El viernes por la noche nos fuimos a cenar a un restaurante italiano. El que conocemos estaba cerrado por vacaciones así que nos decidimos a «poner a prueba» un nuevo local. Nunca se sabe : o la experiencia te abre a nuevas posiblidades o descubres otro lugar que tachar de la lista de preferidos y/o recomendables.
Cuando vamos por primera vez a un Restaurante, solemos observar los platos que van circulando hacia otras mesas , para poder calibrar y decidir mejor pero, esa noche, erámos de los primeros en llegar y , el resto de comensales, quedaban fuera de nuestra área visual…
Tampoco hay que investigar mucho en un italiano así que empezamos a leer la carta y a seleccionar dos tipos pastas y una pizza. Escogimos dos platos típicos ya que es una buena forma de poner a prueba al italiano en los fogones, siendo uno de ellos el aparentemente fácil aglio e olio que, de tan sencillo, sólo unos pocos saben tocarlo bien.
Mientras esperábamos , una pareja se sentó en una mesa muy cercana a la nuestra. A la hora de pedir , pidieron un plato de pasta y una pizza , ambos platos para compartir. A mí me cuesta hacer «eso» en un Restaurante. Y aún sabiendo que va a sobrar , seguro, me da un cierto apuro pedir un sólo plato para compartir ( dejando a un lado el tema económico : en caso de necesidad de ahorro, se comprende perfectamente).
Mi padre, por ejemplo, siempre lo hace. Vamos a un restaurante donde las raciones de paella dan para el doble de lo normal. Ahí, dónde comen dos comen cuatro… Es así y es verdad. Mi padre no entiende por qué hemos de pedir para todos cuando sabemos que van a quedar toneladas de arroz en la paellera. Lo encuentra estúpido. Y lo es…pero cuando el camarero nos pregunta : Tengo cuatro segundos, me falta uno y le decimos que de la paella van a comer dos, no dejo de sentirme un poquito incómoda. Aunque , cada vez más, voy haciendo lo que hace mi padre…
Volvemos al italiano y a la pareja que pide «un único » . Estoy pensando en lo de las raciones y en eso, llega el camarero y nos planta en la mesa nuestros platos de pasta. ¡Dios mío!. Eran dos baldes rebosantes de pasta, amontonada en piramidal y a lo ancho. ¡Había tanta, tanta!. Y veo que la pareja de al lado nos está mirando. Veo una cierta suficiencia en su mirada y compasión, también. Ellos ya sabían que esos monstruosos platos de pasta eran monstruosos…
¿Qué ocurre con los tamaños en la cocina? En la alta cocina creativa, a veces se exceden con el minimalismo y en la cocina tradicional, hay muchos cocineros «con complejo de madre» que se exceden en la cantidad. Los excesos, en cualquiera de sus modalidades, son contraproducentes.
Debo deciros que la pasta estaba muy buena…pero… nada más ver aquella bandeja repleta de fetuccini se me cerró el estómago. Si hubiese habido la mitad, me la hubiese comido con deleite. Ante el montón, se produjo el efecto contrario.
Para acabar de rematar, los camareros eran de los del tipo simpáticos y agradables y nos preguntaban muy a menudo, si todo estaba bien, si nos gustaba la pasta, si necesitábamos más parmeggiano. Al llegar al límite de mi resistencia gastronómica, me di cuenta que el plato seguía pareciendo lleno . Entonces hice lo de la «táctica del despiste» que consiste , en este caso, en amontonar el resto de pasta hacia uno de los lados del plato, comprimirla y dejar una área limpia que indique que allí falta algo. Lo que nos hemos comido.
La táctica no funcionó , ya que el camarero , al retirar el plato, me preguntó si no me había gustado e incluso ¡Si quería otra cosa!. Le dije que había comido mucho y que las raciones eran descomunales. Y , entonces, me confortó : Ya se lo decimos al cocinero pero ya sabes cómo son los italianos.
Pues el cocinero se equivoca: el exceso, «tira para atrás». Si volvemos ( la imagen del balde me persigue) , haremos lo del plato único para dos…
En cualquier caso, si el cocinero no puede controlar su mano y hace esas cantidades bestiales, puede hacer lo que hacen en el Restaurante Da Greco en Barcelona. El resto de la ración, lo distribuyen en pequeñas porciones y lo sirven en las mesas , para probar. En este Ristorante ( que lo es de verdad), Toni hace unas pastas tan increíbles que , probar otras , te hace querer volver y catarlas.
Y sus raciones son las justas.Perfectas…
Porque en esto de la cocina, el tamaño importa.
N. B : Los mejores aglio e olio que he probado , en Da Greco.

Da Greco Restaurante
Passeig Gràcia, 116
08008 Barcelona
932 18 65 50
Compartir, imprimir y bla, bla, bla...