A lo suyo.

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Aunque de forma irregular, sigo intentando escribir la novela que inicié en el 2019. El título provisional es “Zapatos de tacón del 46” ya que se basa en la historia de mi abuelo. Un zapatero de Barcelona que confeccionaba zapatos para artistas de las salas de espectáculos (más frívolas), en la dura posguerra y en plena dictadura franquista. 

Para ir escribiendo, necesito profundizar en la parte de documentación y he leído mucho sobre la época. Empecé en 1934 y, ahora, ya estoy inmersa en la Guerra Civil. Además, como uno de los protagonistas es alemán, también leo material del Tercer Reich, la evolución del movimiento nazi y la II Guerra Mundial.

Y, en estos tiempos de tanta polarización y crispación política, del auge de la extrema derecha, de voces que hablan de guerra, invasión y conflicto, no puedo dejar de preguntarme cómo hemos sido tan incapaces de aprender del pasado. Tendríamos que conocerlo mejor, diseccionarlo, debatirlo sin sesgos de ideologías ya anticuadas y saber qué es lo que no debemos repetir. Eso, claro, si queremos preservar la especie. 

Y parece que la cosa está como decía aquel (no sé quien es el autor de la frase): “Aquí cada uno va a lo suyo menos yo que voy a lo mío”.

asado

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Como apunte: Hace 86 años, el 6 de febrero de 1936, se celebraban los IV Juegos Olímpicos de Invierno de Garmisch-Partenkirchen. Fueron los primeros juegos olímpicos del Tercer Reich y participaron 28 países. La ceremonia de inauguración fue presidida por Adolf Hitler. El Estadio Olímpico estaba lleno con 20.000 espectadores, engalanado con la bandera de los Juegos Olímpicos, en clara competencia con la bandera alemana (con la esvástica). En el equipo alemán, uno de los 55 participantes, era de origen judío, Rudi Ball, miembro del equipo de hockey sobre hielo. En principio fue excluido del equipo por cuestiones étnicas. Fue readmitido tras la valerosa denuncia de Gustav Jaenecke, estrella del deporte germano. 

Exfoliante emocional.

La complejidad del ser humano se hace más evidente cuando se deben gestionar emociones y sentimientos.

Son esos momentos de la vida en los que la encrucijada se da entre lo que piensa tu cabeza y lo que siente tu corazón que, si es coincidente, no nos va a generar conflicto. Al revés, esa coincidencia nos dará alegría , satisfacción o esperanza, pero si la razón y el corazón se contradicen, nos vemos abocados al sufrimiento y fiasco emocional.

Generalizando, normalmente la razón es la que nos guiaría por el buen camino, pero el sentimiento, por su potencia epidérmica y química, nos desvía hacia la ruta llena de curvas , obstáculos y desprendimientos rocosos que nos impiden avanzar. Avanzar, se avanza siempre de forma inexorable pero la forma de hacerlo es lo que definirá si es en positivo o negativo.

La razón te está diciendo que te están haciendo daño o que algo está mal, pero , te es imposible despegar de tu piel los sentimientos. El amor incondicional y/o ciego tienen la desventaja de adherirse firmemente a nuestro ser y solo con exfoliaciones dolorosas podemos llegar a limpiarnos y poder actuar y tomar decisiones desde la higiene mental.

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Querría tener un exfoliante para que los que me importan, no sufran. Para que pudieran sacarse de encima esa película emocional que los hace desgraciados y no les permite escuchar lo que la razón les está gritando.

Pero como decía al principio, el ser humano es muy complejo y esos exfoliantes mágicos aún no están a la venta en el mercado por lo que hemos de intentar aplicar un severo tratamiento : “Obras son amores y no buenas razones”.

La razón evaluará las obras. Los hechos, sin trampas ni cartón.

Las buenas razones tienen tendencia a acumularse en la piel , así que mejor ignorarlas…aunque duela.

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NB : Que alguien invente el exfoliante, please.

Piedras Preciosas ( que no lo son).

Ayer, si no fuera por el pequeño detalle de la incursión armada de las fuerzas «aliadas-al -petróleo» contra Libia, fue un dia precioso.

Me sorprendió ver en las noticias, ya por la noche, que se había declarado la guerra en el Mediterráneo . De ahí, justo de la orilla de ese mar que baña la Costa Brava, de ahí venía yo, ufana y satisfecha con mis piedras preciosas (que no lo son) , a puñados, estirando los bolsillos de mi chaqueta.

Mientras me entusiasmaba recogiendo los cristales pulidos que las últimas tormentas arrastraron a la playa, los señores que dirigen el mundo ( más o menos) decidían atacar un país mediterráneo. Es una de esas situaciones en las que los sentimientos son contradictorios : ¿Vamos a dejar que un tirano diabólico masacre a un pueblo? y ¿Vamos a ser nosotros los que respondamos, también con guerra, en nombre de la defensa de ese pueblo?. ¿Qué decisión es la acertada?.Encima,  le han hecho la cama al tirano diabólico durante décadas porque necesitaban su petróleo y  lo que pasaba con ese pueblo que ahora vamos a salvar no nos importaba lo más mínimo.

Bueno, supongo que mataba menos y el ojo público no estaba allí. Ahora, mata más y casi que en directo así que…

Lo del «Bien Común» , algo que se ha hecho evidente en la sociedad nipona , es algo que el resto de sociedades del mundo no ha trabajado demasiado como concepto. Todos esos intereses económicos, políticos, territoriales, religiosos,…que no conocemos los pertenecientes a la «sociedad base» han creado un mundo egoísta en lo que lo importante es el YO. Si no nos ponemos de acuerdo a un estrato tipo comunidad de vecinos, no hay que ser Einstein para imaginar lo que será eso a nivel de gobierno de un país o de gobiernos de países juntos en un fin común…

No existen Organismos Internacionales Globales y Que Representen al Mundo que velen por el Bien Común. No. Lo que hay son débiles reflejos de lo que debería ser. Si así fuera, no hubiéramos dejado que los tiranos diabólicos ( hay más de uno) pudieran dirigir ( masacrar y humillar) a los pueblo e incluso, participar con voz y voto en estos Organismos Comunes del Mundo.

Mientras recogía los cristales pulidos que me regalaba el mar , había otras personas , en otra orilla del Mediterráneo, que no podían hacerlo. Estoy segura que a mucha gente del mar, le fascina esto de los cristales azules, verdes, transparentes , brillantes… Y que los recogen… pero en estos días, no va a poder porque los aviones-los buenos y los malos- bombardearan su playa…

Y, yo, allí,ajena a todo eso,  tranquila, absorta con la mirada perdida en la arena, llenando mis bolsillos…

Si me preguntas que hubiese hecho yo, me doy cuenta que  es muy difícil decidir. Por un lado, deseo que acaben con los tiranos diabólicos pero, por el otro, no puedo evitar pensar que la gente normal, esa que recoge los cristales pulidos de la playa, va a sufrir sea cual sea la decisión.

Ahora, ya metidos en el fandango, lo importante es que esto se acabe pronto. No importan esos gobiernos con intereses ocultos, ni las fachadas públicas de héroes del mundo, ni siquiera importa la suerte que corra el tirano diabólico…lo importante es la gente. La normal.

Esa que intenta vivir cada día y que , alguna mañana de pre-primavera, se dedica a recoger esas piedras preciosas ( que no lo son) que nos trae el Mediterráneo…

Otros tiranos diabólicos:

La mordaza imposible.

Valen por mil