Estelas.

En el cielo siempre hay cosas que fotografiar: los pájaros, el azul sólido o el gris plomizo, las nubes en sus múltiples e inagotables formatos y cambios, los atardeceres, las puestas de sol, la luna y todas sus fases, … Lo natural.

Pero, al mirar hacia allí arriba, también te encuentras estas estelas. Lo artificial.

Son las estelas no sostenibles. Las que contaminan el cielo. 

También, las de la hipocresía: esas que me alarman cuando las veo, pero en las que ni pienso cuando soy yo la que va en el avión. 

Hoy, podemos volar sin restricciones y somos especialistas en el exceso, así que vamos a tope.

Estela va , estela viene.

Lo artificial imponiéndose a lo natural…

Cantando bajo la lluvia, literalmente.

Foto de Saffu en Unsplash

Por fin, un día de una lluvia copiosa y constante.  Era muy esperado, pero no estaba preparada. Ya hace un tiempo que perdí la fe en las previsiones meteorológicas. Tanto, que ni siquiera tengo controlados los paraguas de mi casa, que, por desuso y vejez, están en condiciones deplorables, de las que solo he sido consciente, en este día de lluvia inmejorable. El único “abrible”, el más feo, por supuesto.

Así que, con el paraguas psicodélico y capucha, por si acaso, he decidido salir caminando. Total, mi destino era cercano. La ida ha sido fluida. Me gustaba ver llover, sentir el olor a lluvia. ¡Por fin! 

Foto de Gage Walker en Unsplash

La vuelta, ha sido cantando bajo la lluvia. Literalmente. Porque ha empezado a llover con más fuerza, pero he estimado que quedaba poca distancia. No me ha importado, meter mis pies en el agua, porque ha llovido tanto que las calles no podían absorber la lluvia y parecía caminar en un charco continuo. Ha llovido tanto que, con capucha y paraguas, he llegado a casa totalmente empapada. 

Ha llovido tanto que, el sonido de la lluvia ha hecho que no oyera bien por los auriculares, que subiera el volumen y que me viniera arriba cantando alguna de las canciones de mi playlist, cosa que me ha hecho ver mi vecino mientras abría la puerta, sosteniendo el paraguas psicodélico y como si me hubiesen echado varios cubos de agua encima.

Ha llovido tanto que solo me ha faltado bailar bajo la lluvia.

Cantar, ya lo he hecho.; -)

El banco.

El día es nítido y la temperatura agradable. El mar absorbe la mirada y la lanza en dirección al infinito. Quieras o no quieras, el cerebro recibe el input y te envía una gran ola de calma. 

Estoy un rato mirándolo. Y, después, lo quiero fotografiar. Avanzando unos metros por el Camí de ronda, llego al mirador. 

El mejor banco está ocupado.  No importa. Tengo la foto y es algo más que la de un banco mirando el mar. 

Hay algo que no se ve en esta instantánea: el reencuentro, la alegría, la expectativa, la ilusión, las ganas y la juventud. Hay que añadir el sonido del mar, el olor a sal, la risas y el día brillante, como diciéndoles: “Hasta el infinito y más allá.”

Sigo el camino sonriendo. La alegría se contagia y, tal vez, también, la esperanza. 

En ese banco está el futuro…

Ni luna, ni luno.

Las nubes han tapado la luna llena.

No hay foto y ya no cumpliré con mi objetivo de una fotografía por cada luna llena del año.

Foto de <a href="http://Foto de Valery Sysoev en Unsplash

Pero es una buena noticia. Muy buena.

No veo la luna pero hay nubes cargadas de agua y llueve. Lo hace de manera constante y suave .

Desde aquí me parece oír a árboles , a arbustos , a plantas, a huertos y a flores cantando de alegría. Si no fuera por sus raíces creo que hasta bailarían.

N luna, ni luno, lluvia.

Por fin llueve por aquí, luna.

Foto de <a https:="" unsplash.com="" es="" href="http://Foto de Marc Zimmer en Unsplash

Esperando la luna llena…

Saldrá esta noche.

Y mientras espero, voy a por el sol.

No importa esperar a la luna…

Un puntito minúsculo.

¿Sabes cuando estás preocupado por una o muchas cosas que te parecen importantísimas y, entonces, pasa algo que sí que es importante de verdad y te das cuenta de lo minúsculas e insignificantes que eran esas cosas que te quitaban el sueño?

Foto de la NASA/ESA de la sonda Cassini, en 2013, en misión de exploración a Saturno.

A 1440 millones de Km de distancia, se tomó esta instantánea. La tierra es ese puntito minúsculo.

Y aquí estamos, poniendo todo de nuestra parte para que el puntito sea aún más insignificante.

La Luna de la nieve.

Segunda luna llena del año.

Te llaman la de la nieve.

Habrá lugares en los que seguirá vigente la nomenclatura porque habrán visto estas lunas de febrero en paisajes y montañas nevadas. Donde yo habito, este año, no hay nieve. O muy poca. Las montañas que antes veía nevadas son grises… Tendremos que ir pensando en cambiarte el nombre. ¿Luna seca?

Este mes, te hemos enviado otro aparatejo humano hacia allí. Esta foto, pues, contiene una cosa que no veis, pero está ahí. Se llama Odiseo. Es una nave privada americana de la empresa Intuitive Machines y ha recorrido más de 1 millón de kilómetros para llegar al cráter Malapert A.

Va a estudiar las condiciones ambientales de la atmosfera lunar, en su polo sur, donde hay hielo, para ver como enviar allí a nuestros astronautas. Es un primer aviso de que pronto vamos a ir para allí. 

Empezaremos a poner fronteras, a pelearnos por si ese cráter es tuyo o mío, a repartirnos los recursos según el primero que haya llegado y pueda hacer más negocio y no nos importará agotarlos. Ten cuidado, que allí donde vamos y estamos arrasamos. 

Al final, luna seca va a ser un nombre adecuado…

Cloud-walker.

Nefe era una mujer encantadora. Algunos dirían que era una soñadora incansable, de ese tipo de personas que viven en una realidad distinta pero mejor: llena de florituras, pensamientos positivos y colores preciosos. Era muy querida por su familia, amigos y vecinos. 

Los días de sol, la veía en su balcón, mirando el cielo y sonriendo con una expresión de felicidad envidiable. Me saludaba, agitando la mano, como si fuera una reina. Yo siempre le devolvía el saludo. 

Foto de Miles Peacock en Unsplash

Pero una mañana, Nefe no salió al pequeño balcón. Con mi taza de café en la mano y la otra libre para saludarla, me quedé con el gesto congelado cuando vi que allí no había nadie.  No apareció ni al día siguiente ni los que llegaron después.  

Al principio, pensé en ella. ¿Dónde estará Nefe? ¿Le habrá pasado algo? Pero como no la conocía demasiado, con el tiempo la olvidé.

Pasados unos meses, observé movimiento en su piso. Había un camión de mudanza aparcado en la calle y unos operarios subiendo muebles a la casa de mi vecina. En el balcón, una pareja joven admiraba las vistas del barrio. 

Después supe que Nefe estaba ingresada en un centro terapéutico. La propietaria de la panadería del barrio iba a visitarla regularmente y me explica su historia:  Nefe Libata estaba convencida que vivía en las nubes. En su ficha de ingreso en el hospital, al consignar la dirección, adjunto una fotografía de una nube y dijo que vivía allí. La ingresaron cuando intentó acceder a ella desde su balcón. Me dice que hay un periodista siguiendo su historia y que incluso, quieren hacer una serie para Netflix. La panadera me insiste en que lo busque en el “Internet ese”, que allí encontraré toda la información.

Foto de Anurag Challa en Unsplash

Cuando llego a casa, busco a Nefe Libata pero cuando tecleo su nombre, me como el espacio entre nombre y apellido sin darme cuenta y me aparece la palabra “nefelibata”.

Nefelibata.

Según la RAE: Formación culta del gr. νεφέλη nephélē ‘nube’ y -βάτης -bátēs ‘que anda’, y este der. de βαίνειν baínein ‘andar1‘.

  1. Dicho de una persona: Soñadora, que no se apercibe de la realidad.
  2. En inglés: cloud-walker

Foto de Edu Lauton en Unsplash

Y, créeme si te digo, que, al levantar la vista al cielo, me ha parecido ver a una mujer sonriente, saludándome desde una nube…

NB:  El Diccionario de la Lengua Española contiene más de 93.000 palabras. Utilizamos una media de 2.000 al día y suelen ser las mismas. Es más, si curioseamos las páginas de un diccionario actual, nos encontraremos con muchas, muchas palabras de las que desconocemos el significado. Una de mis desconocidas es/era “nefelibata”.

La Luna del Lobo.

Te hemos enviado material nuevo para allí. 

La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) ha confirmado que su nave SLIM (Smart Lander for Investigating Moon) se posó con éxito en la superficie lunar el 20 de enero. Parece que no funcionan las placas solares que la deben reactivar así que es posible que te dejemos un poco más de basura terrestre por ahí. Dicen que ya hemos dejado unas 180 toneladas.

A priori, no era esa la intención, pero por ahí están los rovers , robots y sondas activos e inactivos de la NASA, la Agencia Espacial Europea, la Unión Soviética, Luxemburgo, Israel, China…Este último país, ha enviado la primera sonda, Chang ‘e 4, (la 1 ,2 y 3 estarán por ahí, acumulando polvo lunar) a tu cara oculta, la que no vemos. Lo siento, pero parece que se te acaba la intimidad. Ya hemos llegado a esa zona que creías preservada de nuestra mirada. Y supongo que también verás a la Vikram India que te la hemos mandado al Polo Sur a ver si hay agua congelada… Agua.

Aún te escribo, sintiendo que eres nuestra luna, pero al buscar información sobre las sondas, me he encontrado con la “Minería Lunar”. Minerales y elementos valiosísimos a disposición de la codicia terrestre. Ya verás. 

Hoy , te cambio el nombre : eres la luna de “¡Qué viene el lobo!”…

¿Preparados para dar otra vuelta al sol? 

Foto de Selvan B en Unsplash

Este año, completaremos la ruta en 366 días por lo que tenemos año bisiesto. Me alegro por todos los que cumplen años el 29 de febrero, como mi amiga Mercè, que, además, calcula su edad de cuatro en cuatro años. Es joven de forma totalmente objetiva y eso, no se le puede negar. Las cosas como son.

Foto de Drew Tilk en Unsplash

Además, y si todo va bien, veremos doce veces la luna llena. Y cuatro, serán superlunas. Este año , que está a punto de llegar, quiero hacer una foto de cada luna llena y espero, poder escribir que las cosas, por aquí abajo, están mucho mejor. 

Ese es el deseo para el 2024:  que nos vaya mucho mejor. A todos y en todos los cielos desde los que se ve la luna.

¡A por esa nueva vuelta al sol!

Foto de Behnam Norouzi en Unsplash