#Encasa (lo de la rutina 2)

El tema de la planificación: sigo sin perfeccionarla. Hay una serie de tareas que marcan el inicio del día y que , dependiendo del estado de la situación , pueden trastocar mis planes porque…¡ tengo planes!  e, incluso,  antes de ir a dormir, pienso lo que voy a hacer el día siguiente.

Lo primero tras toda la rutina del despertar, es “la ronda de llamadas”. Y la duración de estas, depende de muchos factores, pero me pueden consumir un tercio del tiempo. Bien invertido, por cierto.

Después están los factores externos. Planificar limpiar los cristales o aceitar la mesa de teca ( porque el año pasado compre más aceite del que debía y lo tenía guardado) y…que llueva. Vale. O querer ordenar todos los cajones del despacho y que, antes de hacerlo, no encuentre la pieza fundamental del trípode de la cámara que siempre está en un lugar concreto e, inexplicablemente, durante el confinamiento, ha desaparecido de mi vista. Resultado: dos horas buscando la pieza sin éxito. Ni San Antonio, ni San Cucufato. Y de ordenar, nada. Más bien, desordenar. Y es que , enseguida, enlazo con la hora de cocinar.

La rutina de ejercicio es la más estable, junto con la ducha diaria y sacarme el pijama sí o sí. Sólo un día, deambulé estilo zombie y despeinada aunque,  como dice Mafalda, lo que tenía mi pelo es libertad de expresión…La verdad,  la experiencia no me ha compensado.

Por lo demás, van pasando los días y no hago nada de lo que tenía previsto, pero, a la vez, no paro de hacer cosas.

Eso sí, el momento de escribir estos posts #Encasa, ya se han convertido en obligatorios y, como ya preveía, totalmente terapéuticos.

Gracias!

Game Over navideño y lunes…

El período navideño, ha acabado oficialmente.

Ya he guardado mis duendes, mis luces y las estrellas varias, en una caja de cartón en la que he escrito: “Adornos de Navidad”. El año que viene, la buscaré entre todas las cajas ( hay algunas , arrinconadas en un espacio al que no tengo fácil acceso, en el que estoy segura que hay varias cajas más en las que también pone “Adornos de Navidad”) y toda esas cosas volverán a cobrar vida.

Es el Game Over de la Navidad 2017.

Foto de William Montout de Unsplash

Ahora toca seguir el ciclo. Cajas guardadas, un invierno por el que transitar y ,en el horizonte, la primavera que parece que no pero ya veréis como ya casi estamos allí.

Y como es lunes :

Cosas tontas maravillosas.

El ser humano es tan simple, en su complejidad, que es necesario alejarlo de su zona de confort para que aprecie las simplezas que configuran su mundo.

Esa distancia, que franquea la comodidad, se convierte en un poderoso altavoz de lo fantásticas que son esas rutinas, a las que no se da importancia porque están ahí siempre y creemos que siempre estarán ahí.

Y hablo de las cosas más tontas…

 

El café con leche, por la mañana, hecho como a ti te gusta.

La lectura del periódico mientras lo paladeas y las neuronas se van encendiendo.

Tu cama.

Tus sábanas.

Tu almohada.

¡Qué maravilla!

«He vuelto», me dice el despertador…

Una de las cosas que más me gusta de las vacaciones es NO tener que poner el despertador. Hay gente que, de forma natural, se suele despertar a la misma hora. Gente a la que la cama, le cansa y se pone en pie nada más abrir los ojos, dispuesta, incluso, a comerse el mundo.

Yo requiero, obligatoriamente, de un despertador para regular mi sueño, menos en vacaciones… En vacaciones, NO existe ese artilugio… Y no es que varíe mucho mi pauta: necesito las ocho horas (que ahora, científicamente, se consideran casi obligatorias para una vida saludable) pero en estado de relax, puedo rebasarlas o situarlas en franjas poco habituales, dependiendo de la hora a la que me fui a dormir…

La consigna es: manda el cuerpo. Y punto.

Ahora, se acaba este período de libertad y debo volver a vérmelas con el sonido armonioso del iPad, pero …este año, estoy preparada.

Ha sido un mes de agosto lleno de muchas cosas. Muchas de ellas hermosas y energéticas, pero, otras, tristes y de reflexión y en el caso de mi querida ciudad , Barcelona, heridas terribles que te sitúan en un espacio-tiempo diferente. Todas esas cosas, juntas y revueltas, almacenadas en mi cerebro, me predisponen a pensar que, no puedo ni debo quejarme. Y que qué bien que suene el despertador…

 

Bienvenidos!