Col impermeable a la defensiva.

De las Crucíferas (Col, Coliflor, Repollo, Coles de Bruselas, Col Rizada, Col Morada, Col Lombarda, Brócoli, etc.)

Ya la conocían los egipcios, también los griegos y más tarde, los romanos.

Durante el imperio romano, la col (o repollo) se consideraba un alimento milagroso. Lo que ahora llamamos “alimentos inteligentes” o “súper inteligentes,” ya los tenían fichados los romanos. 

La realidad es que la col tiene muchas vitaminas (A, C y D). También magnesio y potasio. Mucha fibra y poca grasa y nos mantiene hidratados. Una maravilla medicinal en formato natural. Se puede administrar sin receta.

El único inconveniente es que las crucíferas están preparadas para defenderse en caso de una amenaza de ataque.  De un depredador de su hábitat o de un humano con una olla de agua…

En sus tejidos tienen unas sustancias (glucosinolatos)llamadas precursoras de sabor. Contienen azufre y nitrógeno y cuando las muerde un animal o las cortamos con nuestro cuchillo, estas dos sustancias se liberan y se mezclan y se inicia una reacción que genera ese desagradable olor. Lo hacen para ver si te vas y las dejas en paz. 

Al procesarlas (hervirlas, hacerlas al vapor, etc.) desaparece el aroma. Eso sí, si te pasas de cocción sus compuestos de azufre se transforman en trisulfuros y estos son los responsables del olor fétido y persistente a col recocidaHay que cocinarlas en su punto y ventilar la cocina

Estas son coles que tengo plantadas. Como está haciendo calor para la época del año, no estoy consiguiendo grandes resultados alimentarios, pero si unas crucíferas preciosas para hacer fotos.

Sobre todo, después de haber llovido y con esas brillantes gotas de agua en la superficie.  Me acabo de enterar que las hojas de la col son impermeables. Su superficie está cubierta de unas columnas microscópicas de cera que forman una cutícula pulida por la que resbalan las gotas. Y, como todo en la naturaleza rezuma perfección, esto es para que, al deslizarse las gotas, limpien las hojas de polvo que impide captar la luz del sol para realizar correctamente la fotosíntesis.

Me va a dar pena comérmelas. 

#NuevaRealidad (NaNoWriMo Pandémico.)

Me ha vuelto a pasar. Es una sensación extraña porque , aunque mi memoria funciona correctamente ( o eso creo), a veces leo cosas que he escrito en el pasado y es como que las redescubro. Cómo si yo NO las hubiera escrito…Da un poco de yuyu

Estaba pensando en que se acerca el “NaNoWrimo”, el evento auto motivador para escribir una novela de 50.000 palabras durante el mes de Noviembre.

La única vez que he finalizado este reto fue con “Te voy a llevar al huerto” en el 2012. Con el resto de los intentos , nunca llegué a ese número de palabras, aunque, tener textos del blog, me ayudó mucho para completar la novela del huerto… Así que he vuelto a leer la novelita y, contra todo pronóstico, ( o va a ser que me he vuelto muy egocéntrica) me ha encantado. Una historia de amor muy sencilla con instrucciones precisas de como tener un huerto en casa.  Ese era mi yo -escritor de antes del asesino de “Íncipits” otro intento fallido que no llegó a 50.00 palabras y se quedó en un thriller breve aunque es la historia que más me ha gustado escribir.

Ese NaNoWriMo del 2012, también me ha hecho recordar la feliz época de mi huerto urbano y lo que me divertí con él, hasta que cayó desplomado después del uso intensivo… Esas cajas de tierra preparadas, en versión madera, metálica, media o mini, han causado furor durante el confinamiento y lo entiendo, porque a mí ya me cautivaron pre-pandemia. Cuando todo era normal…

Total: que tengo que ir pensando sobre qué escribir porque, tal y como van las cosas, es posible que sea terapeútico para un posible re-confinamiento…

 

 

 

Photo by Aaron Burden on Unsplash

 

El tiempo , arruga…

Como pasa el tiempo!!! Hace seis años, guarde unas guindillas en un frasco de cristal.

 

Era la época en la que las guindillas, invadían mi pequeño huerto urbano…

Ordenando el armario de especias de la cocina, lo he encontrado al fondo, perdido, desgastado…

Ya se han borrado las letras que escribí: si te pica mucho un alimento, no bebas agua, bebe leche. Neutraliza la capsaicina, la responsable del fuego ardiente en tu paladar.

Ya no son guindillas rojas. Han perdido el color y textura. Están arrugaditas y viejas pero… su poder picante sigue intacto. Doy fe.

Bendita leche.

 

 

 

Diversidad.

Las guindillas : una muestra de un sistema vivo en el que la diversidad es la clave.

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Las guindillas son diversas. El sistema les funciona.Cada una va a su bola y luce de manera distinta.

Unas engordan, otras se alargan, algunas se curvan y también las hay que van para adentro, con el objetivo de formar un circulo perfecto.

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Hasta hay de las que se enfadan y de las que se aman…

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El ajo Rambo.

A ver, ¿Cómo es posible que tenga el mismo efecto una “estaca clavada en el corazón” que un…ajo? O una bala de plata y el ajo… Si lo piensas detenidamente, el ajo es, no sé, como una especie de Rambo.

Una súper arma mortífera con los mismos poderes destructores que un estacazo o un balazo…

Eso sí, sólo sirve contra vampiros…

Pero…¿Por qué un ajo? ¿Por qué no un pepino, por ejemplo? He buscado respuesta a estas preguntas :

Cuando Bram Stocker creó el personaje de Drácula (1897), lo hizo inspirándose en Vlad Tepes, un príncipe de Valaquia que vivió en el siglo XV.  Según numerosas fuentes, ‘Vlad el empalador’ (como era conocido) padecía una enfermedad llamada ‘porfiria eritropoyética’ la cual se caracteriza, entre otras cosas, por retraer las encías, causar fotosensibilidad (fotofobia), anemia y en la que la ingesta o contacto con el aroma que desprende un ajo puede agravarla. Esta característica de la enfermedad,podría ser el origen de esta relación extraña entre vampiros y ajos.

Y como todas esas cosas que se convierten en Mitos y Leyendas, la atribución de las propiedades “mágicas” del ajo, se fue desarrollando, en cada lugar de forma diferente, desde la Edad Media hasta los tiempos que corren.

Algunos investigadores piensan que la interconexión podría provenir de la costumbre de los enterradores a ponerse una ristra de ajos al cuello, para así camuflar los hedores a los que se enfrentaban. Podría ser.

En los Países Bajos, colgaban ajos en las puertas de las Iglesias…

En Alemania, creían que cuando uno moría, durante las primeras noches, el muerto estaba “No Muerto” y buscaba sangre de familiares cercanos para alimentarse. Los reconocían por el olor ( reconocible en cada persona) .Para evitar ser “identificado”, los asustados parientes se frotaban la piel con ajo…Supongo que un buen peeling, por cierto…Nada mal como tratamiento cosmético en la Edad Media.

Búscale la razón científica o la sobrenatural. Sea por lo que sea, el ajo y el vampiro, se llevan mal…

Y ya que tengo ajos en el huerto, no voy a desdeñar su poder repelente.Que vampiros, los hay… Y creo que los de estos tiempos, son peores que el de Bram Stocker

 

 

Mi huerto urbano descansa en paz…

Me cuesta despedirme de mi huerto urbano.

Esto empezó en Mayo del 2012… Parece que fue ayer…

Me cuesta despedirme de las experiencias acumuladas en estos seis años que tanto juego me han dado en el blog y que me inspiraron hasta el punto de escribir “Te voy a llevar al huerto” en mi único Nanowrimo completado.

Me cuesta despedirme de los tomates cherry, las guindillas, las lechugas, la rúcula, el perejil, los pimientos, los cacahuetes ( sólo me salieron diez!), los ajos, el brócoli, los guisantes, la albahaca, el tomillo, la estevia, los berros, las zanahorias jíbaras…El abono, el entutoramiento, las malas hierbas, el riego…

También me acuerdo de los caracoles, la chinchilla, las mariposas, las mariquitas y de los pájaros que se zampaban mis fresas…

 

Nos deseaba Feliz Navidad o amor…

Pero se ha venido abajo. La madera ha dicho “basta” y se ha derrumbado. Ya no hay huerto…

Como muestra de respeto, dejaré ese “vacío huerteril” hasta que el ánimo me acompañe y vuelva a aparecer otro cajón lleno de tierra en mi vida, dispuesto a darme tanto juego como lo hizo el anterior.

Reciclados los tablones que se pudieron salvar , descanse en paz…

 

Mala praxis con la lechuga…

Seguro que ha sido por mi culpa…

Yo tenía dos lechugas en el huerto urbano. Una, la coseché y pasó a formar parte de una ensalada variada pero ya la encontré amarga así que,  la segunda lechuga, quedó relegada a un “a ver qué pasa”.

El “a ver qué pasa” se ha transformado en un espigado de la citada lechuga, con su producción de flores incluida. Las causas, dicen los expertos, pueden ser por temperaturas muy altas, falta de abono o falta de agua…

Parecía que ya no se podía hacer nada con esta lechuga espigada pero, ( y sigo con los expertos) “podemos aprovechar la ocasión y dejar que florezcan con el objeto de recoger la semilla.”

Y en esa fase está la lechuga espigada… Muy estresada porque estoy presionándola para que produzca semillas…

Lentamente…

La lechuga.

Se cultiva hace más de 2.500 años. Ya era conocida por persas, griegos y romanos, pero…en mi huerto urbano, no tenemos éxito con esta verdura milenaria. En experiencias pasadas, o se han espigado, o han florecido o se han quedado pachuchas y marchitas…

Con esta tenía esperanzas. Desde que la plantas al momento de cosecha, pasan de 20 a 65 días… La mía, ya ha superado con creces ese límite y, la verdad, no se ve una lechuga cosechable. Verde, bonita, pero, cosechable no…

El eje espacio -tiempo es diferente en el huerto. Habrá alguna anomalía cuántica en ese pequeño cajón de tierra porque pasan los días y la lechuga no se espiga, no florece, no se marchita y tampoco madura…

Le voy a dar quince días más, bajo estricta vigilancia y después, esté como esté, se va a convertir en una verde y bonita mini-ensalada…

Las hojas rojas de la fresa.

Esta vez, el huerto me sorprende con un vistoso manto de coloridas hojas en la planta de fresas. Han pasado del verde monocolor a una sinfonía de amarillos, granates y rojos… La verdad es que está preciosa…

He querido buscar en los foros especializados, el por qué de esos nuevos tonos y he encontrado diferentes opciones de una posible causa. La opción a) habla de falta de nutrientes o de la amenaza de algún hongo pero, si profundizo, descubro que eso pasa si se da en épocas de luz y calor pero , ahora, en este invierno Mediterráneo, las hojas han cambiado de color por otro motivo. Es la opción b) y es la que elijo como más factible.

Las hojas dejan de producir clorofila cuando las temperaturas son frías y hay menos horas de luz. Hay menos verde… A la vez, los carotenoides y las antocianinas que estás en las hojas se ven más (al no existir competencia con la clorofila) y son los responsables de los colores amarillos, ocres, anaranjados y rojos.

Estos pigmentos ayudan a mantener la hoja en activo, la protegen de los rayos ultravioleta y actúan como protectores ante una posible congelación de sus células.

Conclusión acerca de las hojas rojas de la fresa : otro de esos procesos maravillosos de ingeniería de la naturaleza que, además, está lleno de belleza…