Paisaje, descanso, sol, flores,… La Semana Santa, la primavera y las vacaciones. He hecho lo mismo que todos esos seres humanos que he estado viendo en la televisión en la sección de actualidad nacional. Unos días de desconexión placentera que se parece mucho a lo de antes del virus…
Pero nada es como antes. En las noticias de actualidad internacional, también he estado viendo a los que ya no tienen hogar, ni ciudad. A los que han muerto, a los que han herido, a los que siguen allí y a los que se han tenido que refugiar en otro país. Bombardeos, mísiles, destrucción y crimen. Pasan los días y no se intuye una solución.
Esta normalidad aparente pretendía enmascarar nuestra tristeza e impotencia porque ya nada es normal en estos tiempos que vivimos.
Y, aquí seguimos, esperando el milagro …de la civilización…
Según la RAE, un verbo simétrico es el que denota un estado, acción o proceso que requiere la participación de varios seres.
Por ejemplo: convivir, debatir,coincidir… También, combatir que está de actualidad, como respuesta a un verbo que no es nada simétrico: atacar.
Provocar una guerra es la manifestación más miserable del ser humano. Y se hace pensando en la asimetría del que domina y se cree vencedor, pero, al final, hay simetría en la guerra. Todos pierden. Todos perdemos.
Y, aún sabiéndolo, con la certeza de las consecuencias aprendidas de guerras pasadas, ahí estamos. Atacando, combatiendo…
Ahora, solo queda sentir una tristeza profunda. Y no hay verbo que la recoja.
Tantos días con la luna escondida tras las nubes que hoy mi cámara ha preferido el sol.
Es mejor momento porque aún hay luz, no como en la oscuridad de la noche en la que nunca descarto una visita de algún alienígena, interesado en saber más de nosotros.
Para mi sorpresa, es en esta fantástica puesta de sol cuando pasa. Aparece ante mí, un ser diminuto que dice venir de una galaxia de la que no entiendo el nombre. También se postula como una raza de inteligencia superior que nos pueden ayudar a mejorar. Solo debo contestarle a una pregunta:
¿Cuántas guerras hay en este planeta?
Me viene a la cabeza el conflicto de la pobre Ucrania, entre Rusia y EEUU y se lo digo. Pero pienso en Siria, Libia… Le pido que espere un momento y se lo pregunto a Siri.
Guerras en Yemen, Siria, Libia, Etiopía, Mozambique, República Democrática del Congo y Haití. Golpes de estado que pueden desembocar en guerra en Chad, Guinea-Conakry, Mali, Níger, Sudán y Myanmar. Conflictos serios como el de Palestina e Israel, el del Sahara, Marruecos y Argelia. También en Colombia y Nicaragua, entre otros.
Además, hay 32 países que representan un 28% de la población mundial que viven bajo una dictadura o régimen totalitario.
El pequeño ser me observa consternado. La siguiente pregunta era sobre los umbrales de pobreza, pero, ante la avalancha de guerras y conflictos armados, desiste de su misión.
Desaparece en su mini nave.
No he podido decirle que una de cada diez personas en este planeta vive por debajo del umbral de pobreza.
El próximo miércoles 15 de diciembre, en el canal de Youtube de Playing for Change, se celebrará un evento global que reunirá a músicos de todo el mundo para apoyar a las organizaciones que trabajan por la protección del medio ambiente.
«No importa quién seas o de dónde vengas, todos estamos unidos a través de la música.»
NB : La más mítica : Stand by me con Grandpa Elliot. Joya.
Hace tiempo que no aparecía en el blog “Playing for change”, el proyecto musical y fundación de Mark Johnson que reúne músicos de diferentes culturas, para fomentar la paz y el cambio a través de la música. Si no lo conocéis, vale la pena saber un poco más de esta fantástica iniciativa.
Me dicen que lo pase a una maceta más grande y lo hago, pero no aprecio mejoría.
Es como un mal presagio : el árbol que representa la paz hecho un desastre. Con lo maravilloso que sería que prosperara , como un símbolo de que la concordia sobrevive a la falta de riego o al exceso de agua, a las hojas viejas, a las plagas de insectos …
Hoy, cuando me acerco al arbolito , veo algo que no estaba ahí hace unos días.
Frutos de tamaño diminuto. Las mini olivas se han convertido en un buen presagio.
Cuando empecé a interesarme por la pintura ya de mayor y más por sus efectos terapéuticos que por mi destreza (que hoy en día sigue siendo nula) , me dio por el realismo . Intenté dibujar unas flores y aún recuerdo las risas de mi padre cuando vio aquella cosa que parecía un ramo de Ágata Ruiz de la Prada, pero dibujado por un niño. Entendí que la única forma de evolucionar ( si esa es la palabra para esto mío con la pintura) era ir a lo abstracto. A los colores y a las texturas.
Sigo con mi padre (al que le fascinaba cualquier manifestación artística si provenía de su hija) : él me animó y me estimuló a escribir, me inscribía a premios, me ayudaba con los relatos. Cuando me dio por comprar el caballete, los lienzos y los acrílicos, tampoco desistió de su actitud motivadora, aun sabiendo que las Bellas Artes no era lo mío. Él, siempre animoso, me propuso empezar poco a poco, en un lienzo pequeño y aprendiendo a mezclar colores. Me hizo inspirarme en un paisaje familiar y conocido.
Y salió esto.
Ha aparecido en el bloque de lienzos antiguos que hay en el trastero. Es pequeñito y me da mucha paz.