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Una vez digerida la Navidad, toca enfrentarse al Fin de Año.
Llega el momento de las listas, de recordar los mejores momentos, de la recopilación de los eventos históricos del año que se va, de iniciar (o no, eso cada uno) un periodo reflexivo de lo que hemos hecho bien, mal y de lo que queremos para el año venidero (después ya veremos cómo va), de sentir la velocidad endiablada del tiempo…
Una fecha que es simbólica para unos y, para otros, es un día más en ese discurrir de semanas y meses encadenados.

Foto de Julia Kuzenkov en Unsplash
Lo mío no es muy trascendental y lo celebro con fresas. Por mi odio a las uvas, tipo el de Mafalda a la sopa, me tomo mis 12 piezas de fresas (los fresones grandotes se deben partir en dos para ir a buen ritmo) y lo que le pido al año que empieza es: acierto para capear lo que pueda venir y predisposición para disfrutar de lo bueno que espero que venga.
Eso es lo que os deseo a todos para el 2023: acierto en la gestión de la vida y predisposición para disfrutar de todas sus cosas bonitas que suelen estar siempre ahí, pequeñitas y simples, pero no sé por qué, muchas veces no las vemos…
Y, un deseo para el mundo, aunque desgraciadamente ya es un concepto utópico, la paz.
Que la dejen salir de su caja.
