Futuras flores, espero.

Tengo un amigo, jardinero aficionado, que, cuando viene a casa , me trae una planta e inspecciona las que tengo.

Este año, ha llegado de visita pero sin la plantita de rigor. No solo eso, le he enseñado los incipientes capullos de la camelia y los ha mirado sin interés. “Total, no creo que lleguemos a verlas”. Acostumbrada a sus pésimas predicciones durante la pandemia, no le hago ni caso. Es un conspiracionista -pesimista pero en un nivel bajo. Lo puedes atrapar y desviarlo de sus teorías con facilidad.

Me preocupa que ya no demuestre esa pasión por los arbustos y las flores pero se ha instalado en un estado de absoluta certeza con dos opciones : Opción A) Guerra Nuclear y/o Opción B) Meteorito. Se le pasará , espero. No creo que pueda vivir sin regar sus plantas.

Cuando se va , aprovecho para leer la prensa del día : Estados Unidos recomienda a sus ciudadanos abandonar Rusia. Putin amenaza con armas nucleares. Empiezan las revueltas populares en la propia Rusia y en Irán. En el ámbito científico,  están intentando enviar un cohete a la luna, y con todo lo que ha mejorado la tecnología en cinco décadas, no hay manera de qué despegue. Hay interés por volver allí. Una misión de la NASA ha enviado una sonda-artefacto a impactar contra un meteorito para ver si pueden desviarlo en el caso, hipotético, que pudiera ocurrir en el futuro. Vale.

Miro mi camelia. Ya empieza el ciclo que anuncia esas preciosas flores que aparecen en invierno. Por primera vez, me pregunto si las veré. Si estarán. Pero la incertidumbre se me pasa rápido. Desgraciadamente,  hay factores incontrolables para un simple humano como yo. No puedo hacer nada para evitar que un loco la líe con bombas nucleares y si viene el meteorito, ya me dirás. Combustionaremos juntas, la camelia y yo.

Así que me voy a regarla y a cuidarla. Y le haré fotos que enviaré a mi amigo jardinero pesimista.

Tengo confianza en estos capullos…

Camelia tristona.

La camelia ya no tiene flores. Ha sido una temporada tristona y no ha lucido tan espectacular como el año pasado.

Su inteligencia vegetal le debe informar de cómo está el mundo. Supongo que las plantas también sabrán de guerras … Encima, tienen que procesar el cambio climático. Cuando debía hacer frío, no lo hace. Cuando debía llover, no llueve.

Y si lo piensas detenidamente,  ahora está en manos de un humano que la ha limitado a la tierra de una maceta. En su descarga, por eso, la camelia sabe que le provee del agua que necesita . Aunque ya veremos por cuanto tiempo hay agua para regar las plantas ornamentales…

Ya tenemos flor.

Pues ya tenemos la primera flor.

La he visto en un día de lluvia finísima, de agradecer en tiempos de sequía, pero poco útil por su frugalidad.

He hecho las fotos y al cabo de un rato, he visto un gorrión que movía las hojas de las plantas de las macetas, para hacer caer las gotas de lluvia y bebérselas.  Primero se ha dirigido a unos arbustos, pero después, le ha dado un meneo a la camelia y la flor ha caído al suelo. 

Así que ya tenemos la primera flor y la primera flor caída.

Pero la cosa promete…

Pereza o rebeldía.

Seguimos yendo tarde, pero vamos, que ya es algo.

Este año, la camelia va más lenta . Ya hay opiniones en mi entorno, de que se debe hacer un cambio de maceta…

Algún capullo ha pasado de ser verde a dejar entrever el rosado de las futuras hojas de la flor . Va evolucionando a su ritmo, el que ella decide.

Es una camelia perezosa o rebelde.

Puestos a elegir, siempre me gusta más que sea una camelia rebelde.

Camelia 2022

La camelia se está haciendo esperar. El año pasado, por estas fechas, ya había florecido. Incluso asistí a la caída de la primera flor, pero sin escuchar el sonido armonioso que los poetas japoneses llaman “bo-to”. A ver si este año lo oigo…

Ahora, está más alta y han emergido los capullos, pero , de momento, no hay flores. Ni una.

Dicen que lo bueno se hace esperar.

Espero que podamos decir lo mismo del 2022: estamos esperando lo bueno desde hace dos años. Ya toca

Cosas que me dicen que ya es otoño.

Al ir a buscar la prensa por la mañana, necesito una sudadera que, aunque ligera, ya es de manga larga.

En casa, me gusta ir descalza. Ya llega ese momento del año que , aunque aún no , ya voy sintiendo que pronto voy a tener que tapar mis pies.

No hay mosquitos.

Las lámparas solares me duran menos tiempo encendidas.

Fresquito en la terraza por la noche.

Y , por fin, la camelia está que se sale de capullos.

Hola, otoño.

NB : Aunque en la tele, dicen que volverán a subir las temperaturas…

Outsider.

Pues ya está.

La última flor de la camelia se ha desprendido de la planta.

Ha estado floreciendo sin parar desde octubre hasta finales de abril.

Es la única planta de mi casa que no florece en primavera. Lo suyo es el invierno.

Una outsider en el jardín.

Últimas flores .

Llegó a casa en octubre. Es una planta que ha marcado mis tiempos pandémicos.

La camelia, el arbusto que florece en invierno, ha cumplido con lo prometido y ha estado recreándose en bellas flores todo el invierno.

Ahora, ya en primavera, sólo quedan tres ejemplares.

Dos a punto de caer .

Y una que aún tiene ese tono rosado intenso.

Cuando esta última flor desaparezca, la camelia será un arbusto verde durante todo el verano. Hasta que vuelva el frío.

Cuando emerjan los primeros capullos, habrá pasado un año y, espero poder dar testimonio fotográfico de cómo vuelven a abrirse las flores, mientras escribo que el mundo ya está a salvo del virus…

Tenemos una cita.

Cambio de casa.

Con las nuevos horarios de apertura y relajación de las restricciones, más que ir a un centro comercial, a mí me ha tirado más ir al garden. El objetivo : una maceta . A la camelia, se le estaba quedando pequeña…

Y un plato, que me han dicho que es bueno que quede agua ( sobre todo cuando llueve) para que la planta se vaya proveyendo.

Tengo la esperanza que se convierta en un arbolito y, para eso, necesita más espacio.

Es su nueva casa.