Agua.

La que viene del cielo. La de los ríos, embalses y pantanos. La de las montañas.

No hay. No llueve.

Foto de Jan-Willem en Unsplash

La que nos rodea. La de los mares. La de los océanos.

La contaminamos. Nos la cargamos.

Foto de Shifaaz shamoon en Unsplash

La helada. La de los icebergs. La que aún debería ser hielo.

Se está derritiendo. Será sobrevenida. Aumentará el nivel del mar.

Foto de Paolo Nicolello en Unsplash

La de boca. La de casa. 

La malgastamos. Pronto, echaremos de menos, abrir un grifo cuando queramos y que mane agua. 

Foto de Jacek Dylag en Unsplash

Fuente y seno de vida. El 60% de nuestro cuerpo, el 70% de nuestro cerebro es agua.

Es hora de reflexionar y planificar una estrategia que pasará por un cambio de hábitos, de gestión, de relación.  Es muy importe porque sin agua, nos ahogaremos. Mira que ironía…

22 de Marzo del 2023. World Water Day

#nieve

Que llueva a cota 0, a nivel del mar es muy raro. No es lo mismo ver nevar en un lugar en el que procede , que ver nevar en tu hábitat, en el que el invierno es muy , muy suave y no nieva nunca… El mismo paisaje que ves cada día, cubierto de un manto blanco . Wow.

Yo soy de las que leo las previsiones en el periódico y veo la sección del tiempo en las noticias. Así que, desde que anuncian , hace unos tres días , que puede nevar en Barcelona, estoy alerta e…ilusionada. Me hace ilusión que nieve.

Por la mañana, la app del tiempo, me ha dado una alerta: a partir de las 18:00, riesgo de nevadas. ¿?

Que te llegue ese mensaje , aumenta la expectativa. Durante la mañana, aunque con un día más frío, el cielo estaba azul y precioso y, a ratitos, un sol magnífico. Confieso que me he olvidado del mensaje : una vez más, no se cumplen las predicciones .

A la hora de cenar, ha empezado a llover. Una lluvia constante , de las buenas, de las que suenan en cada zona de la casa: al llegar al suelo, al repicar en el cubo que hay fuera, al caer del tejadillo. Cada gota con su clon, clan, clin. De nieve, nada. Estaba claro.

Entrada la noche, me ha despertado el silencio. Por la ventana, veía las gotas de lluvia caer…sin emitir ningún ruido. Al enfocar la vista, las gotas me han parecido más gordotas y blancas. En unos segundo, mi cerebro ya despierto ha hecho la conexión correcta : Está nevando. ¿Está nevando?

Mira que me cuesta activarme pero, me he puesto un anorak y he salido fuera. ¡Qué bonito! Nieve, manto blanco. Mis paisajes cotidianos nevados. Silencio y los copos susurrantes.

Mi camelia, acumulando nieve en sus hojas.

A ver si todo ha sido un sueño…

Por fin.

Ya ha llegado la nieve.

Faltan dos semanas para Navidad y ya se han vestido para la ocasión pero, este año, el acicalamiento de blanco ha sido muy tardío.

Tarde pero, por fin, está aquí.

Como toca.

Puertas al mar.

Mientras estoy esperando en la cola, pienso en este sin sentido: 2,90€ el litro de agua. Se anuncia que la semana que viene, subirá el precio. ¡Madre Mía! 

Hace unos años, se diseñó un coche que utilizaba el agua como combustible. Dicen los rumores que ya hacía mucho tiempo que ese tipo de vehículo era viable pero que las fuerzas económicas basadas en lo fósil lo habían hecho desparecer. Unos científicos valientes e imparables lo consiguieron. Desgraciadamente, desparecieron misteriosamente después de publicar y liberar las patentes de fabricación. 

La situación ambiental era tan dramática que se empezaron a fabricar vehículos de agua para sustituir, totalmente, el parque fósil de la carretera. Al principio, todo fueron alegrías. Llenábamos el depósito con mangueras, en casa o en el garaje. La polución empezó a disminuir y los efectos se hicieron notar rápidamente, pero, ya habíamos traspasado una frontera peligrosa y el cambio climático no se podía revertir. Así que empezaron las sequías, la falta de lluvia y, en consecuencia, las restricciones de agua.

Foto de Giuseppe Famiani en Unsplash

El agua embotellada para llenar el coche se convirtió en un lujo. Mientras eso ocurría, se construían desalinizadoras a toda velocidad. El coche funcionaba solo con agua dulce ya que la sal destruía la tecnología.  Parecía una buena solución: 71% de la superficie de la Tierra está cubierta por este elemento. ¡Bien!, pensamos todos. ¡Qué ingenuos somos!

Foto de James Eades en Unsplash

Sin darnos cuenta, esas plantas que extraían la sal del agua de los mares fueron siendo adquiridas por grandes corporaciones. No lo vimos venir. Era imposible o eso creímos. El agua es de todos, ¿no? Pero aquí estoy, en la agualinera, esperando para llenar el depósito de agua de mi coche mientras escucho la radio. Hablan de algo impensable.

Esta mañana se ha hecho viral un vídeo en el que se ve como se han puesto ¡puertas al mar! No se sabe cómo lo han conseguido, pero, ahí están las extrañas puertas. Muchos gobiernos han vendido sus millas marítimas a las desalinizadoras privadas para paliar la crisis económica… Hago cálculos mentales para ver si llegaré a fin de mes pagando los nuevos precios del agua. Noto el inicio de un ataque de ansiedad y abro la ventanilla para respirar aire que, por lo menos, es más puro que antes.

Algo es algo…

Exluna de escarcha.

Me avisan que hay luna llena. Hay nubes pero el espectáculo es precioso. Aunque estemos en el mes de noviembre, hago las fotos con una sudadera de algodón. La temperatura ambiental me permite observarla tranquilamente. Sin tiritar ni tener que moverme para entrar en calor.

Esta vez, se llama la Luna del Castor o la Luna de Escarcha. Todo es por el frío .

Los cazadores sabían que esa era la última luna antes de que se congelaran los lagos para poder ir a capturar castores . Anunciaba, también, las noches de escarcha.

A nuestros antepasados les daba una información bastante aproximada pero, las cosas han cambiado y también van a tener que cambiar los nombres lunares. Ya no sirven. No se congelarán los lagos y no sé que será de los castores. Pronto, la sensación de frío nos asombrará…

Cualquier día, un astronauta activista se pega con pegamento de contacto a la superficie lunar , mientras lanza el contenido de una lata de sopa de tomate ( por el contraste del color rojo con el gris), que claro, flotará en la atmósfera lunar. En vez de la bandera del país de turno, lo que pondrá es una pancarta con el 1’5 ºC.

Será muy espectacular y hablaremos de ello un ratito. Después, seguiremos con nuestras rutinas y el año que viene, si no hay un pirado que ha pulsado uno de esos botones rojos tan peligrosos, las fotos las haré en manga corta, en el mes de noviembre.

Pasan cosas.

Sentada , delante de un paisaje natural, un ser inquieto me dice que allí no pasa nada. Ya he utilizado el recurso de las nubes y sus formas cambiantes así que pasamos a la observación más intensa. “Sí que pasan cosas, solo hay que saber mirar”.

Vemos danzas de mariposas blancas, unas aves cruzan el cielo (graznan como patos por lo que deben ser patos) y otras se adentran en la zona boscosa. Detectamos un hueco entre los árboles por donde van pasando. Hay viento, así que las nubes siguen su juego y nos llega el sonido de las copas de los árboles, susurrando. Oímos disparos. Parece que ya se ha abierto la veda de caza. Nos sobrecogen. ¿Ves como pasan cosas? Después, oímos las motos que , supongo, están haciendo las rutas de las bicicletas de montaña. Menos mal que no nos llega el aroma a gasolina. Y un avión. Se ve muy pequeñito y lejano pero se oye la estela atronadora, amortiguada, pero ahí está, destrozando la coreografía del cielo.

También hay cosas que no pasan y deberían estar pasando. Hace mucho tiempo que recalo en esta zona y, en octubre, me sentaba a ver ese paisaje con algo que me protegía del frío. Hoy, sigo con camiseta de manga corta .

Y cuando miro la montaña, recuerdo lo bonita que estaba , cubierta de nieve.

Futuras flores, espero.

Tengo un amigo, jardinero aficionado, que, cuando viene a casa , me trae una planta e inspecciona las que tengo.

Este año, ha llegado de visita pero sin la plantita de rigor. No solo eso, le he enseñado los incipientes capullos de la camelia y los ha mirado sin interés. “Total, no creo que lleguemos a verlas”. Acostumbrada a sus pésimas predicciones durante la pandemia, no le hago ni caso. Es un conspiracionista -pesimista pero en un nivel bajo. Lo puedes atrapar y desviarlo de sus teorías con facilidad.

Me preocupa que ya no demuestre esa pasión por los arbustos y las flores pero se ha instalado en un estado de absoluta certeza con dos opciones : Opción A) Guerra Nuclear y/o Opción B) Meteorito. Se le pasará , espero. No creo que pueda vivir sin regar sus plantas.

Cuando se va , aprovecho para leer la prensa del día : Estados Unidos recomienda a sus ciudadanos abandonar Rusia. Putin amenaza con armas nucleares. Empiezan las revueltas populares en la propia Rusia y en Irán. En el ámbito científico,  están intentando enviar un cohete a la luna, y con todo lo que ha mejorado la tecnología en cinco décadas, no hay manera de qué despegue. Hay interés por volver allí. Una misión de la NASA ha enviado una sonda-artefacto a impactar contra un meteorito para ver si pueden desviarlo en el caso, hipotético, que pudiera ocurrir en el futuro. Vale.

Miro mi camelia. Ya empieza el ciclo que anuncia esas preciosas flores que aparecen en invierno. Por primera vez, me pregunto si las veré. Si estarán. Pero la incertidumbre se me pasa rápido. Desgraciadamente,  hay factores incontrolables para un simple humano como yo. No puedo hacer nada para evitar que un loco la líe con bombas nucleares y si viene el meteorito, ya me dirás. Combustionaremos juntas, la camelia y yo.

Así que me voy a regarla y a cuidarla. Y le haré fotos que enviaré a mi amigo jardinero pesimista.

Tengo confianza en estos capullos…

Planeta A

Cuando se habla de emergencia climática y del planeta, parece que el tema no vaya con la especie humana. Muchas veces, se recurre al concepto “No hay Planeta B” pero lo que no habrá es People, ni A ni B.

El “Planeta A” sobrevivirá a lo que nosotros le hagamos, incluso a la temible crisis nuclear. La tierra se secará, se inundará, habrá terremotos, erupciones volcánicas, huracanes, radiación, se extinguirán especies pero otras , sobrevivirán, se adaptarán y dentro de miles de millones de años, el Planeta A seguirá vivo, no como lo conocimos los que lo hicimos cambiar más rápido de lo previsto, pero ahí estará… .

Y si tiene suerte, con habitantes menos dañinos…

Foto de Markus Spiske en Unsplash

El fin del mundo.

Mi madre está en estado de alarma constante.

Ya no sabe si habrá pollo ( ha oído en la tele que escaseará por la falta de grano para alimentarlos), si habrá pescado (ha oído en la tele que el cambio climático ha hecho que no haya pesca normal en los caladeros y que los pescadores lo tienen complicado con el encarecimiento del combustible), si habrá carne ( lo mismo que con el pescado), si habrá pan ( ha visto en la tele los problemas con el trigo y el arroz!), si le cortarán el agua de casa ( ha visto en la tele la sequía alarmante), si podrá poner la calefacción este invierno, si… Para ella, es el fin del mundo. Menos mal que lo de la escasez de hielo le da igual…

Mi madre tiene 85 años y ve la tele, en la que cada día hay una alarma dramática y sí, es verdad. Es dramático : hay una guerra muy cerca, hay emergencia climática ( ya no es crisis, es emergencia), las cosas no están bien en general, pero debo preservar su salud así que le he aconsejado no ver la tele, exceptuando “Tierra amarga”.

Es por su bien.

Foto de Stephen Isaiah en Unsplash

Planetización.

Leo en La Vanguardia (18/07/22), una entrevista a Eudald Carbonell, arqueólogo , codirector de las excavaciones de Atapuerca. Entre otras muchas cosas, habla del concepto de “planetización”.

“Conciencia planetaria de especie.El sistema humano y el sistema Tierra no estamos separados.Somos un mismo sistema. No puede haber sistema humano sin sistema natural.”

Somos una especie sin conciencia global. Nos quedamos en la conciencia individual como la prioritaria ( “Todos van a lo suyo, menos yo que voy a lo mío”). Después, vamos alcanzando otros niveles de conciencia y cuando los enumere, veréis lo difícil que es la cosa : conciencia de familia ( tribu), local ( dónde vivimos, barrio, ciudad), de país, de nación, de continente, etc. En ningún caso tenemos conciencia de planeta. Eso de que la tierra es de todos, que somos todos, que es una sola cosa , que nos pertenece a todos , parece un slogan banal pero no lo es. “Si no desarrollamos una conciencia colectiva, colapsaremos como especie”

Y acabo con otra frase en la que como el sistema somos todos, todos estamos representados : “La inacción contra el cambio climático demuestra que somos una especie imbécil”.

NB : Mientras escribo esto, hay 30 incendios activos en España y una súper ola de calor…