
Estudio de Chris Ofili
Una de las cosas que está en mi “Agenda de Pendientes” (en la sección que no es de viajes) es la de tener un estudio para pintar…alocadamente.

Estudio de Picasso en París
Si puede ser : grande, en medio de la naturaleza ( con preferencia vista mar), ventanales inmensos y un suelo de cemento rústico que se pueda ensuciar de mil colores de pintura. Esa es la clave: que sea muy ensuciable.
Este es el de Joan Miró.

Hace unos años, visité la Fundació Miró y me dejó noqueada con el color y la esencia de lo que allí se respiraba. Una experiencia magnífica.


Uno de los cuadros que más me gustan es este de 1968. Su título aún me gusta más: “El vuelo de la Libélula ante el sol”.

Con Dalí tengo una relación muy especial. A mi padre le fascinaba el pintor y el personaje.

Cuando pintaba en su estudio en Portlligat, lo que veía por la ventana era esto…

Recuerdo un libro que le regalaron con las reproducciones de sus cuadros a todo color y en gran formato. A veces, entraba en su despacho y me dedicaba a pasar las hojas de ese libro, deteniéndome en los cuadros que me llamaban más la atención. Mi preferido, sin ninguna duda, era “‘Dalí niño levantando la piel del mar para ver el perro que duerme bajo el agua”’ (1950) que para mí era “El del perro”.

Recuerdo como me fascinaba que el perro estuviera durmiendo ahí debajo… Surrealismo de la infancia.

Viendo el estudio de Munch, puedes llegar a entender lo de su famoso cuadro “El grito”. Nunca me ha gustado esa obra y supongo que es porque transmite una angustia y un mal rollo muy intenso y ese pack de desasosiego, que es lo que no me gusta, justamente es lo que la convierte en una gran obra de arte.También por este motivo no voy a utilizarla en este post. Prefiero “Beso junto a la ventana”, también de Munch.

Estos cuadros coloristas (y muy especiales) son de Yannima Pikarli Tomy Watson , pintor aborigen australiano.


Su “estudio” es uno de los que más me gustan…

Aunque en el mío pondría un sofá, como Monet.

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