El grillo.

Todas las noches de esta semana me acompaña un grillo. Es un sonido que no invade, que deja espacio , que reconforta aunque sea un chirrido.

En verano era otra historia. Entonces eran las cigarras, con ese zumbido implacable que lo que llenaba todo. No había silencio, ni respiro. Como si quisieran recordar que el calor no perdona. Aquello no era compañía o evocación veraniega, era estruendo.

Quizá por eso ahora agradezco tanto al grillo. Porque su voz no me molesta. Porque no me recuerda al calor que aplasta, sino a la calma que queda cuando por fin refresca.

Me gusta este inicio de este otoño…

Desajuste estacional.

Casi acabando octubre y con ropa de verano.

Los jerséis que tejía mi abuela, que estrenaba este mes, hoy en día, me provocarían un golpe de calor.

Es la misma fecha pero ya no es el mismo tiempo…

El cambio climático , que algunos aún niegan, ha provocado un desajuste estacional. Un embrollo. Habrá que cambiar el nombre a las lunas llenas y avisar a la cigarra. Esa querida acompañante que ha estado todo el verano haciendo ruido bajo mi ventana y que ya creí difunta o aletargada, sigue con su melodía, en este 22 de octubre. Se le está haciendo largo y no sabe que sufre de desajuste estacional.

Como yo…

Primero fue un nabo.

Ya empiezan a surgir la invasión de calabazas. No las del mercado, hablo de las que aparecen en los escaparates de todo tipo de tiendas y en la publicidad tanto física como digital. Todo se tiñe de naranja calabaza. En España, es como una epidemia desde finales de los 90. ¿Una fiesta en la que disfrazarse y pasárselo bien? La adoptamos rápidamente.

El uso de calabazas en Halloween tiene su origen en una antigua leyenda irlandesa llamada Jack-o’-lantern, que está relacionada con el folclore celta. Según la leyenda, un hombre llamado Jack , engañó al diablo varias veces y, cuando murió, no fue aceptado ni en el cielo ni en el infierno. Como resultado, fue condenado a vagar eternamente por la Tierra con solo una brasa dentro de un nabo hueco para iluminar su camino en la oscuridad.

Lo habéis leído bien. Un nabo.

Originariamente, se tallaban nabos o remolachas y se iluminaban para ahuyentar los malos espíritus en la noche de Samhain, ya que según la creencia celta, esa noche, los espíritus podían cruzar al mundo de los vivos.

¿Qué puede haber más terrorífico que un nabo con una vela dentro? Pero claro, cuando la tradición llegó a América se encontraron con las calabazas de temporada, abundantes, grandes, de un color vibrante y brillante y , sobre todo, fáciles de tallar.

Y así, el nabo fue relegado al olvido, mientras la calabaza se coronaba como la reina indiscutible de Halloween.

Hoy en día, tallar un nabo parecería de un Halloween “alternativo” cuando, en realidad, es el más cercano a la verdadera tradición. Aún se pueden encontrar nabos y remolachas talladas en zonas rurales de Irlanda y Escocia para la fiesta del Samhain.

Y, por si no apetece tallar , una crema de calabaza y nabo, siempre puede ser una opción.

Por si…

Llega el cambio de estación y, como cada año, reviso mi armario. Como cada año también, me asusto de la cantidad de prendas que acumulo. Y, como cada año, me propongo limpiar, reciclar, donar y no volver a comprar sin rumbo.

Este año lo voy a conseguir.

Ente todas esas piezas, hay algunas que tienen una etiqueta mental de “Por si”. Es ropa que se guarda para ocasiones especiales o específicas y que son desde celebraciones , temas laborales, posibles destinos ( mucho frío, mucho calor, montaña, nieve, playa caribeña…) a , simplemente, aquella americana que como te gusta mucho quieres conservarla “Por si”. Hay cosas que aún están con la funda de la tintorería para ese futuro potencial.

En ese armario también hay “Por sis” simbólicos, que no son de tela.Cosas que se dejan de hacer por el “Por si”. No son objetivos complejos que se deben analizar con todas las variables pero sí que son pequeños detalles como una llamada o un café que se quedan ahí, en la percha colgados o doblados en la estantería más alta, esa a la que no llegas si no vas a buscar la escalera.

Hay que desempolvar todas esas prendas. Aunque tengan hombreras de tamaño imposible. : – )

Esos jerséis que utilizaré tan poco…

Es otoño, pero mis ramos caseros tienen más pinta de verano.

Lavanda, buganvilla y eugenia myrtifolia.

Este arbusto es el único que amarillea y me recuerda que tengo esos jerséis de lana en el armario que no me voy a poner nunca , si no es que busco el frío en otro lugar…

Casi “Hola, Otoño”.

Casi .

La temperatura sigue siendo extremadamente agradable pero ha llovido y parece que, gradualmente, nos iremos aproximando al otoño.

Me han regalado dos girasoles, planta que florece en verano y que es un símbolo del sol y de la propia estación.

Mediados de octubre y tengo dos flores de verano aunque sea otoño…

O casi.

Otoño fake.

El viernes estaba yo en modo otoñal, pero…

Fin de semana de calor veraniego. Manga corta y tirantes.

Noches también calurosas.

Descalza total.

Hay mosquitos.

Las lámparas solares se han cargado a tope.

Debo admitir que ha sido un inicio de otoño fake

Photo by Street Donkey on Unsplash

Cosas que me dicen que ya es otoño.

Al ir a buscar la prensa por la mañana, necesito una sudadera que, aunque ligera, ya es de manga larga.

En casa, me gusta ir descalza. Ya llega ese momento del año que , aunque aún no , ya voy sintiendo que pronto voy a tener que tapar mis pies.

No hay mosquitos.

Las lámparas solares me duran menos tiempo encendidas.

Fresquito en la terraza por la noche.

Y , por fin, la camelia está que se sale de capullos.

Hola, otoño.

NB : Aunque en la tele, dicen que volverán a subir las temperaturas…

Va llegando el otoño…

El miércoles va a llegar el otoño.

Y sé que es una medida de tiempo universal y que no hay ninguna duda de que el día 22 llega el otoño a mi entorno, pero yo sigo inmersa en un ambiente más primaveral que de fin de verano.

Será cosa del cambio climático o yo, que empiezo a tener alteraciones de percepción.

No sé, que se lo pregunten a las mariposas de este fin de semana…

Localizador.

Una foto, inspira un texto. Este es el texto.

La foto, al final….

Localizador

Nada hacía presagiar que aquel iba a ser un día tan…especial. El ritual matutino había discurrido en absoluta calma y con armonía de tempos. Había decidido ir a trabajar en bici, para disfrutar de este tiempo veraniego en este otoño recién estrenado…

Me dedico a localizar espacios para anuncios, películas y todo lo que necesite un espacio concreto. ¿Quieres un árbol solitario, en medio de un prado como el de la carátula de “A dos metros bajo tierra”? ¿Un cole, de verjas verdes y setos cuidados, para ese anuncio del papi que va a recoger a su prole al cole, con el monovolumen de turno? ¿O te interesa una casona antigua y abandonada para un corto de terror? Yo te lo busco… Siempre llevo conmigo mi cámara de fotos y, ahora, el iPad para localizar lugares que veo y que después me pueden ser útiles. No sólo busco, también me encargo de todos las gestiones con propietarios, papeleo burocrático, permisos de Ayuntamientos…Vamos, te entrego un lugar en el que puedes filmar, fotografiar o…celebrar una fiesta.

Había recibido un encargo de un joven director de cine. Necesitaba una fábrica vieja o una nave industrial abandonada pero…debía tener grandes ventanales en forma de arco. Nunca pregunto el por qué. ¿Ventanales de arco? Ventanales de arco. Mientras me describía sus necesidades, mi mente localizó un local precioso, en una zona industrial de Barcelona muy activa en los años 70, que tenía unos hermosos ventanales . Y de arco. Había sido un Vivero de Artistas que tras los recortes municipales, se había quedado sin uso. Yo había asistido a la exposición de una amiga fotógrafa…Por eso conocía ese lugar…

Hice las gestiones pertinentes para poder ir a verlo y saber si podía ser el lugar ideal para mi cliente y , allí me fui, con mi cámara de fotos.

Desde el exterior , me pareció un emplazamiento idóneo. Al entrar…

Me encontré un magnífico espacio…con nube propia… Primero pensé que sería un montaje de alguno de aquellos creativos artistas pero, al acercarme, pude comprobar que no. Era una nube.

Una nube de verdad.

Tras unos instantes de confusión, me puse a admirar aquella maravilla natural. ¿Qué hacía allí una nube? Y como si se lo hubiese preguntado, una fina lluvia se depositó en el suelo. Se podía leer : “No me delates. Me he escapado del cielo y de mi madre, una nube muy gorda y muy gris, porque no quiero ser tormenta”.

Le prometí  silencio: nunca le diría nada al cielo, ni a la nube madre…

Al joven Director, no le gustó el local. La nube, le molestaba.

Incluí la nube en mi catálogo de localizaciones, pero nadie , jamás, se interesó por ella.

Voy de vez en cuando a verla…

Allí sigue, negándose a  ser tormenta.

Del artista , Berndnaut Smilde ( Amsterdam)

Nimbus, 2010.