
Siento la inquietud pandémica previa al confinamiento de la primavera pasada, así que me he dedicado a embadurnar un bastidor muy antiguo con pintura de pizarra.

Tenía una misión : hace ocho años me regalaron un móvil de viento. No emitía ningún sonido, pero cuando se movía al son del viento, una bolita de cristal tallado , que estaba insertada en el centro, pendiendo de un hilo, reflejaba la luz del sol, creando un juego de luces precioso.

El tiempo, el viento, la lluvia, el sol… No sé quién es el culpable, pero la bolita de cristal cayó al suelo. No pude volver a ubicarla en su lugar…
Así que ahora, sigue cerca del móvil, pero pegada a un bastidor embadurnado de pintura de pizarra en diferentes tonos tierra y gris.

Y yo me he calmado un poco…
NB : Así era el móvil…

Siempre nos enseñas cosas chulas.