Los Objetos Imposibles

 

sofaEs la casa. Creo.
¿Será la casa la que convierte los objetos?…
¿Qué les pasa a estos muebles?
El sofá se me sube por las paredes.
Una silla se me pone en plan obsceno… ¿O me hace una peineta? No sé.

sillapata

La blanca, de lamas,  me intenta agredir cada vez que me acerco.

silla hieero

Y la silla de la cocina, esa silla…Se desploma cada vez que voy a sentarme.

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Los cubiertos han mutado…

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Durante semanas he estado buscando información en la Biblioteca Municipal. He investigado todo: fecha de construcción, reformas, censo de propietarios e inquilinos, estado del terreno antes de edificar…
A mí me marcó Poltergeist y, cuando empezaron estos episodios, pensé: “Ya está, cementerio, tierra sagrada”. Reconforta tener una explicación, aunque no encaje. Pero no: ni tierra sagrada ni rinconcito místico—eran campos de patatas.

La casa —un bajo esquinero adosado— se levantó en 2003, en una urbanización de alto standing con piscina comunitaria. Hablé con los antiguos dueños: nada raro.
Aquí, además, nunca pasa nada… “Es todo muy tranquilo” —dicen los vecinos—.
Salvo una novedad: han inaugurado, a pocos kilómetros, un gran outlet de mobiliario.

Desde entonces, mis muebles y el menaje, están a la defensiva. Se mueven, gruñen, posan. No es poltergeist: es una revolución.
Han oído lo de “renovar por menos” y no quieren acabar sustituidos por madera hueca y barniz de oferta.
Algunos, incluso, han empezado a imitar a los objetos imposibles de Jacques Carelman, como si la rareza les garantizara el puesto.

 

Les he propuesto un trato: se quedan si firman la paz. Nada de trepar paredes ni peinetas. A cambio, prometo no meter nada del outlet. Creo que están dispuestos a negociar.

 

Alquiler.

De tanto decirme que vivo en las nubes, he decidido ir a una inmobiliaria de nubes para ver qué tienen en alquiler.

No lo tengo fácil.

Cada vez más gente se va a vivir a las nubes y los precios van al alza, a una velocidad vertiginosa.

La compra está descartada: no se puede comprar una nube. No hay manera de inscribirla en el catastro ni de ubicarla en el mapa y, entonces, no se pueden cobrar impuestos; así que solo hay alquiler y el llamado «turístico», por días e incluso por horas.

Me parece que me voy a elegir esta gordota de la derecha. Tengo una vista espectacular del cielo azul, sin otra nube indiscreta que me incordie…

Cosas Horrorosas, de vuelta.

Volvemos con otro capítulo de Cosas Horrorosas. Lo sé: suena duro, pero es la etiqueta que mejor encaja con estas piezas desafortunadas que encuentro por ahí.

Este retrovisor que sostiene la mano de un esqueleto. Igual se le ocurrió para Halloween.

Unos zapatos barefoot, literales y holgados.

No hablo solo de fealdad; hablo de objetos que, por diseño, materiales o intención, producen un pequeño escalofrío estético. Por lo menos desde mi mirada subjetiva.

El cojín de ganchillo da para un a película de terror.

Aun así, entiendo que habrá quien disfrute de su rareza o su humor involuntario. Me ha pasado un poco con esta lámpara gallina. El concepto es feo pero me ha hecho sonreír…

Me olvidaba de este gato de la suerte, que por el tamaño de su pata-brazo, se ha utilizado sin descanso.

Jardines que fueron.


Saludo a una vecina en la panadería. No tenemos mucho trato, pero durante años nos hemos intercambiado frases corteses.
Es una mujer mayor, agradable y educada, que habla con un marcado acento francés que la hace aún más encantadora. La llamábamos “la francesa”, aunque su nombre es Marie.
Se va a vivir a Francia, a su pueblo natal, y ha vendido la casa.

La noticia me impacta : la casa de la francesa ha sido un mito en mi vida. Ella pasaba horas en el jardín y desde allí nos saludaba. Ni la casa ni el jardín son grandes, pero todo encaja: los pilares del porche con la glicinia enredada, los maceteros de terracota velados por el tiempo, el lila suave que colorea la tarde. Hay laureles, lavanda y romero; algún granate entre los arbustos.
El limonero ya es enorme, como el roble bajo el que se adivina un sillón. Plantó rosales, hortensias y varias clases de jazmín. El aroma te invade al pasar.

Es un jardín salvaje y mediterráneo. Una maravilla.
Y esa es su pena: dejarlo.

Marie dice que la casa no le importa, aunque allí haya sido feliz. Lo que le duele es el jardín. Se necesitan años de cuidados para armar ese puzle de flores, arbustos y árboles; solo el tiempo y la dedicación logran esa armonía de colores y perfumes.
En unas semanas, otras personas ocuparán la casa y ella está muy disgustada: se ha enterado de que quieren arrancar la trepadora del porche porque, dicen, favorece roedores e insectos.

«Si pudiera, me llevaría el jardín conmigo», nos dice antes de despedirse, amablemente, como siempre y para siempre.

La casa de la francesa ya no será la casa de la francesa.
Al atardecer, cuando retiren la glicinia, el porche dejará de teñir de lila la pared y el jardín, por primera vez en años, ya no nos saludará.

Piedras que vuelan.

Esta no es una idea original. Una amiga me envío un vídeo con unos cuadros muy bonitos y muy bien ejecutados con piedras de playa.

Ella sabe que me gusta pegar cosas en los bastidores. También que vivo cerca de la playa y acumulo piedras y cristales pulidos en botes de vidrio.

Me quedé prendada de la idea pero, por cosas de mudanza, no encontraba la caja con mis piedras.

Hasta el otro día.

Y no me pude resistir…

Arte abstracto, dirían los pájaros…

El grillo.

Todas las noches de esta semana me acompaña un grillo. Es un sonido que no invade, que deja espacio , que reconforta aunque sea un chirrido.

En verano era otra historia. Entonces eran las cigarras, con ese zumbido implacable que lo que llenaba todo. No había silencio, ni respiro. Como si quisieran recordar que el calor no perdona. Aquello no era compañía o evocación veraniega, era estruendo.

Quizá por eso ahora agradezco tanto al grillo. Porque su voz no me molesta. Porque no me recuerda al calor que aplasta, sino a la calma que queda cuando por fin refresca.

Me gusta este inicio de este otoño…

Hagamos el humor..

Humor o humorismo (del latín: humor, -ōris) es definido como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas.

El viernes es un buen día para hacerlo…

 

Una de excelentes ilustradores.

Ahí va.!

De la argentina María Emilia Cicoria (Mariasemilla). Simplicidad muy efectiva.

El  ilustrador danés, HuskMitNavn, en 3D, alta tecnología.

Y el ilustrador chileno,  Inges Bizama Toledo (Ingesman), que fabrica, con lo simple , una sonrisa.

 

Ladrillo en flor.

Pobre ladrillo. Lo odié durante las reformas: ladrillos, ruido, polvo.

Pero, al final, empecé a mirarlo de otro modo. Esos agujeros ordenados son muy estéticos, aunque sea un ladrillo… Busqué por qué están ahí: aligeran y ahorran material, permiten una cocción más uniforme, crean cámaras de aire que aíslan y, además, dan agarre y resistencia.

Cuando por fin terminó la obra, me enseñaron los que habían sobrado. Al verlos, amontonados y olvidados, decidí llevarme uno como recuerdo, como celebración de que ya se había acabado el ruido y el polvo.

Lo pinté, le pegué una pieza circular y coloqué ramas de plantas aromáticas en sus huecos. Ahora es un secadero natural de romero, tomillo, lavanda y menta.

Un homenaje al ladrillo: empezamos mal, hemos acabado bien…

1 de Agosto.


Como cada año, El Blog Imperfecto se va de vacaciones. Quiere hacer fotos, leer, pintar o no hacer nada, que también está bien.


Me dice el blog que desea que, en septiembre, por algún suceso cósmico o místico, el mundo esté mejor. No le he dicho que la magia no existe, para que se vaya tranquilo. Pero yo también quiero lo mismo.

Así que, esperando el milagro, os deseamos unas felices vacaciones.
Nos leemos a la vuelta.