
Fue refrescante y dejó un ambiente limpio.

Fue una lluvia perfecta: ni mucha, ni poca…La suficiente para dejarme este rastro de gotas…

Refrescante…


Fue refrescante y dejó un ambiente limpio.

Fue una lluvia perfecta: ni mucha, ni poca…La suficiente para dejarme este rastro de gotas…

Refrescante…

Llevo unas semanas de caos meteorológico: mi instinto ancestral ( tipo el de los elefantes y sus manadas) me guía en una ruta equilibrada por las estaciones. Pasado el calor ( mucho o poco) del verano, la cosa se suaviza y se enfría para pasar un otoño de esos en los que te apetezca comer castañas calientes… Saco ropa de abrigo (que, en Barcelona, es ligera durante todo el invierno, no nos engañemos), los foulards envolventes, las botas de ante, etc, etc…Pero… A 22º C de media.

Así las cosas, hago caso omiso a las predicciones meteorológicas. “Bajarán las temperaturas 10º” y yo pienso, “Ya, seguro”.
“Lloverá “ y no llueve así que no me preocupo por el paraguas.
“Vienen fuertes vientos” … Ja!
Ha sido toda una sorpresa que, la noche de fotografía lunar, se cumplieran esas previsiones de viento, frío y tormenta. Cuando he colocado la cámara en el trípode, he sentido el rumor del viento. Parecían las olas de un mar. Mi fina camiseta de manga larga, no ha sido suficiente para mi momento foto. He tenido que ir a buscar prendas de refuerzo. Increíble. Ya me había acostumbrado al veroño.
Por último, al girarme para mirar el cielo en el lado opuesto de las fotos, una preciosa tormenta eléctrica me ha deleitado con sus fogonazos de muchos tonos de blanco y azul. Se estaba acercando … Lloverá…
Son mis primeras fotos de la luna en otoño, de verdad.

Hoy leía que iniciábamos, hasta el 16 de julio, la conjunción de la Luna, Marte y Saturno. Que sería muy fácil observarlo a simple vista, que se podría fotografiar… Estaba dispuesta a ello, con mi preciada cámara, el trípode, una banqueta… En fin, mi atrezo-de-fotógrafa-casera-en-su-momento-zen, pero… No ha podido ser…
LLueve.
Muchas nubes en Barcelona.
Una lluvia increíblemente refrescante.
Tras varios días de calor apabullante y un severo déficit en mi sistema de termorregulación, la noche se presenta agradable. Un suave viento pone la guinda del pastel…
No. No podré hacer las fotos…
Pero fotografié la luna de ayer…
Aviso Urgente: Se busca mujer de mediana edad, ataviada con un chubasquero amarillo y unas botas de agua de color azul.
Zona Puerto.
Paciente del Centro Psiquiátrico Luces.
Telef….
Donde yo vivo, llueve muy poco. Tan , tan poquito que no es necesario tener unas botas de agua . Esta se evapora, rápidamente y tamiza la tierra pero no la encharca…Nunca , jamás, he necesitado unas botas de agua así que considero un fenómeno inexplicable , la irresistible atracción que sentí por esas , las de color turquesa… Me sorprendí a mi misma, babeando delante del escaparate de aquella tienda de prendas de segunda mano. Vintage, me corregiría mi hermana…
Cuando entré, decidida a probármelas, un chubasquero de un color amarillo estridente captó mi atención. Era de mi talla y me lo puse, mientras me calzaba las botas de agua. La imagen que me devolvió el espejo del probador, era impagable. Estaba a medio camino entre un pescador y un payaso… Ridícula en esta tierra seca… No obstante sentí que me daba igual y que tenía que adquirir ambas piezas. Lo hice. Es más, salí de la tienda “vintage” con ellas puestas…
De camino a casa, me encontré con una vecina especialmente odiosa, conocida por saber todo de todos y de todo y criticar a destajo a esos todos. Me inspeccionó, observándome de arriba abajo y con voz despectiva me preguntó por qué llevaba un chubasquero. Sin dar tiempo a articular mi respuesta del cerebro a la boca, me oí decir : Por qué me da la gana, señora. La vecina, tiesa como el palo de una escoba, me respondió que me quedaba horrible y que hacia el ridículo, en un día tan radiante. Y me pasó lo mismo. Mi voz se activó y dije : Me da igual lo que tú creas, vecina cotilla. Seguí caminando, haciendo un extraño chof –chof con mis botas de agua y un suave frus-frus con mi chubasquero. Deseé llegar a casa y , como por arte de magia, me encontré a las puertas de mi edificio…
En el rellano de mi casa, me estaba esperando mi hermana. Por la postura defensiva, supe que su visita era problemática. Me acerqué a ella y me lanzó su discursito habitual sobre asuntos domésticos. Su voz me llegaba lejana. Sentía como todo lo que me decía, me resbalaba literalmente…A su inquisitoria pregunta ¿Me estás escuchando? , mi voz renovada la invitó a irse y le confirmó que lo que me estaba diciendo no me importaba ni lo más mínimo. Un pimiento, para ser más exactos.
Ya en casa, recibí varias llamadas telefónicas. Mi ex, mi ex suegra, mi jefe…Quejas, reproches o amenazas…A todos, les indiqué que no tenía ningún interés en lo que me decían. Cada vez que colgaba el teléfono, me invadía un estado de suprema satisfacción.
Me percaté que durante todo este tiempo, no me había sacado el chubasquero…Acaricié el plástico rígido y brillante y pensé que sería una buena prenda para los lluviosos Highlands Escoceses, por ejemplo. Siempre había deseado ir allí. Y, claro, fue abrir los ojos y estar en el centro de un paisaje verde profundo, con unos acantilados preciosos y una lluvia densa que resbalaba por el cuerpo, enfundado en el chubasquero amarillo.
Empecé a andar, sin saber muy bien qué hacer a continuación cuando mi mirada se demoró en mis chorreantes botas de agua…Pensé que en casa, estaría seca y calentita… Y allí aparecí.
Tarde unas horas en darme cuenta … Lo que me ocurría era tan, tan prodigioso que me parecía imposible. ¿Me estaría volviendo loca? Decidí confirmar mis sospechas: Mi ex. Un ser odioso. Sus palabras me irritaban. Todas. Un simple “Hola”. Lo llamé y provoqué su ira. Como era de esperar, su respuesta fue desmesurada y…odiosa . Lo que siempre me dejaba hecha un ovillo, un mar de lágrimas con ataque de ansiedad incipiente, se convirtió en indiferencia. Lo que me decía aquel tipo me traía al pairo.
La segunda prueba fue más divertida . Me imaginé en Nueva York, París y Tokio y…allí estuve.
Así que, finalmente, me di cuenta que el chubasquero me protegía emocionalmente .Lo positivo, lo seguía percibiendo con la misma intensidad pero lo negativo… resbalaba , literalmente. Y, después, estaban las botas. En realidad, un artefacto mágico para tele-transportarse por el mundo…El único inconveniente era que en el lugar al que me trasladaba, siempre, siempre estaba lloviendo pero tampoco era para ponerle pegas al invento.
Hice de mi chubasquero amarillo y mis botas de agua azules, mi uniforme de vida. Sólo me lo sacaba para dormir…
Al final, consiguieron internarme en este lugar. Al llegar , me vistieron con un horrible camisón de hospital pero, tras una semana simulando ataques de pánico, he conseguido que mi terapeuta acceda a realizar las sesiones con las prendas puestas. Cree que estaré más tranquila y relajada.
Se acerca la hora. Oigo a la enfermera . Abre la puerta y deja mi chubasquero y mis botas a los pies de la cama.”En 10 minutos, tienes la sesión con el doctor”. Cierra la puerta.
Ahora , sólo tengo que escoger un destino.
NB : Este relato lo publiqué en el 2012. Aún están buscando a la mujer del chubasquero amarillo y las botas azules… Si la veis por ahí, no la delatéis…
Una lucha enconada. Choque de trenes. Uno que no se quiere ir, el otro que quiere entrar y no lo dejan.
El clima está como el mundo…
El verano decidiendo que este año, mira, se quedaba un mes y medio más.
El otoño, asombrado (el verano le dio con la puerta en las narices), no ha sabido cómo reaccionar.
Hasta hoy.
El otoño está hasta el otoño que lo llamen veroño (palabra nueva, muy aguda, de la fusión de verano + otoño).
El verano ya ha tenido su momento de gloria, así que ni veroño ni veroña. Se ha puesto firme y ha desplegado lluvia, granizo y viento.
Otoño. Y punto.
Y me gusta (o me gustaba ) la lluvia pero, tras 72 horas del repique de las gotas de agua, en todos los tonos de la escala musical, repetidos en bloques y sin descanso, empiezo a pensar que llueve mucho… He compadecido a la gente de Seattle. Recuerdo que Frasier, mi psiquiatra favorito, siempre se quejaba de que en esa ciudad, llovía nueve meses al año…
También he pensado en construir un Arca. Y en cantar bajo la lluvia, mientras bailo con una farola ( tengo una cerca). Setenta y dos horas de agua, dan para pensar mucho… ¿Y si nunca deja de llover? ¿Me quedará el pelo, modelo bruja electrizada, todos los días? ¿Puede llegar a desaparecer la arena de la playa? ¿Ya no tendría que regar mi huerto?
¿Se acabó el túnel de lavado (lo odio)? ¿Mi coche siempre estará limpio? ¿Es el fin de los incendios forestales?¿Se recoge todo esta agua para paliar las sequías? ¿Esto no era en abril? ¿No pueden compensar toda esta lluvia gratis, en la factura del agua? ¿Me funcionará correctamente algún paraguas, alguna vez en mi vida?
¿Es esto un Brainstorming del cielo?
#noparadellover
Nunca se supo que pasó aquella tarde…No había tormenta, ni aguacero, ni rayos, ni truenos… Caía una lluvia suave pero incesante. Parecía no tener fin…
Se dice que lo que ocurrió fue culpa de una sola gota.
Esa gota, con vocación de gota malaya, cayó sobre él y, entonces, la que había sido su “otra mitad”, lo abandonó, precipitándose al vacío.
Todo el mundo lo recuerda. Fue en el año 1911…
Desde ese día, la ventana blanca, está cerrada.
Ahí vivía el hombre que abrió la ventana para oler la lluvia y murió por el impacto de un trozo de alféizar, que cayó del piso superior.
Ahí quedaron, la ventana cerrada para siempre y el alféizar enfermo de desamor.
Y todo por una gota, esa que » colma el vaso» …
Al principio, ha sido un poco caótico ( y mojado). No soy anti- días- de -lluvia. Más bien, todo lo contrario. Me gusta esa luz gris y el olor a hierba fresca pero, claro, todo esto visto desde una , perspectiva ideal : ¿Desde una ventana? ¿Sin tener que chapotear por el asfalto, por ejemplo?
El inicio del día ha sido uno de esos Mr.Bean. Los tengo clasificados : Los Días Grrr! son malos, los Felices ya se identifican por sí solos y los Mr. Bean, son días esencialmente torpes. En realidad, no es el día , soy yo pero…es mejor echarle la culpa al karma. ; – )
Hoy, por lo menos, era consciente de mi paraguas ( gracias al post del otro día) y sabía , debía, estaba obligada a sacarlo del maletero y dejar que se mojara un poco. La primera fase de la mañana ha sido la de las prisas. Cuando se inicia rápido, todo para confabulado para desbordarse. El paraguas, claro, en el maletero. De mi casa al coche, sin paraguas: el pelo, ya loco. Una vez llego al coche, me percato que las llaves que creía tener en el bolsillo –perfectamente-localizadas-para-abrir-rápido, son las de casa. Llueve. Vale. ¡Qué bien! Hacía falta.( Eso es lo que hoy , va diciendo todo el mundo ; – ) )Meto la mano en mi súper-bolso bandolera, king size, y empiezo a buscar al tacto. Las llaves, no están en el lugar habitual ( el bolsillito interior) y hoy, precisamente hoy, el bolso está lleno de cosas ajenas o poco habituales. Me mojo pero ya me empieza a dar igual…¿Sabéis esa posición, con la pierna a medio alzar, aguantando el bolso mientras rebuscas y te desesperas porque encuentras de todo menos las malditas-llaves-del-coche? Al final, en una solapa trasera ( que utilizo poco), noto una forma prometedora. Localizadas. Me saco el bolso por la cabeza y se me levanta la chaqueta. Abro el coche, tiro el bolso ( de malos modos, confieso) en el asiento del copiloto y observo, como el contenido se desparrama…profusamente. Confirmo que he olvidado cerrarlo.
Cuando llego a mi destino, ya más conformada y casi seca, aparco ( buena señal!) y voy a pagar al parquímetro ( conocida por “la máquina de pagar” ). Antes de esto, he recogido monedas y tickets que he colocado como he podido en el monedero (también desparramado) y ¡He cogido el paraguas! Al llegar a la máquina infernal, no he sé qué hacer con el paraguas. No lo puedo sostener ( ni en ese formato garra-axilar) y es tan grande , que molesta a los que pasan por mi lado, con paraguas de tamaño normal. Seleccionar las monedas, en aquel amasijo de tickets y papeles ha sido muy difícil. El paraguas, molestando. Dos personas a mi espalda, esperando su turno en la máquina… He cerrado el monstruo y lo he apoyado en la maquinita. Se ha caído. Lo he recogido. Mirada taladrante que notas en la nuca y encima, lloviendo.
Al final, lo he conseguido. A partir de ese momento, he sido consciente que mi paraguas sólo es apto para grandes avenidas. Mi paseo se ha convertido en un sano ejercicio de driblaje , acompañado por algún movimiento de paraguas ( tipo, lo-tiro-para-abajo-para-dejar-pasar) y como era de esperar, en uno de esas, he bajado el paraguas justo debajo de uno de esos chorritos de agua, ya con su caudal, que crean algunos balcones y terrazas…Ha habido un momento que ya me daba igual si me mojaba o no. Me era tan indiferente que he estado mis buenos diez minutos, paseando con el paraguas sin que lloviera, hecho del que me he percatado al ver que no había más paraguas que sortear y que la gente, paseaba ya, a cabeza descubierta…pero, claro, iba yo concentrada en no herir a nadie con el mío…
Los Mr.Bean se han ido sucediendo hasta el mediodía. Ahí, ya me he estabilizado y la cosa se ha normalizado.
Esto me ha hecho pensar en la célebre “Cantando bajo la lluvia”. Más que por su referencia evidente a la lluvia y a empaparse, por su poder de insuflar optimismo. Es una de las películas más utilizadas en terapia, por su contenido vital y positivo y que se alcanza su máxima expresión en la escena central , el famoso baile-chapoteo de Gene Kelly. ¿Qué nivel de felicidad debes alcanzar para andar( bailando) a través de una tormenta, con un paraguas cerrado y encantado de la vida? La lluvia se asocia a días grises y a la tristeza y, justamente, lo que hace el protagonista es actuar como si luciera un sol radiante, un símbolo de la felicidad… Si la ves, es inevitable que te contagies de ese optimismo bailarín. Transmite ese buen rollo, de forma muy potente… No creo que existan muchas personas que no hayan visto esta peli, pero es posible que no nos hayamos recreado en esta escena, sabiendo que podemos absorber parte de esa positividad. Es un buen anti – yuyu-de-bajón.
Curiosamente, esa no era su misión. La película se creó en base a las canciones disponibles para el musical (mandaban las canciones) y no fue hasta el último momento que no se planteó la escena de rodar , realmente, bajo la lluvia .En realidad era agua con una composición salina ( algunos dicen que leche) para que fuera más blanca y la cámara la captara mejor. Gene Kelly, la ensayó hasta la saciedad ( el tipo era muy perfeccionista) y consiguió rodarla en una sola toma ( esta “tontería” es…¡increíble!). La leyenda dice que el bailarín llegó al estudio con 40º de fiebre y debilitado pero que , aun así, clavó el bailecito pero…como no se oían suficiente sus zapatos ( recordad que estaba hecho polvo) fuera de cámara había dos bailarinas de claqué que reforzaban los pasos de Gene Kelly para que se oyeran más.
De momento, yo nunca he salido a “mojarme” bajo la lluvia, en un estado de felicidad total. No me ha pasado nunca (deberé trabajar en esa área; – ) ). Lo mío con la lluvia, viene a ser más de día Mr. Bean pero no pierdo la esperanza. Y si me pasa, me pienso marcar el bailecito tipo Gene Kelly.
Les encanto…Vienen a mí , siempre. No importa que haya más personas a mi alrededor : soy yo la que atraigo.
Intento evitarlo. Me protejo, escondo cualquier centímetro de mi piel que sea vulnerable pero siempre hay un resquicio que se me escapa o un momento de esos de «bajar la guardia». Ayer por la noche, por ejemplo. Cena y una copa en un jardín. Relajante y agradable hasta que me dí cuenta ( demasiado tarde) que no me había rociados las piernas y los brazos con Repelente de Mosquitos. De estar en estado zen, pasé al estado semi-histérico de «necesito-After Bite -o -colonia-o -alcohol».Picaaa!..Los mosquitos tigre (que más que picar, taladran) me dejaron esa anestesia natural que cuando pica y te rascas, se esparce por la piel y pica más ( me he informado)…Les gusto, de eso no hay duda. Fui la única que sufrió el ataque…Los otros, seguían relajados… Sin un roce…
Este mediodía, he asistido al espectáculo «Qué pesadas están las moscas!». El cielo estaba gris, encapotado , pesado…Aún no ha llovido pero la atmósfera lo va anunciando, poco a poco.
Mi lucha de este verano, ha sido con los mosquito tigre pero…las moscas…Esas me han dejado en paz. Hasta hoy… Qué horror!. Esas moscas cojoneras, persistentes que no te dejan tranquilo . De esas que son una o dos pero parecen cien…Y mientras comes…
Tras exterminar al último ejemplar, he dicho : «Están muy pesadas , por la lluvia» y entonces, el espíritu de Mafalda se ha apoderado de mí y he preguntado : ¿Qué tendrán que ver las moscas y la lluvia? .
En mi entorno, nadie me ha sabido responder así que he buscado la razón por la que asociamos : moscas pesadas = lluvia. La explicación científica, le quita un poco de magia a la mosca . No es una adivina, no tiene un receptor de borrascas integrado en su sistema nervioso…Simplemente, se vuelve más pesada y le cuesta volar. Va rasa e intentando posarse en cualquier lugar para evitar el esfuerzo.
» (…)Pesadas en el sentido físico de la palabra, a causa del aumento significativo de la humedad ambiente, lo que debido a su pequeño tamaño, les supone un incremento considerable de peso que les lastra a la hora de emprender vuelo.
Por otro lado, las borrascas se caracterizan por las bajas presiones atmosféricas, con lo cual, el aire tiene menos densidad, por lo que al batir las alas desplazan menos cantidad de aire, lo que también dificulta el vuelo.
Estos son los factores que hacen que las moscas quieran estar posadas en cualquier lado y se nos pongan encima todo el rato, incordiando hasta la saciedad. (…) Muy Interesante.
Y como Mafalda aún no me había abandonado, me ha dado por seguir un par de artículos sobre moscas y me he encontrado este interesante relato de Juan José Millás, «Biografía de una Mosca», que fue publicado en El País.Muy bueno.
Las moscas ya se han ido…
Han levantado el vuelo y han escapado. El gris es, ahora, azul clarito, y el nubarrón se ha alejado hacia el mar… Ahora, es el momento de los «tigre» pero, hoy, estoy preparada…