Ni una palabra.

No es necesaria ni una sola palabra para transmitir toda la emoción de esta bella historia.

No hay que ser de ningun lugar concreto, ni profesar religión alguna. Ni ser de un color u otro. No hace falta saber ningún idioma.

Es para todos… o por lo menos,  para los que quieran mirar y deleitarse.

Es una de esas joyas de animación para los niños grandes.

Ni una palabra.


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