Eclipse lunar.

Por primera vez estoy en un lugar abierto desde el que la Luna se muestra sin obstáculos. Esta noche, al alzarse sobre el horizonte, ya la encontraré eclipsada, teñida de rojo. El espectáculo tiene algo de místico: la Luna siempre está ahí, indiferente, pero cuando ocurre algo excepcional, sentimos la necesidad de mirarla con más atención.

Público objetivo: siete mil millones de almas.

Me acomodo en un butacón, con la cámara preparada. En la calle, un coche acelera con un estruendo innecesario. Una moto lo imita, como si a sus conductores les fascinara el rugido infernal. Un vecino enciende un soplador de hojas. Es una hora extraña para recoger las hojas…En la terraza de enfrente, bajo una guirnalda de luces, otros vecinos se han reunido entre música y risas, demasiado altas.

De repente, petardos. Los perros ladran con angustia. Un hombre increpa a los culpables y una voz de mujer responde:
—Sólo son niños.

Alzo la vista: la Luna ya está ahí. La observo antes de disparar la primera foto. Pienso que, sin tanto ruido, el momento sería perfecto.

Me despierta la humedad y, sobre todo, el silencio. Un silencio absoluto. Me he quedado dormida a pesar del ruido.

Me cuesta orientarme. Miro la cámara, después al cielo. La Luna ya no es roja: luce brillante, con sus tonos grises y azulados habituales. En la terraza de los vecinos, la guirnalda sigue encendida, pero no queda nadie. Debe de ser tarde. Me levanto con cierta inquietud: la ausencia de sonidos me perturba.

Escucho. Nada. Ni coches, ni motos, ni aviones. Ni siquiera los perros.

Al día siguiente, bajo la luz del sol, el silencio me oprime. Ningún trino, ningún motor. La calle conserva su aspecto normal, pero está vacía. Entro en el supermercado cercano: puertas abiertas, electricidad en marcha, estanterías repletas. Nadie.

Salgo de nuevo.
¿Qué está pasando? ¿Dónde está todo el mundo? ¿Por qué no se oye nada?

Han pasado más de tres meses.

La electricidad persiste, pero no hay wifi, ni 5G, ni televisión. La radio sólo devuelve un zumbido. No he encontrado a nadie en cincuenta kilómetros a la redonda. Cada día salgo a buscar lo necesario. No me falta de nada. Me distraigo con los viejos DVD que guardaba en una caja olvidada: Los SopranoA dos metros bajo tierra… Ahora me espera 24 horas.

A veces salgo a la calle con una cacerola y una cuchara de madera, golpeando con fuerza, como si alguien pudiera escucharme. El silencio es insoportable. Me salva la música.

Mi única esperanza cuelga en la nevera: un calendario. Tacho los días uno a uno. El 3 de marzo de 2026 habrá otro eclipse total de Luna, aunque no se verá desde España. Me aferro a la idea de que esa noche todo volverá a la normalidad. Si no, esperaré al 28 de agosto, cuando habrá un parcial. Tengo todas las fechas anotadas: iba a escribir un artículo sobre eclipses para mi blog, pero nunca llegué a hacerlo.

Y si tampoco ocurre nada, me quedará el 31 de diciembre de 2028.

Ese día desearé con todas mis fuerzas la normalidad: las personas, el bullicio, los vecinos, los petardos, los perros… Incluso a esos conductores que disfrutan de su rugido infernal.

Unión planetaria.

Como todos sabéis, estos días se ha celebrado el cincuenta aniversario de la llegada del hombre a la luna. He visto los documentales que se han estado emitiendo sobre el tema y lo que más me ha fascinado, es la unión planetaria que se produjo ante el acontecimiento. Más de 500 millones de personas, asistiendo en directo a la retransmisión televisiva del evento. Y las que no lo vieron en la tele, lo oyeron por la radio, o se lo contaron, pero, ese 20 de julio de hace 50 años, el planeta se convirtió en un lugar común, sin fronteras, en el que lo que unía, era nuestra condición única de seres humanos.

La gente miraba hacia la luna, sabiendo que allí había dos hombres y, con ellos,  toda la humanidad.

Nunca más se ha producido una experiencia positiva y global de tal magnitud.

Habrá que volver…

Nota : Fotografías del eclipse parcial que tuvo lugar el día 17 de julio.

LLega el eclipse.

Empezará a las 21:30 de hoy.
Podremos ver como la luna se tiñe de un color rojo intenso. La atmósfera terreste filtrará la luz azul y verde de los rayos solares, dejando en cambio pasar la luz roja. A este fenómeno se le llama «Luna de Sangre» aunque a mi me gustaría más que se llamara : «Luna Marciana»…
Photo by Derek Liang on Unsplash

 

El eclipse durará una 1 hora y 43 minutos y coincidirá con luna llena. Será visible desde casi toda Europa, África, Oriente Medio y países de Asia central.

No se repetirá hasta el 2033, así que,  esta noche, a partir de las 21:30, mirad por un instante al cielo.

Ahí estará la Luna Marciana… ; – )

Luna azul, de sangre y súper.

Mañana, hay luna azul.

Se denomina luna azul (traducción del inglés blue moon) a la segunda luna llena ocurrida durante un mismo mes del calendario gregoriano, lo que sucede aproximadamente entre tres y siete veces cada siglo.

Dices “Blue Moon” y suena bonito, pero, en el origen, en la Europa medieval, la expresión se refería a la traición. Es una deformación de la palabra “belewe” en inglés antiguo. Con el uso, quedó abreviado como blwe , para después transformarse en blue.

Belewe significaba traidor. Una luna llena de más, en primavera, prolongaba el ayuno de cuaresma y, por lo tanto, hacia más larga la abstinencia de ciertos alimentos (casi todo lo que provenía del mundo animal ) y el vino!… Motivo suficiente para considerar que dos veces, luna llena en un mes, era un acto de traición por parte de la luna.

La foto es de la superluna de julio del 2015.

Pero eso no es todo . Mañana, además, se producirá un eclipse lunar ( no visible desde España) que la teñirá de rojo ( también será luna de sangre) y superluna, porque estará en su posición más cercana a la Tierra. Todo ello, bien mezclado y servido bien frío, será el cóctel astronómico que parece el título de un thriller: Superluna azul de sangre.

Hay que estar preparados para mirar al cielo  y… quedarse un ratito…

NB : Y esta es la funda para tablet que me han regalado. De Agustina Guerrero.

 

Lunática de pacotilla…

Making Of

El eclipse total de superluna no volverá a ocurrir hasta 2033.

Cuando una lunática como yo lee este titular, inmediatamente se le activa la fase “planificación” que consiste en planificar –mentalmente-las posibilidades de ver ese evento y, además, fotografiarlo.

Digo “mentalmente” porque la realidad es que, a esas horas de la noche y la madrugada, una está durmiendo. Y yo soy de un dormir profundo y reconfortante que me convierte en una de esas afortunadas que aún disfruta de calidad de sueño…

Cuando hice esta foto de la superluna, casi a las doce de la noche, era plenamente consciente que era la última del día que iba a hacer…

lunaica1

Nunca se debe estar seguro de nada …

Como algo excepcional en mi ritmo durmiente, me he despertado a las 4:28 de la madrugada. Cuando mi vista se ha dirigido al reloj que brilla en la oscuridad, algo se ha activado en mi mente: ¡El eclipse!. Durante unos minutos ( o tal vez fueran segundos) me he debatido con la idea de salir de la cama ,mullida y acogedora…Era cuestión de darse la vuelta pero…Me he encontrado maquinando la forma de salir y mirar la luna, sin hacer ruido y sin despertar al resto de la casa.

Lo he hecho pero no con la agilidad y destreza con la que lo había planificado “mentalmente”. Ir medio dormida pone muchos obstáculos en el camino…

Había dejado al lado de la puerta el trípode con la cámara así que tras luchar otra vez con mi yo dormilón , que ya se estaba empezando a enfadar, he hecho una torpe y somnolienta foto de la superluna-eclipsada-que-no-volverá-a-ocurrir-hasta-dentro-de-33-años.

superluna2

Por la mañana, he comentado mi aventura nocturna. Cuando he enseñado las fotos, me han llamado lunática de pacotilla…; – )

NB : Ya…pero yo he visto el eclipse y ,en directo, ha sido impresionante.