Cuarto teléfono móvil que estrena mi madre. Siempre pasa “algo” pero que, conste en acta , “nunca es culpa suya porque ella NO toca nada”.
Con 85 años que lleva con poderío, no me voy a quejar de eso. Al revés. Le gusta hacer fotos (que podrían ser artísticas pero lo que están es tomadas desde encuadres imposibles), utilizar el WhatsApp con notas de voz y hablar por teléfono ( aunque es un rasgo característico que no lo cuelgue correctamente).
Con el cuarto dispositivo, que es de la misma marca y mismas prestaciones, llega el tutorial. Recordamos, juntas, todo lo que ya sabía pero ya no sabe. Al principio, parece que todo está controlado pero en unos días, algo pasará. Sin “hacer nada de nada”, se bloqueará la cámara o desparecerán los contactos de la agenda y en unos meses, volveremos a estar de tutorial…
NB1 : Al acabar de escribir estas líneas , me ha llamado para saber dónde están las fotos . Las que ha hecho del jardín no salen por ningún lado y se las quiere enviar a una amiga. Tras un (largo) tiempo de anexo telefónico al tutorial , me las envía a mí. Por lo menos, las ha encontrado…
Lo sé. Hay una Regla Universal que reza : “Con la comida, no se juega” pero …estas píldoras son para jugar con la comida. Por una vez, me salto la norma. Bon appétit!
Primero, unos lápices de parmeggiano. Para sacarles punta.
Seguimos con una baguette con ganas de disfrazarse.
Uno que coge un pepino ( o un calabacín) y hace un tiburón…
Una preciosa bolsa de té, para darle un toque romántico al post. De la diseñadora rusa , Natalia Ponomareva
Más amor : con paciencia y unas tijeras, coges el salami picante que le pones a las pizzas y recortas corazoncitos. Para las primeras etapas de la relación… ; -)
Las fotos de Sarah Illenberger : esto es “Jugar con la Comida”, ya en plan serio.
Y finalmente, una campaña Solidaria que se hizo en supermercados de New York. La gente cogía, al entrar, una de estas bolsas que representa la figura de un estómago vacío. La llenaban con alimentos, llenando también ese estómago ficticio, donándolas a la ONG que lo organizó.
De vez en cuando, en este blog, hay unas píldoras de cosas horrorosas.
Ahí van las primeras del 2022.
Las fotos son de Ugly Design , de los suizos Jonas Nyffenegger y Sébastien Mathys, creadores de esta cuenta que recopila las cosas más feas que encentran y las publican en un mundo de perfección como es Instagram…
Tras dos años de pandemia, ya estamos muy familiarizados con el término contagio. Según la RAE este término hace referencia a la “transmisión de una enfermedad, por lo general infecciosa, de un individuo a otro” y aunque la RAE hace referencia a su sentido figurado con esta frase “Teme un contagio de la violencia a otros barrios” la definición queda un tanto floja .
El contagio también se da en las emociones. La transmisión de un individuo a otro de emociones como la tristeza o la alegría, el miedo o la esperanza es un hecho comprobado.
Como en toda “transmisión” lo que es negativo, nos contagia y nos produce desazón y mal cuerpo. Nos disturba . Nos hace sentir angustia, miedo , tristeza e incluso odio ( solo hay que pasearse por Twitter para ver que rápida se da la transmisión). No sé si existen mascarillas que prevengan de ese tipo de contagios, pero sí que se pueden contrarrestar con dosis de exposición a la emoción más contagiosa que existe : la alegría y en todas sus formas : risa, humor, música…
¿Qué decir de un buen ataque de risa? ¿Quién no ha oído hablar de la risa contagiosa?¿Llorar de la risa? La oxitocina y la dopamina como locas en el sistema límbico, dejándote con una sensación de bienestar imposible de encontrar de otra forma.
Aunque a veces es difícil, a causa de nuestro propio estado de ánimo y nuestras circunstancias vitales, sería bueno proponernos contagiar de alegría y de risa a los demás. Se puede empezar con un contagio deliberado al día y, después, ir añadiendo contagiados. La transmisión suele ser exponencial.
Me entero de que la noche del 13 al 14 de Diciembre hay la lluvia de Las Gemínidas. Dicen los que saben que, en un entorno poco luminoso, se podían ver bastante bien porque la cosa iba de 120 meteoros/hora. El momento de máxima irradiación era a partir de las dos de la madrugada, pero antes ya se podían observar… A las 12 de la noche, aprovecho que la farola de mi calle se ha puesto en modo intermitente y , después, se ha fundido definitivamente para ubicarme en una zona oscura. Es una calle tranquila y apenas pasan coches así que me planto allí y alzo el rostro. La luna está preciosa e ilumina mi teórica oscuridad, pero veo estrellas. Alguna de las habituales.
Pasa un rato que , a mi cuello se le hace eterno y, nada de nada. Ya en casa, lo vuelvo a intentar. Ni una triste Gemínida y rigidez cervical…
Coloco un adorno en el picaporte de la puerta exterior. Es una estrella roja preciosa, de mimbre envejecido. Voy a buscar la cámara de fotos porque quiero que la veáis en el blog. Me llaman por teléfono y me demoro unos diez minutos en salir de nuevo.
No hay foto porque ya no tengo estrella en la puerta de casa.
Decorará otro sitio con estilo y, mira, hasta me alegro. Supongo que , a quién la cogió, le gustaría muchísimo. Es un regalo de mi puerta a ese humano.
Me gusta la que está en molinillos para poder molerla al momento. Hace ya un par de semanas que la acabé. En la cocina, siempre hay una libretita para apuntar lo que me falta para la lista de la compra. Lo apunté, pero en esa misma hoja, también anoté un teléfono y la arranqué de la libreta. Fui creando una nueva lista en la que no estaba la pimienta negra y, por lo tanto, no la compré.
En el momento de sazonar unas berenjenas recuerdo que no tengo pimienta negra. No es un drama, pero las berenjenas no son lo mismo, aunque les haya añadido una picadita de ajo y perejil.
Vuelvo a apuntarlo y vuelvo a perder la hojita mágica de mis “faltas” gastronómicas. Esta vez, para apuntar planta, despacho y nombre de la enfermera que le va a poner la tercera dosis de la vacuna a mi madre y como no es la habitual, lo apuntó allí, en la primera hoja. La de la pimienta negra.
La vuelvo a echar de menos para unas alcachofas al horno. En la libreta, toda la página está ocupada por la “PIMIENTA NEGRA” para el próximo día de compra, pero , unos días antes, estoy en un pequeño supermercado de forma improvisada y me acuerdo ( ¡bravo!). Cuando llego a la estantería , no hay. No hay. No hay. No me lo puedo creer. Sólo hay pimienta blanca…
Casi un mes después, haciendo caso omiso al universo por si me quería decir algo con estas señales, tengo dos molinillos en mi despensa y un frasco de pimienta molida , por si acaso.
Finalmente, el que juega con las cuerdas del universo a su antojo, (llamadlo “El Hacedor”, “Dios”, “molécula de inteligencia suprema” o “alienígena juguetón”) ha decidido hacer un Copiar y Pegar de las mejores tramas de ciencia ficción que nuestros autores han inventado y está preparando un final apoteósico para la humanidad.
Ya se ha cansado: demasiados capítulos de una serie en la que la historia se va repitiendo. No interesa. No sorprende. No hay renovación para una próxima temporada. Se siente.
Así que ha unido todas las tramas ya conocidas: la devastación de los recursos de la tierra; la escasez de suministros; el cambio climático que ya es imparable; una pandemia mundial que ponga en jaque al planeta; desigualdades sociales que movilicen a la población y desestabilicen el sistema conocido y, finalmente, el impacto de un asteroide.
Esto del asteroide tampoco es nuevo. Está dentro de las posibilidades naturales de extinción de la vida en un planeta. Si no, que se lo digan a los pobres dinos que ahora forman parte de nuestros combustibles fósiles. Eso sí, la NASA ya está ensayando como desviar uno. Por si acaso…
Total, que el autor de nuestro apocalipsis podía haber sido más original. No sé: hacernos habitar en un mundo de nubes blancas y arcoíris luminosos, donde todos vivimos en armonía, felices y contentos. Dónde no falte de nada: de lo material y lo más importante, del amor y del afecto. Y en ese estado de bienestar, ajenos a lo que no controlamos y no podemos controlar, que llegue el pedrusco e impacte creando un precioso espectáculo de fuegos artificiales.