Un lunes de esos…

mondayEl cappuccino de la mañana y la ducha me suelen despertar. Y digo «suelen» por qué hay días en los que sin que medie explicación por parte de mi cuerpo , ni el café ni el agua (tirando a fresquita) consiguen depositarme de una forma más o menos despierta en el mundo de los vivos. Son esos días extraños en los que todo cuesta más : El despertador nos chulea y lo retamos a dar la vara de  nuevo al apagarlo. Pero vuelve a sonar y hay un momento en que sabes que ya no hay opción. Ni cinco, ni tres minutos. Ni un segundo más… Entonces, te levantas. Lentamente( cuando otras veces la misma operación es ágil) sacas tu cuerpo serrano de la cama y… hace frío. No encuentras el jersey, la bata, o lo que sea que abrigue un poco. Penosamente ( no hay otra forma de describirlo) te vas al lavabo y dejas que tu vejiga se vacíe pensando que es un puto lunes( ¿qué puñetas estará haciendo la vejiga por la noche para que tengamos esa acumulación de líquido?). El fin de semana se ha evaporado. Se ha largado, veloz. Tanto que ni te has dado cuenta… Pero lo peor, aún no ha llegado. Si ese día es malo de verdad, el repartidor de La Vanguardia o no la ha traído, o la ha tirado con una mala leche importante y se ha ido al tejadillo del vecino o llueve y, evidentemente, se ha mojado lo suficiente como para que no se pueda leer. La cafetera se ha quedado sin agua durante la noche y se ha apagado. Hay que llenarla y esperar que llegue a la tempertaura óptima. Abres la nevera. La leche se ha acabado: ves a la despensa y coge otra botella. Si es tetrabrick, la has cagado. Casi tienes un 99% de posibilidades que se derrame al ponerla en la jarra. Por fin, tienes el cappuccino en la mano. ¡La leche está muy caliente y te quemas la lengua!…y mira que es asqueroso. Confías en que la ducha reparadora te va a purificar pero sales del baño con esa misma sensación de pesadez en los párpados. De estar enganchado. Te vistes con una mala folla impresionante . La camisa que querías no está planchada y coges lo primero que pillas. De eso, te das cuenta después. Cuando ya es tarde. Las ojeras, no hay quien las tape y el pelo… El pelo , aún lavado y enmascarillado, se aplasta, chafadete, con formas patéticas que no hay manera de dominar. Tienes un pensamiento negativo hacia la peluquera ( la que te cortó el pelo hace quince días) .

Con la lengua quemada, el jersey ese que te queda fatal, el pelo desastre y el cuerpo empeñado en moverse torpemente , te diriges a la vida.

Al lunes, de cabeza.

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