Dialogad, dialogad, malditos…

Ilustración de Saul Steinberg

Han pasado cinco años de este post y lo puedo publicar sin cambiar ni una coma. Lo único que puedo añadir es : que triste…

Leer la prensa con tranquilidad y más exhaustivamente era un placer.Y digo que «era» porque, a medida que voy leyendo sobre los acontecimientos nacionales e internacionales y como los gestionan los seres humanos nacionales e internacionales, van convirtiendo la lectura en un displacer. Añadid, la televisión y Twitter…

Si algo queda claro , a una mente básica como la mía, es que esos seres humanos en todo el mundo, que dirigen el cotarro,  han perdido o no han tenido nunca una característica básica del ser humano  : la dialogicidad.

«El diálogo no impone, no manipula, no domestica, no esloganiza.»

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La dialogicidad es la postura epistemológica en donde reconocemos que el diálogo se encuentra en la base de todos los procesos del conocimiento.

«En el anti diálogo se quiebra aquella relación de simpatía entre sus polos, que caracteriza al diálogo. Por todo eso, el anti diálogo no comunica. Hace comunicados.»

Dada la importancia de esta habilidad básica para la resolución de problemas , ¿Se podría medir esta característica/habilidad de alguna manera para elegir a quien nos representa?

Apuntando más alto : ¿Podría ser una condición sine qua non para cada uno de los líderes de cada uno de los partidos políticos , que se presentan a unas elecciones?

¿Cómo lo hacemos?

 

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NB  : Dialogicidad. Término acuñado por el pedagogo brasileño Paulo Freire,  que basaba su metodología de aprendizaje en el diálogo. Las citas, también son de Paulo Freire.

 

 

 

Feo, feo, feo.

Feo, feo, feo.

No sé. El ambiente mediático, el de las redes sociales, es feo.

Lo es en la política: sin argumentos ni propuestas. Un batiburrillo de fealdades. Me preocupa porque creo que la gente, en general,  es bella. Y no está crispada. Intenta vivir y sobrevivir sin molestar. Es paciente. Es pacífica. Es la política la que es feísima y, desgraciadamente, presumida.

Lo es en el entretenimiento: con programas feos en los que el morbo feo gana audiencia y, encima,  tapando tamaña fealdad con opiniones profesionales ( Psiquiatría, Psicología, Derecho, Social, etc.) . Y digo “opiniones” porque un experto, un profesional, no realiza diagnósticos, ni sentencias firmes con la información de la que se dispone en estos productos de entretenimiento. Nunca hay olvidar que son eso, productos : tienen un coste de producción y unos beneficios económicos y unas estrategias de marketing muy definidas para ampliar los beneficios. No hay más. Un producto feo, pero producto, al fin, que puedes comprar o no.

Es importante que no se nos contagie tanta fealdad,  que es como un virus. Hay que aplicar medidas ante tanta cosa fea para que lo bonito que tenemos no se minimice: mascarilla visual, distancia racional y mucha higiene mental.

Para compensar el post , una foto bonita.

Photo by Jason Leung on Unsplash

Solidaridad con los tripanofóbicos.

Sí, solidaridad total con los que tienen fobia a las inyecciones . A mí nunca me ha pasado, pero he sido testigo del sufrimiento de una amiga que sufre tripanofobia. Se ha llegado a desmayar al ver una jeringuilla…

A mí no me gusta que me pinchen, pero no me produce temor, aunque admito, que estos días estoy empezando a sufrir cuando veo las noticias o cualquier programa informativo en televisión. Para hablar de la vacuna, cada cadena ha seleccionado unas imágenes que se suelen emitir en bucle, en una pantalla partida, mientras en la otra mitad, habla el experto correspondiente. En una, hay un busto parlante, en la otra solo ves brazos y agujas introduciéndose en esos brazos. También, de forma instintiva, reconoces cuando se pone de forma “fina”( vamos a llamarlo así) a una forma más abrupta.

Y aquello es un no parar. Brazos y agujas.

Entre este bucle infinito y que en casa hemos empezado a ver “30 monedas” por la noche (¡Qué buena!) , estoy abonando el campo a las pesadillas. De momento, en mis agitados sueños, ya me han vacunado de forma “abrupta” y he salido corriendo detrás de la persona que me inyectó, preguntando por la segunda dosis. Ya no me acuerdo de nada más.

Tripanofóbicos, para informaros, la radio.

Mi solidaridad.

#Encasa (ver la tele en tiempos de confinamiento)

Ver la tele en tiempos de confinamiento.

Photo by Josh Kahen on Unsplash

Reporteros en la calle.

Ya hace tiempo que comentábamos en casa, esas imágenes penosas de los reporteros en inundaciones, nevadas y desastres naturales. Al verlos, aferrados a sus micrófonos, intentando resguardarse de la lluvia o de un vendaval , nos hacían pensar ¿De verdad que hace falta que esas personas estén ahí? Ahora, en estado de alarma, seguimos preguntándonos lo mismo.  ¿Qué hacen esas personas en una Gran Vía Madrileña vacía, retrasmitiendo en directo que está vacía? ¿O en las Ramblas de Barcelona? ¿O en la puerta de un Hospital, de una Residencia?  ¿En la Moncloa, cerrada a cal y canto a sus espaldas, a las nueve de la noche para informar de lo que dice el Gobierno? ¿De verdad es siempre necesario que estén en la calle? Eso sí, llevan guantes y fundas de plástico en el micro…

Opinólogos.

Siguen los platós con sus tertulianos. Ya no deberían estar ahí, solo por dar ejemplo. Se puede hacer lo mismo , sin un entorno presencial. Después están los opinólogos (salud, economía, política, etc.) . De todo y de nada, sacrificándose por nosotros, para que tengamos toda la información, la más apocalíptica que se pueda. Nos iría muy bien que se quedaran en casa, confinados. Y, a poder ser, callados. También es verdad que son “productos” visibles en un escaparate y que podemos o no consumir. Si nos intoxican, es porque nos dejamos. Yendo de canal en canal, puedes elegir qué tipo de información quieres que te sirvan hoy : alarmista, catastrófica, sesgada, con colores, partidos y banderas o directamente desvirtuada. Muy pocos se salvan…

Dicho esto, es mejor solo recibir un par de dosis de información al día ( como mucho), filtrarla y dejar que nuestro cerebro descanse de recibir impactos alarmistas. Si es vía televisión:  programas de entretenimiento, películas, series, música…

Aquellos tiempos.

Otra cosa que me pasa al ver la televisión es la sensación de traslación a tiempos remotos. Aquellos en los que podíamos estar a un beso de distancia. Veo anuncios, películas, documentales, series y, en todas ellas, se me representan las cosas que ahora no podemos hacer . Una celebración familiar , una cena con amigos , un concierto, un paseo por un parque lleno de gente, un mercado… Ayer leía que, a la mayoría, si nos preguntan, no deseamos un viaje a Hawái si no simplemente, ir a casa de nuestros padres, o tomar un aperitivo en una terraza soleada.  Cuando lo hagamos, que lo haremos, va a ser una experiencia mística. Ahí está la belleza : éxtasis en lo más simple , en lo que siempre ha estado al alcance de nuestras manos.

Mi siguiente #Encasa  : Mi madre ha descubierto la videollamada y los grupos de WhatsApp.

Ya no es lo mismo…

Nuestra relación con la TV ha cambiado. Ya no es lo mismo… Vemos las series que ya tienen “Temporada Completa”. Atrás quedan los tiempos en los que esperábamos -¡una semana! –a que emitieran el siguiente capítulo…

Vemos programas en diferido, porque según qué horarios de emisión, hacen impracticable el buen dormir y el buen despertar, así que elegimos la hora que nos conviene en nuestra televisión a la carta.

Ya no vemos películas en canales generalistas, interrumpidas por eternos minutos de publicidad…Cada vez hay más anuncios y más argucias: “Volvemos en 7 minutos, te ofrecemos un minuto de película y te volvemos a encasquetar otros 7 minutos de publi…”

Tenemos a nuestra disposición cientos de series, películas, documentales…Aunque ese acceso a tanto entretenimiento, también tiene su cara B. No sé si os pasará también a vosotros, pero desde que accedo a estas plataformas de contenidos, hay días en los que estoy un buen rato decidiendo qué ver y al final, agotada, no veo nada…

Nuevos tiempos, nueva relación. Y sí, ya no es lo mismo…

Ahora, es mejor aunque, a veces, nos desborde…

Revival.

Estos días, he tenido un revival. Una visita a mi infancia …

Os lo explico en cinco pasos.

Mucha lluvia, muchísima. Una tarde de ausencia en casa. Una ventana abierta. Viento. La tele, al lado de la ventana. Más lluvia…

Cuando hago el gesto automático de dar al botoncito rojo del mando a distancia de la TV, no pasa nada. La tele está negra y en silencio. Vale.

Paso 1 : Las pilas del mando. ¿Algún día se tienen que cambiar, ¿no? Parece que nunca va a llegar pero llega… Las pilas nuevas, no resuelven nada.

Paso 2: Ir a buscar un mando de otra tele que también funciona con la difunta. Nada. La tele sigue en paz descanse.

Paso 3 : Me acerco a la tele, ya temerosa. ¡Uy! Hay un lateral muy, muy mojado. Lo seco con cuidado. En esa zona está el sensor remoto del mando a distancia pero, de eso me entero después. En ese momento, sólo intuyo que el problema no va a ser el mando. No. Va a ser la tele.

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Paso 4 : Muestra de inteligencia descomunal, digna de Sheldon Cooper.  Razonamiento : si la tele es SmartTv y está conectada por Wifi seguro que encuentro una app que sustituya al mando. Encuentro tres para mi marca pero…¡Oh, disgusto! Ninguna da como compatible el modelo de mi tele. Es moderna pero ya es antigua…

Paso 5 : Encendido manual. Difícil de encontrar, por cierto. Al final, en la parte trasera encuentro un botoncito. Se mueve como un joystick. Puedo encender, apagar, moverme por los canales y bajar y subir el volumen.

Y , en este momento, y hasta que se produzca la reparación del sensor remoto , me recreo en un revival de mis tiempos de niña. Ese levantarse ( por turnos) de la silla para cambiar el canal, bajar o subir el volumen (¡Cómo sube en los anuncios, por Dios!).

Todo es diferente ahora pero ese “ir y venir al cambio de canal”, me recuerda a las agradables tardes en el salón, viendo la tele en familia, cambiando del 1 al 2 …

Y aún con esa impronta tan afectiva y bonita, tengo muchas ganas de volver a utilizar el mando a distancia… Lo echo mucho de menos…

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Las Series de TV son salud…

Y es que yo, si no tengo una serie que me desconecte y me haga estar en otro mundo, no soy nada en mi elíptica. Sigo sin engancharme de forma voluntaria y placentera al ejercicio . No lo deseo. No estoy esperando que llegue el momento de sudar… Algún día, espero, ese don caerá sobre mi…

Mientras eso pasa, mi plan de salud, que incorpora 45 m diarios de ejercicio en una elíptica, sólo ha sido posible y exitoso por:

  • Me he colgado una tele, delante de la elíptica, de tamaño considerable.
  • Me he abonado a Netflix.
  • Veo series sin anuncios ni cortes publicitarios.
  • No subo a la elíptica :  voy a ver un par de capítulos de mis series favoritas.

En estos últimos meses, he visto de todo : The Big Bang Theory (todo), las tres últimas temporadas de Modern Family, Narcos, Master of None, Love , Unbreakable Kimmy Schmidt, Jessica Jones…

( Nota : Os recomiendo la serie documental Cooked sobre la cocina en el mundo)

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Actualmente estoy con Grace and Frankie. Esta serie, protagonizada por Jane Fonda y Lily Tomlin … ha sido todo un descubrimiento. Siempre que me conectaba al canal, veía la promo y esta foto.

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Me pasé meses sin hacer ni caso… Pero se me acabó el material interesante  y lo de la elíptica empezaba a ser tensional : las noticias y la TV en general no me funciona…

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(No es spoiler. Es el trailer) Así que empecé a ver a estas dos mujeres, a las que, a los 70 años, sus respectivos maridos les comunican que hace años que están enamorados el uno del otro, que las dejan y que se casan… Ellas se van a vivir juntas a una casa en la playa que compraron juntos mientras sus vidas se “reorganizan”…El planteamiento, jugando a ser empáticos, tiene tela. Imaginadlo…

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Me sabe mal que se me acabe ( ya han firmado segunda temporada) porque ha sido una experiencia con la que empecé muy escéptica y me ha dado unos ratos de fitness saludable y casi sin darme cuenta. Remarco el “casi” …

Además, la decoración y el entorno, me ha encantado…

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Esta es la casa de la playa dónde van a vivir las protagonistas…

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Me he enamorado de esa casa de la playa…

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Televisión, ejercicio y Murphy

Subtítulo : Odio a Charlie Sheen

(que espero que se me pase pronto porque él no tiene la culpa…)

Mi relación con la máquina elíptica ha ido mejorando con el tiempo. No es que la adore pero ya consigo mis 45 minutos diarios (fin de semana, no) sin demasiados aspavientos. El único pero que le veo es que sigue sin ser un “placer”… Lo que más me enajena de lo que hace mi cuerpo (ver ilustración) es que en la pantalla de TV que hay colgada en la parte frontal, se visualice algo que me haga olvidar.

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Tengo un USB rotulado con la palabra “elíptica” donde hay capítulos de Modern Family, House of Cards, The Good Wife , etc, etc…

Tras un parón de 15 días por baja médica, esta semana he vuelto a reiniciar mi pauta. En un acto de valentía, cuando había acabado mi dosis de series grabadas, me quedaban tres minutos ( encima de la máquina infernal, eso es muchísimo) y puse la TV . Neox: Dos Hombres y Medio.

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Entonces, en otro acto –esta vez de estupidez- me marqué una meta. Me reté a mí misma: no pararé hasta que pongan los anuncios.

No sabía que  Murphy estaba ahí, acechándome…

¡Cuántas veces he criticado la de cortes publicitarios que interrumpen las series y los programas de TV a cada momento ¡ ¡Cuántas veces he odiado el “Volvemos en 7 minutos”! Estaba segura que pasaría, en cualquier momento pero… Oye, venga gags, venga escenitas, venga risas enlatadas.

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¿Y los anuncios? – Me preguntaba ( a la vez que maldecía a todos los personajes) .-¿Y esos anuncios que ponen continuamente? ¿Dónde están los anuncios, por Dios?

Cuando llevaba ya una hora en la elíptica empecé a valorar el incumplir el reto. Derrotarme a mí misma…

A la hora y 9 minutos, aparece aquel hermoso aviso “Volvemos en cinco minutos” y acto seguido, un anuncio de galletas. ¡Bien! Momento de felicidad máxima.

Total: he añadido 24 minutos a mi marca personal y …odio a Charlie Sheen y las risitas enlatadas.

NB : gym

 

Maratón a serie acabada ( o binge watching): Breaking Bad

(Sin spoilers, of course)

He tenido en mi poder las cinco temporadas completas de “Breaking Bad”. Era la-serie-maratón escogida para este verano.

Ya hace tiempo que decidí ir a “serie acabada”. Después de la agonía de Lost,  intento ver series que ya hayan finalizado (totalmente) y, a poder ser, que hayan sido un éxito global… Mi primera experiencia fue con Los Soprano y funcionó. Eso ´si, tienes que protegerte de los spoilers y de esos seguidores que te van dejando pistas… Resulta que esto tiene un nombre y ya es antiguo : ‘binge-watching’ Se acuñó en los noventa cuando en EE.UU. se popularizó la venta de temporadas completas de series en paquetes de DVD y la gente dedicaba horas para ver de manera continuada varios capítulos o toda la serie. ‘Binge’ se refiere a darse un atracón.

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Breaking Bad, por eso, no era una serie que me apeteciera mucho para esto de un binge watching ( nunca más pondré “maratón”)pero era necesario un visionado consensuado así que, con las críticas tan favorables acabé por aceptar…corromperme .

A ver, un profesor de química, diagnosticado de cáncer de pulmón que se pone a fabricar metanfetamina para dejar recursos económicos a su familia…No sé. De entrada, el argumento base, no me motivaba nada. Y la foto de este tipo en calzoncillos, menos.

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Pero… ¡Madre Mía! Me he visto pidiendo cables HDMI en los hoteles (para conectar el PC), viendo llegar la madrugada en sesiones maratonianas ( perdón, de binge-watching)… Además, alucinando por la calidad visual. Por la estética del desierto de Nuevo México. Por el uso de la cámara. Por la banda sonora. Por los giros argumentales…

Estoy casi al final de la quinta y última temporada. Dicen que el último capítulo, en su emisión en USA, casi paralizó el país…Me falta poco para llegar y ya sé que, tras ese último episodio de Breaking Bad, me quedará ese sensación de vacío que ya sentí con el final de Los Soprano.

Eso, es lo que pasa ante un producto magistral…

NB : Adiós, Mr.White. Ha sido un placer.

 

 

 

Operación bikini, la elíptica y las series de TV.

Sí, ya toca hablar de la Operación Bikini/Bañador .

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A las lorzas del invierno se le han añadido las torrijas y “monas” de la Semana Santa y todo eso, mezclado y bien agitado, obligan a plantearse que muy pronto, hay que sacarse la ropa. Glups!

Mi Plan ( al que siempre llego tarde pero que empiezo cada lunes) es seguir con mis sesiones diarias de elíptica y pasar de 45 minutos a 60 minutos ( se escribe rápido pero se convierte en un tiempo eterno cuando estás en la máquina esa), ponerme las cremas milagrosas-que-no-hacen-milagros y una dieta moderada. La edad y el acostumbrarse a las formas de cada uno, le quita histeria al planteamiento pero…siempre aparece ese “planteamiento”…

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En otros post , os he hablado de mi progresión en el ejercicio (ha sido dura y con mucho rechazo por mi parte) y el papel que han tenido las series de TV que me enganchan , me enajenan y me hacen dejar de mirar el reloj de la elíptica cada cinco minutos. Con la música, no puedo. Me bajo y bailo pero …si tengo dos episodios ( uno de The Big Bang Theory y otro de Modern Family)la sesión es ligera y agradable. Si hoy puedo decir que soy de ese porcentaje de seres humanos que hacen 45 minutos de cardio diariamente es gracias a esas series… Como ya voy al día, he tenido que buscar otras propuestas que, si bien no me enganchan tanto, han hecho su papel ( La zorra del apartamento 23 , Mike & Molly, Marry Me…). Me olvido de lo que estoy haciendo…

En estos últimos tiempos he descubierto una distracción de alto nivel...Vuelo en la elíptica!

Esta es la primera canción con la que te topas en #Empire. Después…sigue la música. Estoy enganchada total e irremediablemente a este serie de TV y, de momento, la Operación-del-Bikini-de-los-huevos está siendo más o menos pasable. Y encima, con mucha ( y buena) música.

Si estáis «sin serie» , esta es la serie.

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Pués eso, la Operación Bikini… ; – )