo, con quien formé una familia y un proyecto de vida maravilloso.

Hoy estaba frente a la puerta cerrada cuando comprendí que, en realidad, esa puerta había sido el origen de una vida feliz. Me planté frente a aquel trozo de madera y, mirando la cerradura, le dije:

—Gracias.

Oí un crujido y luego el chirrido de los goznes. La puerta se abrió ante mis ojos.

Y sí, allí estaba el tesoro más fabuloso que un hombre pudiera imaginar.

La cerré y volví a casa.

Me gusta cenar con mis hijos y tengo que preparar la presentación de mi exposición sobre puertas andaluzas, que se inaugurará en el MOMA el mes que viene.

Esa famosa serie distópica es hoy.

Tiempos sombríos y extraños.

Parecen irreales, como si viéramos capítulos de una serie de éxito, con grandes efectos especiales. Una de esas distópicas, repleta de tópicos recurrentes:

Ocurren cosas que, al principio, parecen insignificantes.


Los protagonistas se acostumbran a guerras y cadáveres, incluso de niños.

El planeta sigue consumiéndose sin que nadie logre detener su degradación.


Locos y payasos llegan al poder. La gente observa, pasiva, consciente de que debe actuar como sociedad, como humanidad, pero no lo hace. No sabe cómo. Solo mira. Incrédula.

Anuncian que un meteorito se acerca a la Tierra con cierta probabilidad de impacto.


La probabilidad aumenta.

Mientras siguen en sus guerras , carecen de tecnología para evitar la colisión, como hizo Bruce Willis, en Armageddon.


El meteorito impacta.


La humanidad se extingue.

El planeta renace. Surge otra humanidad, teóricamente más consciente y feliz.

Me viene a la cabeza el dicho: La realidad supera la ficción. Y así estamos. Los eventos reales pueden resultar más sorprendentes, inverosímiles o impactantes que cualquier historia imaginada.

De nuevo, recurro al querido Bruce . Necesitamos un giro de guion urgente y contundente, como en El sexto sentido, para que esta temporada de nuestra serie tenga un final verdaderamente bueno. Bueno para todos.

Ojalá.

Ya tocaba Quino…

Ya tocaba…

No pasa mucho tiempo sin que me tome un Mafaldazo de esos bien cargaditos o un poco de Quino para no atragantarme de impotencia.

Y es que leo la prensa, veo la tele y me pasa lo que a todos…Es curioso como «todos» ( que somos más) vemos que no vamos bien.  Es ver todo ese lío y necesitar un poco de Mafalda… ¡Qué claro lo tenía Quino!

Los mismos errores eternos…

Quino ya lo veía …

Ya tocaba un poco de Quino… Hoy más que nunca y parece que cada vez más…

Web de Quino

 

 

 

Un puntito minúsculo.

¿Sabes cuando estás preocupado por una o muchas cosas que te parecen importantísimas y, entonces, pasa algo que sí que es importante de verdad y te das cuenta de lo minúsculas e insignificantes que eran esas cosas que te quitaban el sueño?

Foto de la NASA/ESA de la sonda Cassini, en 2013, en misión de exploración a Saturno.

A 1440 millones de Km de distancia, se tomó esta instantánea. La tierra es ese puntito minúsculo.

Y aquí estamos, poniendo todo de nuestra parte para que el puntito sea aún más insignificante.

Banderas blancas.

Hace 14 años , publiqué un post en este Blog que titulé “Un mundo Non Perfect”. Ese 6 de enero del 2009, en la portada de La Vanguardia, aparecía la foto de un Rey Mago sonriente con una niña preciosa en brazos y un segundo titular, de otra noticia de actualidad : «Lucha cuerpo a cuerpo en Gaza» .

Finalizando 2023, las guerras continuan. Nuevas , eternas y las que se repiten. Muchas.

Este es el mundo imperfecto que hemos creado después de tantos siglos de ensayo y error y en el que nos ha tocado vivir . La violencia entre seres humanos, genéticamente hermanos, todos de la misma raza -la de la humanidad-, todos habitando el mismo planeta, despertándonos bajo el mismo cielo, viendo la misma luna…¿ Cómo puede ser? ¿Como nos negamos el deber de utilizar el don más mágico que tenemos ?

Los seres humanos nos podemos comunicar de manera inteligente. Nos podemos dedicar a procesar la información que nos da el otro, compararla con la nuestra , podemos negociar y tomar decisiones en aras del bien común. Es nuestra única salida : entendernos todos.

Es muy difícil acabar con la violencia. Es como uno de esos virus, de alta resistencia, que se niega a abandonar su huesped. Pero debe haber algún camino y hay que descubrirlo . Somos muchos más , en ese conjunto llamado humanidad , que quiere la concordia y no aceptamos la violencia como argumento. No hay que olvidar esa superioridad numérica, para tener esperanza. Aunque sea pequeñita.

Una estrofa de la canción de Sopa de Cabra “Si et quedes amb mi” dice :

Despinta les banderes
I fes-ne un gran llençol
Per sobre les fronteres
Podràs sentir-me a prop

Despinta las banderas /Y haz una gran sábana /Por encima de las fronteras/Podrás sentirme cerca.

Toca despintar banderas y que todas sean blancas.

Foto de samantha woodford en Unsplash

El Bar más grande del mundo.

Es de unas dimensiones gigantescas. Allí, te puedes relacionar con gente de todos los países del mundo , de todas las ideologías, de todas la religiones, de todos los oficios y profesiones. Puedes intercambiar opiniones y, también conocimiento. Suena alucinante.

En el Bar más grande del mundo , están todos los periódicos y medios informativos que existen. Los más longevos y también todos los nuevos. Los que viran hacia un lado u otro, los que son serios y los que viven del clic , del titular superficial y de las fake news. Eres tú el que eliges qué leer : una parte, todo, filtrando o no la información. Cada uno se lee lo suyo, lo que quiera.

Además de los periódicos, hay mucha gente en la barra y en las mesas. Hay bullicio. Es un Bar animado. Hay gente a la que le ves el rostro, otros llevan una máscara o un disfraz y también hay hologramas. O sea, gente que no existe. Todo está permitido.

En cada rincón hay una conversación. De algunas, participan todos los clientes del Bar en modo masivo, hay otras conversaciones que pasan desapercibidas y las que tú buscas porque te interesan. Y, claro, depende de lo que te interese… Puede que te gusten las discusiones tranquilas, las de la opinión argumentada, las basadas en el conocimiento pero puede que te gusten las discusiones frívolas o las agresivas. En este Bar, dicen, hay libertad de expresión total así que , en teoría, puedes decir lo que tú quieras aunque hay algunas normas básicas de seres civilizados que siguen vigentes: los delitos de odio, las amenazas de muerte, etc. pero , si tú quieres, puedes mentir, criticar sin las mínimas normas de respeto e insultar. También puedes crear un holograma que lo haga por ti.

Con que grupo te vas a tomar algo en este Bar y lo que vas a aportar en la conversación , depende de ti. Puedes elegir los periódicos que tú quieras, los amigos que tú quieras, responder a lo qué quieras, opinar de lo que quieras. Ser educado o maleducado. Pacifico o agresivo. Constructivo o destructivo.

Porque en el Bar más grande del mundo, eres tú el que decides entrar, eres tú el que decides qué consumir y cómo participar.

Yo lo frecuento. Me gusta leer opiniones argumentadas, artículos interesantes, ver cómo está el mundo y saber casi al momento,  lo que pasa en él pero también sé que , en ese Bar, hay mucho pájaro desbocado con temas candentes,  frívolos y agresivos, falsos y perturbadores pero, ahí, a esa zona del Bar que apesta e insulta, ni me acerco.

Foto de Ilgmyzin en Unsplash

“Es importante para el futuro de la civilización tener un ágora digital común”. Como proyecto es loable pero no, @elonmusk , Twitter no es un ágora. Lo que has comprado , es el Bar más grande del mundo…

Lo del ágora, hay que trabajarlo mucho.

NB : Ágora (del griego ἀγορά,1asamblea, de ἀγείρω, ‘reunir’[cita requerida]) es un término por el que se designaba en la Antigua Grecia a la plaza de las ciudades-estado griegas (polis), donde se solían congregar los ciudadanos.Desde el punto de vista político , era el lugar de reunión de los ciudadanos para discutir sobre los problemas de la comunidad. Wikipedia ( que sí que es Non Profit y pretende ser fuente de conocimiento)

Plagio.

Finalmente, el que juega con las cuerdas del universo a su antojo, (llamadlo “El Hacedor”, “Dios”, “molécula de inteligencia suprema” o “alienígena juguetón”) ha decidido hacer un Copiar y Pegar de las mejores tramas de ciencia ficción que nuestros autores han inventado y está preparando un final apoteósico para la humanidad. 

Ya se ha cansado: demasiados capítulos de una serie en la que la historia se va repitiendo. No interesa. No sorprende. No hay renovación para una próxima temporada. Se siente.

Photo by Arno Senoner on Unsplash

Así que ha unido todas las tramas ya conocidas: la devastación de los recursos de la tierra; la escasez de suministros; el cambio climático que ya es imparable; una pandemia mundial que ponga en jaque al planeta; desigualdades sociales que movilicen a la población y desestabilicen el sistema conocido y, finalmente, el impacto de un asteroide. 

Esto del asteroide tampoco es nuevo. Está dentro de las posibilidades naturales de extinción de la vida en un planeta. Si no, que se lo digan a los pobres dinos que ahora forman parte de nuestros combustibles fósiles. Eso sí, la NASA ya está ensayando como desviar uno. Por si acaso…

Total, que el autor de nuestro apocalipsis podía haber sido más original. No sé: hacernos habitar en un mundo de nubes blancas y arcoíris luminosos, donde todos vivimos en armonía, felices y contentos. Dónde no falte de nada: de lo material y lo más importante, del amor y del afecto. Y en ese estado de bienestar, ajenos a lo que no controlamos y no podemos controlar, que llegue el pedrusco e impacte creando un precioso espectáculo de fuegos artificiales.

Photo by Joel Filipe on Unsplash

Finales así son los que enganchan a la audiencia. No los plagios de nuestras ideas más descerebradas…