El gato como dinamizador vecinal.

Ya os hablé del gato, el “Rey de la Zona”, que se pasea por mi casa como si fuera la suya y siente absoluta indiferencia a nuestra presencia.

Hace unos días, suena el timbre de la puerta. Una voz de una mujer joven, se identifica como mi vecina y me dice que me llama por el gato. Pensé que por fin conocería al propietario de mi amigo gatuno pero cuando abro la puerta me encuentro con una chica y un cochecito de bebé y el gato gordo, sentado en el quicio de mi puerta.

-Es que lo he visto fuera y he pensado que no podía entrar. 

-No es mío, le contesto 

El gato nos mira a las dos. 

-Como estaba delante de la puerta y lleva collar…

Le explico que el gato es un fiel visitante de mi casa pero que no sé de quien es. Algún día lo descubriré pero mis pesquisas entre los más cercanos , no ha dado frutos.  

En este punto, el gato ya está cansado de la conversación humana que ya se dirige al bebé y a temas más sociales y pega un brinco , se encarama en el muro y salta hacia mi casa. No hacía falta que le abriera la puerta, por supuesto. Es ágil y elegante , aunque parezca que no por lo robusto que está, y cuando cae en el suelo, se gira y nos mira en plan divo .

La vecina está sorprendida por su tranquilidad . “Los gatos no son tan cercanos a los extraños”. Este sí, soy testigo. Ahora, ella también siente curiosidad por saber de quien es el gato. 

Si lo descubre, me contactara…

Despertador vecinal.

No me preocupa que no funcione la alarma del móvil o el despertador.

Cada día, a las ocho de la mañana ( que ahora son las siete), un vecino/a del barrio prepara un café aromático que se cuela por mi ventana y me despierta.

Dicen que el olfato sigue activo mientras duermes y el mío, detecta la señal para iniciar la rutina matinal.

No sé de dónde viene pero no puede estar lejos.

Es una parte del inicio del día, después viene el sonido de una persiana abriéndose, siempre la misma.

Y a empezar…

Buenos días!

#Encasa ( lo del aplauso 2.)

En el momento del aplauso, contacto con los vecinos del edificio de delante. Sobre todo, con los habitantes del primer piso. Son un matrimonio, de edad avanzada. Los conozco de vista, pero nunca había interaccionado con ellos.

Las persianas del piso están cerradas durante todo el día, hasta las ocho menos cinco, hora en la que empieza el movimiento.  Suelen ir un poco descompasados : primero sale ella y empieza a aplaudir y al cabo de unos segundos, aparece él, con un radio casette de los antiguos, que coloca encima de la barandilla. Le da al play ( a veces le cuesta varias veces que aquella reliquia funcione correctamente) pero, cada tarde consigue que suene el “Resistiré” en la calle.

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Cuando ya están los dos, les saludamos en la distancia y ellos nos devuelven el saludo. Los acompañamos , aplaudiendo, durante toda la canción y, me hace mucha gracia porque cuando ya acaba, el hombre tarda un poco en darle al stop y se oye la voz de un locutor de radio. Me lo imagino grabando en una cinta, la canción que estaban poniendo en la radio, como en los viejos tiempos, pendiente del final para que no se colara la pista de voz…

Uno de los días, cambió la rutina : se abrieron las persianas y salió él con su radio, pero a ella, no la veíamos. Nos dio un vuelco el corazón , pensamos que le había pasado algo. Hubo un suspiro colectivo cuando la vimos salir, más tarde, pero en perfecto estado.

No sé sus nombres, no sé quién son, pero ya forman parte de mi confinamiento con el tamiz emocional.

Los conoceré.

Queda un día menos.