Las señales eran evidentes pero nadie prestó la suficiente atención…Ya había bastantes problemas como para reparar en esas largas colas de camiones en los peajes de la frontera. Se afrontó la noticia de la escasez de manzanas con naturalidad. Más tarde, la miel se encareció , poniéndose al nivel del precio del caviar iraní…

Ahí, a Flanagan se le activó aquel maldito sexto sentido… La miel era el único hábito saludable que le quedaba… Así,  honraba la memoria de su abuelo al que prometió tomar una cucharada de miel al día (acompañada de un Sol y Sombra, aunque eso no lo comentaba en público).

Nada lo había preparado para aquella situación.  El corazón parecía salírsele de la boca. No le extrañaría verlo estampado en el parabrisas de un momento a otro. Tum, tum, tum, tum. El coche iba dando tumbos por el asfalto lleno de curvas que no le permitía escapar de sus perseguidores. ¿Quién coño eran? …

Su vista dejó la carretera por un momento. En el asiento del copiloto, el Apicarium RX2000, botaba peligrosamente…Si se abriera… Aquel juguete de plástico para observar las abejas que le había regalado a su sobrino, se había convertido en foco de atención mundial. Periodistas, científicos, multinacionales e, incluso Presidentes de países poderosos, se habían interesado por las seis abejas que contenía el Apicarium RX2000. Bueno, ahora sólo quedaban dos. El resto yacían , muertas, en el fondo del cachivache.

¿Eso había sido un disparo? Sí, sí, sí… ¡Joder, ahora le estaban disparando!

Merikeit se lo había advertido : – Flanagan, tienes en tu poder las últimas abejas del planeta.

 Así que cuando cuatro de las abejas murieron repentinamente y un extraño artefacto atravesó la ventana de su apartamento, cogió el Apicarium RX2000 y las llaves del coche y salió volando. Y eso fue literal, ya que la onda expansiva lo catapultó casi hasta la puerta del ascensor del garaje.

Se había salvado de milagro y, con él, el Apicarium RX2000…

Tenía en su poder las últimas dos abejas del mundo… Volvió a mirarlas y… No… Allí ya no había dos…

Tenía en su poder la última abeja del mundo…

Otro disparo. Joder, joder, joder!

Algo le llamó la atención. Un destello que provenía de la siguiente curva. Aminoró la velocidad. ¡Lo iban a alcanzar! Volvió a ver aquel rayo brillante y comprendió que otro coche estaría bloqueando su camino. ¡Lo esperaban! ¡Era una emboscada!

Y gritando “Me-cago-en-la-mierda-de-abeja-de-los-huevos”, dio un volantazo y :

 Opciones para continuar: The last bee

 1)     Flanagan se sale de la carretera (es de dos carriles y tiene un frágil muro de protección) y el coche se precipita al mar . (Es una carretera de la costa).

 2)     Flanagan entra en un sendero de cabras que ha visto de repente. Es muy, muy estrecho y el coche que lo sigue tiene serias dificultades para acceder al camino.

 3)     Flanagan frena en seco y sale del coche con las manos en alto. En una de ellas, sostiene el Apicarium RX2000.