Me regalo un hora menos…

Dentro de poco rato, en prácticamente toda Europa, vamos a realizar el “cambio de hora”. Pasamos al horario de invierno y a las 3 de la madrugada, serán las 2 . Una hora menos que anuncia más oscuridad , días más cortos y , si no fuera por el cambio climático, diría “frío” pero me temo que hará un tiempo más fresco pero no invernal ( que se lo digan al anorak nuevo que tengo en el armario desde el año pasado).

En casa aún tengo dispositivos que no cambiarán de hora automáticamente. El reloj que veo al despertar, el reloj de la cocina y el reloj del horno.

Así que hago una tontería muy tonta : no cambio la hora de los citados relojes solo durante el primer día. Así, cuando despierto , veo la hora y tardo unos segundos en darme cuenta que es una hora menos y siento un gran placer por haber ganado una hora al día. Lo mismo me pasa, cuando miro el de la cocina y mi mente me dice: ¡Eh! ¡Es una hora menos!

Esta sorpresa, en forma de regalo de tiempo ficticio, solo es viable unas dos o tres veces como mucho.Tras las dos primeras, el cerebro ya sabe que el reloj no está en hora y ya no hay sorpresa. Solo el recordatorio que debes sacar el reloj de la pared y mover las manecillas…

El reloj que marca la hora que quiere.

Tenía un mecanismo de reloj de un pack de manualidades y aún me quedaban unas letras de madera así que pinte “El Reloj que marca la hora que quiere”.

No solo es libre de marcar las horas, si no que se para cuando él cree conveniente y vuelve a funcionar también cuando le da la gana.

Me dicen que pinté las manecillas y las desequilibré con la pintura. Es posible, pero, a veces ha dado la vuelta completa al día y, a veces, no. Más o menos, cuando él quiere. También he comprobado la pila que lleva el mecanismo, pero, ni nueva, marca el tiempo de forma continua. 

Lo quería colgar en mi cocina, pero, de momento, lo he dejado apoyado en una pared. He decidido registrar a qué hora se para y a qué hora vuelve a funcionar. 

Ahí, en ese reloj, hay un misterio…

Este reloj ya no marca las horas.

Este reloj ya no marca las horas.

Marca una hora que, supongo,  por casualidad, es una señal.

Es la parte superior de un reloj de pared de la marca Junghans, fábrica relojera alemana desde 1861. Su propietario le tenía un cariño especial porque estaba en la pared de la casa materna. Tiene más de 100 años, me decía siempre….

Y yo le tenía, le tengo,  un amor especial a su propietario, mi querido padrinet, Así que cuando lo encontré, ya roto , con las piezas dispersas , me lo guardé. Hace unos días, volvió a aparecer en una fase de orden y concierto del trastero. Lo limpié a fondo pero cuando iba a ir por la zona de la esfera me fijé en la hora que marcaba.

Es el momento en que nos dejó , durmiendo apaciblemente y , también, el momento a partir del cual, siempre estará aquí.

Así que sin saber si creo o no en las señales o en las casualidades , el reloj me da un buen rollo inmenso.

Tiene que estar conmigo.

Hora va , hora viene.

Nos hemos aprendido tan bien esto de controlar el tiempo, que un simple tronco pulido, con sus dos manecillas, nos permite situarnos en el momento exacto y «oficial» del día .

Somos capaces de traducir ese código visual a una velocidad de vértigo y conectar esta información con la del entorno : ¿Tenemos tiempo? , ¿Llegamos tarde?, ¿Cómo nos hemos de organizar para llegar a tiempo?, ¿Cuánto tiempo nos queda de diversión o de sufrimiento?...

Hay dos momentos del año en que tocamos nuestros relojes… Si no se acaban las pilas o se estropean, no solemos tocarlos pero en los dos tempos exactos marcados por nuestros consumos energéticos y el aprovechamiento de la luz solar , los debemos coger, buscar el mecanismo de las manecillas y adelantar o atrasar….

Siempre es más confortable el atrasar ( por lo de los despertares del adelantar , que requieren un tiempo de adaptación) pero adelantar, nos da ese espacio de luz en términos de tiempo «consumible» que compensa lo de los despertares

Sea como sea, hay que hacerlo porque el sistema te lo marca y si te pones en estado de «rebeldía» ( hay mucha gente que se sube por las paredes con el cambio de hora), o llegas una hora antes o una con retraso.

Pues eso.

En España, este próximo domingo, 31 de marzo, a las 2 de las madrugada, serán las tres de la madrugada.

Disfrutemos de la luz del sol.

Cambio de hora.

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Sábado noche. Un poco depre, la verdad. Siento que mi vida es …insustancial. Desmotivadora, en general. Los que me rodean, me dicen que estoy loca. ¡Si todo te va bien! Algunos, incluso dicen que me envidian, pero… Yo siento que es todo gris…

Hoy, hay que hacer el cambio de hora. Algo fácil:  a las dos de la madrugada, serán las tres…Todos mis dispositivos son digitales, así que mi ordenador, mi tablet, mi teléfono, mi televisión…todo, cambiará automáticamente al nuevo horario.

Sólo hay un reloj en toda la casa que tengo que manipular. Es el de la cocina, el que compramos en esa tienda del Soho londinense pensando que era vintage y después, resultó ser una baratija “made in China” … Cuando acabo de ver la película que me ha tenido dormitando en el sofá, decido dejar el tema listo. Son las dos. No, las tres…

Voy a la cocina. Estoy adormilada. Veo que hay una mancha de aceite en el suelo…Cojo el reloj y muevo las manecillas pero un ligero traspiés me hace tambalearme hacia detrás, casi a punto de caer de espaldas. Con un movimiento de brazos consigo estabilizarme, pero es tal la fuerza del impulso que me estrello contra la alacena, llevándome la cerámica por delante.

No sé si estoy consciente o inconsciente. No me duele nada. Floto entre algo parecido a las nubes …Miró hacia abajo y me veo. No estoy en la cocina. Observo episodios de mi vida. Algunos me hacen llorar, otros sonreír y otros reírme a carcajadas. Me acomodo en esa masa etérea blanca que se antoja tan cómoda. Me apetecen palomitas… Sigo mirando mi vida y descubro que , es verdad, hay muchas cosas luminosas, hay color…¿Cómo no me había dado cuenta antes? De repente, me invade un sentimiento de frustración. Creo que ya es demasiado tarde y que me he muerto… El tortazo en la cocina…

Me despierto en el sofá. Miro el reloj. Son las doce de la noche. ¿No eran las dos? ¿Las tres? Me voy a ir a la cama pero, antes, pienso en el cambio de hora. No lo habré hecho. Todos mis dispositivos son digitales y lo harán automáticamente pero el reloj de la cocina, es de los de cambio de hora manual . Cuando voy hacia la cocina, siento un escalofrío. Un no-se-qué inexplicable. Sin saber porque, cojo un trapo y enciendo la luz. Es entonces, cuando veo una mancha de aceite. No sé por qué he cogido el trapo antes de verla, pero ya que lo tengo en mis manos, limpio el suelo. Una tía de mi madre, se cayó de espaldas en la cocina por culpa del aceite y se desnucó…

Mientras doy una vuelta a la tuerca que mueve las manecillas, tengo la sensación que ya lo he hecho antes… Bostezo.  En el reloj, ya marca la una de la madrugada.

Me voy a dormir.

Mañana me espera un domingo fabuloso…