Cuando me diagnosticaron Trezidavomartiofobia, me asusté muchísimo. ¿Trezidavomartifobia? ¿Yo? Es verdad que tengo antecedentes familiares y que había una posibilidad pero… No sé. No me veía yo enferma de esas cosas…
Siempre he sido muy racional, muy empírica. No hay ningún dato científico que respalde que un gato negro que se cruce en mi camino, va a ser portador de mala suerte, así que nunca me he preocupado por eso. Que cruce. Tampoco me importa pasar por debajo de una escalera, abrir un paraguas en casa o que se me rompa un espejo…
Toda esa seguridad pragmática se evapora cuando llega el “Martes,13”. Me muero de miedo. No me caso, no me embarco y me quedo encerrada en casa por si las moscas…
He estado investigando sobre mi enfermedad y he descubierto algo sorprendente. Es una teoría más esotérica de lo que debería pero, tras cinco años de pruebas objetivas, tengo que admitir que los hechos la refutan. Se basa en la balanza del bien y del mal. En el karma positivo y el karma negativo. En el Ying y en el Yang. Es la teoría de la compensación del “Martes, 13.”
Tras el “Martes, 13” llega el “Miércoles, 14”. Un día compensatorio. Sin problemas. Fluido. Feliz.
Lo he comprobado utilizándome a mí misma como sujeto experimental pero también he accedido a otros testimonios que confirman mi teoría. Ya tengo cuatro “Miércoles, 14” en mi haber, testados y refutados. Reconciliaciones, regalos, buenas noticias, buenos momentos, buenas experiencias…
Quiero hacer público este mensaje para que todos los afectados por Trezidavomartiofobia, puedan disfrutar de este día de compensación. También los que no la sufren.
Un buen día no se debe dejar escapar bajo ningún concepto.

