Desahogo .

La primera no es una queja, es una observación.

Lo demás son quejas. Dicen los estudios que nos quejamos unas 20 veces al día como promedio. Y que es malo. Es un pensamiento negativo. Vale, lo asumo pero voy a quejarme.

Cocina americana: La cocina americana o cocina abierta al salón es una forma de ganar espacio en una casa, aporta la visualidad de un entorno diáfano. Transparente, suelen decir en las revistas de decoración. Me encantan, pero ni la más potente de las campanas extractoras puede evitar que el aroma de la comida que cocinamos impregne el espacio diáfano tan chulo. Según la potencia del extractor, habrá más o menos estela perfumada, pero la hay. Y también depende del plato a cocinar: no es lo mismo coliflor al vapor que un sofritito… Ventilad, abrid ventanas y valorad, seriamente, poner una puerta corredera, transparente, que no lo evita del todo, pero ayuda mucho. Dicho queda.

Comprar online. Hay un producto de perfumería que sólo encuentro en un centro comercial específico. Está lejos de casa así que lo compro online. El pedido contiene cuatro artículos.  Me notifican el regalo de unas muestras. ¡Qué bien! El envío es gratuito y la web me marca el día de entrega en una franja de horario concreta. Puede combinármelo, pero, en ocasiones, el intervalo es tan amplio que me obliga a estar en casa sin poder salir, para recibir el pedido. Lo asumo. Lo que me fascina es que el día acordado llega un producto de los cuatro solicitados. Me llega un mail que me indica lo que está en camino y las fechas de entrega. Un único pedido se convierte en cuatro entregas diferentes y una quinta de regalo, en la que el transportista me entrega una caja de cartón minúscula, que no pesa casi nada. Cuando la abro, descubro las tres muestras diminutas de perfume. Me incomoda mucho pensar que he contribuido a la contaminación del planeta con cinco viajecitos de una furgoneta, por la “comodidad” de la entrega a domicilio que , a la vez ( y valga la incoherencia) no ha sido cómoda porque he tenido que estar atenta a fechas y horarios. Tengo que reflexionar sobre este tema…

Reclamaciones: Marque el 1 si es para esto, el 2 para lo otro y el 3 para lo de más allá. Ahora, introduzca su NIF o número de contrato, vuelva a marcar el 1, 2,3 4,5 (y hasta el infinito y más allá) según lo que sea que consulte o reclame. Tras un ratito con el tema, se puede cortar la llamada (pasa mucho) o bien notificarte que puedes realizar las gestiones en la web. Os aseguro que antes intento, siempre, hacerlo por estos mecanismos, pero esta vez, no puedo. Pues no pasa nada: “Marque 27327000 si quiere hablar con un operador”. Entonces, entras en lo de la musiquita. A veces, te informan de la posición en la que estás en la cola de espera y sigue la melodía. Hay que comentar que, en la mayoría de las ocasiones, son desafortunadas e irritantes. Deberían analizarlo por el bien del consumidor. Tras mucho rato en espera, te vuelven a pedir los datos. NIF, contrato, motivo de la llamada y el operador te indica que te esperes un momento. Más música. A veces, solucionas. A veces, el operador te da una información que no te soluciona. A veces, cuelgas desesperado ante la espera. Y es que el tiempo no se valora como debiera. Ya lo dice el refrán: Vale su peso en oro. Y mientras estás marcando numeritos y escuchas cancioncitas, el tiempo, tu valioso tiempo, va pasando. Se consume. Y no vuelve, eso seguro. Sólo queda sensación de insatisfacción y esa melodía que ya se ha quedado en tu cerebro, debido al exceso de exposición.

Ya me he desahogado…

Traficando.

Sentado en aquella oficina, blanca  y llena de luz, nadie diría que estoy a punto de  realizar una transacción en el mercado negro. Y todo , por algo con ausencia total de color…

Enderezo mi espalda y adopto un porte más rígido . Esta posición me hace parecer mucho más seguro …  Sí, así está mejor. Debo recordar lo del hilo …El dinero , que acumulo en cantidades obscenas incluso para ser nombradas, me permite tener de todo y , entre ese vasto mundo de posibilidades que abarca el “todo”, se incluye una coaching personal que me ha ayudado a pulir mi estilo. Una de las cosas que peor hago, según la coaching, es andar y sentarme. Dice que me encorvo… Me repite , continuamente, que tengo que imaginarme que un hilo que sale del centro de mi cabeza, se tensa y se estira hacia arriba, haciéndome enderezar el cuello y la espalda.  Cuando me acuerdo del hilo, me crezco. Necesito estar así. Tenso y seguro.

Estoy sentado ante una impoluta mesa de color blanco, esperando a mi camello. Sí. Un traficante. Descansando en mis rodillas, tengo el maletín de titanio con el dinero que me ha pedido por esta entrega.  Las dosis, cada vez son más caras…

Oigo pasos. El hilo tira.

Cuando entra, no lo miro a los ojos. Basta una rápida ojeada a su maletín, también de titanio, que sé que contiene lo que he venido a buscar. Le entrego el dinero. Oigo el click metálico y el susurro de los billetes.  Cuando lo veo afirmar con la cabeza, abro el mío. Una vez comprobada la mercancía, sólo deseo escapar de allí a todo velocidad. Mi chófer me está esperando en la entrada secundaria ajeno a lo que estoy haciendo en este edificio. No puedo delegar esto en nadie. No puedo confiar. Es demasiado goloso para no caer en la tentación…

Ahora estoy más tranquilo. Ya estoy llegando a casa y , allí, el sistema de seguridad más sofisticado del mundo me permitirá disfrutar de mi botín sin miedo a que me lo roben o me arresten por consumir. Dejo el maletín, casi con reverencia, encima del mármol de la pequeña barra que hice instalar en mi suite. Detrás, hay un espejo que , a su vez, esconde una caja fuerte refrigerada. La abro y saco las botellitas de cristal, vacías, y el embudo .

Acciono la contraseña del maletín y , con mucho cuidado, extraigo una bolsa de plástico , muy parecida a las bolsas de suero de los hospitales, que contiene un litro de agua pura. Clara, cristalina.

La observo con fascinación, pensando en esos tiempos de los que hablan los más ancianos, en los que había agua potable. Y… se la bebían, sin apenas dar importancia a aquel increíble privilegio. Había agua. Tenían agua. ¡Agua!. Cocinaban, regaban, se bañaban, nadaban, pescaban…

Miro por el ventanal y observo el color ocre de la tierra. No. No hay agua. O muy poca… La podemos comprar los privilegiados aunque sea ilegal hacerlo. Si tienes contactos , puedes acceder a esa mafia que controla la poca que queda en el planeta, pagar (mucho) y beber.

Voy a preparar mis dosis. Cuatro botellas de 250cl que voy a rellenar con mucho cuidado y que voy a dejar en el refrigerador.

Cojo el embudo.

Temo fallar. Mis manos ya no tienen el pulso certero de antaño y no puedo derramar ni una gota.

Ni una sola,  puede ser desperdiciada.

 

 

 

No quieren venir, os lo aseguro.

flushh

Hoy, al llegar a casa, me he llevado un susto tremendo.

¡He encontrado un extraterrestre en mi jardín! ¡Sí! Un alienígena de los típicos: de color verde con su antenita y tres ojos.

He gritado tanto y tan fuerte que el que se ha acojonado ha sido él. Mientras yo desplegaba todo el repertorio de gritos de cuando estoy histérica ( desde uh, uy, ay, hasta madre-del-amor-hermoso), el extraterrestre se ha ido replegando en sí mismo, hasta formar una bola compacta de color verde. En esta fase, me he quedado muda de golpe. He oído un sonido electrónico como deslizante y de lo alto de la bola, ha emergido un palo verde con una banderita blanca.

Cuando he decodificado correctamente el mensaje , me he calmado y me he acercado a la bola . Nos hemos observado mutuamente, la bola y yo. Yo y la bola.  Tras unos tensos minutos, la cosa esa se ha descompactado y ha vuelto a aparecer el típico alienígena de antes.

Me he armado de valor y le he preguntado también lo típico: qué quería y de dónde venía.

El extraterrestre me ha explicado que quería irse pitando de aquí. No he entendido el nombre del planeta del que venía. Me es imposible reproducirlo fonéticamente pero sonaba como Flushhhh.  Como en las pelis de extraterrestres, nos entendíamos telepáticamente, sin necesidad de conocer los respectivos idiomas, cosa que debo decir que es la mar de cómoda.

Esta cosilla verde, cayó en la tierra cuando unos cazas de combate derribaron su nave. Seguro que lo habéis visto en las noticias estos días…

Es decir “tierra” y ver como su piel verde se cubre de sudor : «Sé que estáis gobernados por seres humanos incapaces e irresponsables. Según el manual, es urgente salir de aquí. Tuvimos un fallo de navegación porque siempre evitamos este planeta en nuestra ruta.»

Se vuelve a convertir en una bola. Cambia de color varias veces y, al final, emerge de nuevo. Me parece que brilla más.

Eres un ser humano comprensivo. No has intentado hacerme daño y me has dejado reiniciarme sin que te importen las consecuencias– Sigo su mirada y veo el gran boquete, tamaño bola,  que tiene mi precioso rectángulo de hierba – es por eso que , puedo ofrecerte asilo planetario. Consideramos que es causa humanitaria vivir en este lugar,  así que te ofrezco venir conmigo a…Flushhh.

Le digo que no, que gracias. Muy agradecida, de verdad pero estoy segura que no conseguiré teletransportarme tan ricamente. Hay algo en eso de la reorganización molecular que sé que falla. Lo he visto en Star Treck.

No se espera demasiado. Me da las gracias, se vuelve a convertir en bola, esta vez plateada, y sale disparado a propulsión, hacia el infinito y más allá, esquivando los radares chinos, americanos , de la OTAN y a todos los cazas que pululan en busca de globos y ovnis.

Entro en casa, confundida. Durante la tarde, tengo que salir al jardín un par de veces para ver el boquete que hay en la hierba. Es una prueba de lo que aquí ha ocurrido… Enciendo la televisión- ¿Alguien más habrá visto al alienígena, no?-y están dando las noticias.

Veo el informativo, completo, esperando que digan algo del extraterrestre , pero a medida que van desgranando la actualidad me doy cuenta del terrible error que he cometido.

Tenía que haberme ido a Flushhh con ese típico alienígena verde…

 

Puertas al mar.

Mientras estoy esperando en la cola, pienso en este sin sentido: 2,90€ el litro de agua. Se anuncia que la semana que viene, subirá el precio. ¡Madre Mía! 

Hace unos años, se diseñó un coche que utilizaba el agua como combustible. Dicen los rumores que ya hacía mucho tiempo que ese tipo de vehículo era viable pero que las fuerzas económicas basadas en lo fósil lo habían hecho desparecer. Unos científicos valientes e imparables lo consiguieron. Desgraciadamente, desparecieron misteriosamente después de publicar y liberar las patentes de fabricación. 

La situación ambiental era tan dramática que se empezaron a fabricar vehículos de agua para sustituir, totalmente, el parque fósil de la carretera. Al principio, todo fueron alegrías. Llenábamos el depósito con mangueras, en casa o en el garaje. La polución empezó a disminuir y los efectos se hicieron notar rápidamente, pero, ya habíamos traspasado una frontera peligrosa y el cambio climático no se podía revertir. Así que empezaron las sequías, la falta de lluvia y, en consecuencia, las restricciones de agua.

Foto de Giuseppe Famiani en Unsplash

El agua embotellada para llenar el coche se convirtió en un lujo. Mientras eso ocurría, se construían desalinizadoras a toda velocidad. El coche funcionaba solo con agua dulce ya que la sal destruía la tecnología.  Parecía una buena solución: 71% de la superficie de la Tierra está cubierta por este elemento. ¡Bien!, pensamos todos. ¡Qué ingenuos somos!

Foto de James Eades en Unsplash

Sin darnos cuenta, esas plantas que extraían la sal del agua de los mares fueron siendo adquiridas por grandes corporaciones. No lo vimos venir. Era imposible o eso creímos. El agua es de todos, ¿no? Pero aquí estoy, en la agualinera, esperando para llenar el depósito de agua de mi coche mientras escucho la radio. Hablan de algo impensable.

Esta mañana se ha hecho viral un vídeo en el que se ve como se han puesto ¡puertas al mar! No se sabe cómo lo han conseguido, pero, ahí están las extrañas puertas. Muchos gobiernos han vendido sus millas marítimas a las desalinizadoras privadas para paliar la crisis económica… Hago cálculos mentales para ver si llegaré a fin de mes pagando los nuevos precios del agua. Noto el inicio de un ataque de ansiedad y abro la ventanilla para respirar aire que, por lo menos, es más puro que antes.

Algo es algo…

No mezclar.

Yo no soy muy futbolera. Solo me arrimo a la actitud entusiasta, cuando mi equipo va ganando. Es lo que me pasará con el Mundial: si España va pasando de fase, yo me iré acercando a la alegría colectiva. 

El futbol, por eso, ha sido un elemento presente en mi vida. Mi padre era del Barça y, junto con mi tío Luís, era de esas personas que “viven los colores”. Yo nunca entendí esa pasión: mi padre era cirujano pediátrico y no le temblaba el pulso ante intervenciones importantes, pero era un manojo de nervios viendo cualquier partido de su amado FC Barcelona. 

Cuando estaba ya muy enfermo, los partidos del Barça era lo único que le llamaba la atención. En el 2013, el equipo tenía una situación complicada en la Champions. Había perdido contra el Milán (2-0) y tenía que jugar un partido en plan gesta heroica y remontar. Organizamos un visionado de ese partido, todos, en familia y yo le envié un email espontáneo, sin conocerlo a Bernat Soler, un gran periodista deportivo de TV3 y le pedí que nos saludara en la tele. Ese día, el equipo ganó en un milagroso 4-0. El partido fue muy emocionante y Bernat, nos envió un mensaje en el final de la emisión, desde el campo, en directo. Mi padre disfrutó durante el juego y se emocionó cuando oyó a Bernat. Además, me envió un mail al día siguiente, para asegurarse que lo habíamos visto y oído. Lo hizo de corazón y se lo agradezco en el alma. Muchas veces, me acuerdo de ese día.

El fútbol, para todos esos seguidores de fútbol, es sólo fútbol, y no trata de política ni de geopolítica. Los seguidores, buscan esa emoción positiva mientras pelean y ganan. También el sentimiento de comunidad cuando se pierde. Es un deporte que congrega. Sencillo y universal. Mi padre hablaba de su niñez, en la que hacían las pelotas con periódicos viejos, para jugar al fútbol en el patio del Mercado de Sant Antoni, en Barcelona.  Solo hacía falta un poco de espacio y papel.

Foto de Jonathan Greenaway en Unsplash

Así que ha sido una mala cosa mezclar los dos conceptos que se han dado en este Mundial 2023: el futbol y el país donde se celebra. Opino que, cuando en el 2010 se eligió Qatar ya tendrían que haberse puesto en marcha todos los mecanismos para evitar lo que hoy es una realidad. Y más, después del escándalo de la FIFA, pero, ahí están, jugando en medio del desierto. 

A Qatar no sé si le saldrán las cuentas reputacionales porque está en el foco mundial pero más que por el fútbol por todas sus grandes carencias sociales y políticas. Muchas.

Mientras, van jugando las Selecciones: el fútbol sólo es fútbol. 

Ese deporte que emociona, anima e ilusiona. 

Ese deporte que podría jugarse en el País de Nunca Jamás y lo mismo.

Ese deporte que hizo feliz a mi padre durante 90 minutos mágicos cuando nada lo conseguía.

La mezcla no ha funcionado: el futbol sigue conservando su esencia y ya se ha visto que Qatar, si no cambian mucho las cosas, solo sirve para hacer escala en Doha. 

NB: Y mil gracias, de nuevo, Bernat.

Rechazo las romanzas de los tenores huecos.

Años 90. Me dio por escribir cuentos para presentarlos a Concursos Literarios. A lo loco.

En una de las ocasiones, solo una, me premiaron, aunque mi premio fue compartido con otro autor. Resultó ser un escritor experimentado, muy culto, amante de la escritura y del arte, en general.

Mi amigo escritor, me“tuteló”, durante un tiempo, por carta. Yo le enviaba textos y él me los corregía y, lo más importante, los criticaba con gran acierto. Aprendí mucho de todo lo que hacía mal.

En una de esas cartas, lo que dice del arte de escribir, condensa muy bien lo que es la comunicación de hoy en día, lo que oímos tan a menudo, en tantos auditorios, en tantos discursos. Palabras vacías, sin tripas, que no dicen nada. Frases huecas.

Él, con elegancia, lo remata con Antonio Machado. 

La bata blanca.

Si algo tienen las batas blancas de nuestros médicos, como símbolo, con esa ausencia total de color, es un mensaje intrínseco de neutralidad.

La bata blanca es vocacional.

Importantísima.

La bata blanca es apolítica.

No se debe faltar al respeto a la Medicina, a los profesionales sanitarios en su conjunto, a la Sanidad, a la Salud de la población y la política , lo ha hecho. De formas diferentes, unas más dramáticas e ineficientes pero, en general, no ha habido una respuesta , ni acción, ni solución en la esfera política.

En abril del 2020, escribía esto :

Cuando aplaudo, lo hago también por el recuerdo permanente, para no olvidar que , cuando esto acabe, urge revisar como distribuimos los recursos para que nuestro sistema de salud sea sólido, que nuestros médicos y personal sanitario estén bien renumerados, que haya más, que nuestras Universidades ( de las más prestigiosas en este campo) puedan formar e integrar a los nuevos profesionales, que nuestras estructuras no sean deficitarias en tecnología y material.

Seguro que estamos gastando en cosas innecesarias, en burocracia y en ineficacia.

No hay que olvidar cuando esto acabe.

La política se olvida de las batas blancas pero la gente, no.

Y somos muchos.

Foto de Annie Spratt en Unsplash

Intervención.

El momento del paseo por el bosque es realmente especial. El aroma de la tierra, los laureles salvajes y la hierba. El susurro de las copas, el débil discurrir del agua… Si estás concentrado en el baño de bosque, la experiencia te serena , te proporciona una satisfacción tangible de ese conjunto de intangibles de la naturaleza.

Es un sistema lleno de intervenciones del propio sistema : un tronco que se seca y se cae , otro cubierto de musgo, que se inclina buscando sobrevivir.

De repente, te encuentras con intervenciones externas al sistema. En este caso, humanas. Y , mira, te alegras de que sean respetuosas con ese paisaje. Están los Cairn ( del gaélico escocés) aspiracionales aunque leo que “existe en castellano el término morcuero que, según dice el diccionario de la RAE, es un «montón de piedras al pie de los caminos dedicado a Mercurio, que se formaba con las que iban depositando los viajeros en honor del dios».”

También los que hacen algo más artístico.

Encuentro otra intervención humana. No es un morcuero, es una guarrada.

No se han dejado nada al azar: además de escombros, la intervención se corona con una preciosa botella de plástico.

Ojalá el Dios Mercurio actúe en consecuencia…

Acabo con foto sin intervenciones humanas.

Carta a los dirigentes del mundo (sean quien sean) .

«Ante el hecho de que en cualquier futura guerra mundial se emplearían con certeza armas nucleares, y que tales armas amenazan la continuidad de la humanidad, instamos a los gobiernos del mundo para que entiendan, y reconozcan públicamente, que sus propósitos no podrán lograrse mediante una guerra mundial, y les instamos, en consecuencia, a encontrar medios pacíficos que resuelvan todos los asuntos de disputa entre ellos.»

Este es un párrafo del manifiesto “Una declaración sobre armas nucleares” de Russell -Einstein en el que renombrados científicos y Premios Nobel intentaron alertar del peligro a los dirigentes del mundo en julio de 1955. Promovido por Bertrand Russell, filosofo , matemático y escritor y gran activista pacifista en contra de la guerra. Einstein lo firmó unos días antes de morir.

Sesenta y siete años después, décadas de evolución tecnológica y social, nos encontramos con el tema de la Guerra Nuclear, de nuevo, encima de la mesa.

“Tenemos ante nosotros, si queremos, un progreso continuo en felicidad, conocimiento y sabiduría. ¿Elegiremos en cambio la muerte, porque no podemos olvidar nuestras disputas? Hacemos un llamamiento como seres humanos a seres humanos: recordar vuestra humanidad, y olvidar el resto. Si podéis hacerlo, está abierto el camino hacia un nuevo Paraíso; si no podéis, se muestra ante vosotros el riesgo de la muerte universal.”

Desde la dimensión espacio-tiempo que la que se encuentre, Einstein estará estupefacto ante lo que se cuece en este 2022 . También se le atribuye la frase :“Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera y, tristemente, se confirma su hipótesis de la estupidez humana. Es infinita.

Foto de Hannes Richter en Unsplash

NB : Si queréis leer el Manifiesto, en filosofía.org está el comunicado de prensa, la carta que se envió a los Jefes de Estado y el texto completo de “Una declaración sobre armas nucleares«.

El fin del mundo.

Mi madre está en estado de alarma constante.

Ya no sabe si habrá pollo ( ha oído en la tele que escaseará por la falta de grano para alimentarlos), si habrá pescado (ha oído en la tele que el cambio climático ha hecho que no haya pesca normal en los caladeros y que los pescadores lo tienen complicado con el encarecimiento del combustible), si habrá carne ( lo mismo que con el pescado), si habrá pan ( ha visto en la tele los problemas con el trigo y el arroz!), si le cortarán el agua de casa ( ha visto en la tele la sequía alarmante), si podrá poner la calefacción este invierno, si… Para ella, es el fin del mundo. Menos mal que lo de la escasez de hielo le da igual…

Mi madre tiene 85 años y ve la tele, en la que cada día hay una alarma dramática y sí, es verdad. Es dramático : hay una guerra muy cerca, hay emergencia climática ( ya no es crisis, es emergencia), las cosas no están bien en general, pero debo preservar su salud así que le he aconsejado no ver la tele, exceptuando “Tierra amarga”.

Es por su bien.

Foto de Stephen Isaiah en Unsplash