La cola del pollo.

polleria

Domingo al mediodía.

Tengo un pollo a l’ast reservado en un lugar donde ese pollo se convierte en una exquisitez de máximo nivel incluso si no te gusta el pollo…

Me dirijo a la pollería, tupper en mano. En ese lugar : 1) Tienes que haber reservado tu pollo, 2) Si quieres el jugo del asado, debes llevar tu recipiente y 3) Siempre hay cola.

No es una cola lenta pero sí que es larga…. Si no tienes experiencia, puedes pensar que va a ser un ratito, pero las chicas que preparan los pollos, lo hacen a una velocidad endiablada. No hay problema. Serán cinco minutos, como mucho.

La cola sigue una dirección. Ocupa todo el ancho de la acera ( es muy, muy estrecha). Los paseantes, deben pasar a la otra acera para poder avanzar, pero el intenso aroma de pollo asado que inunda la calle y el rótulo de la tiendecita, les da la pista del porqué de esa cola. Los que circulan en coche, suelen mirar con curiosidad para saber qué es lo que pasa en esa calle. No les llega el perfume gastronómico…

En muchas ocasiones, como es mi caso, ves como para un coche y sale al copiloto ( con su ollita, frasco o potecito). Se pone a la cola.

Pero, en ocasiones, aparecen seres humanos más listos o más tontos, en el lado opuesto de la calle y se sitúan al lado del segundo o tercero en turno creando una doble cola ( más corta). En la pollería, los polleros pasan completamente del asunto. Es una cuestión de “Allá ellos y su pollo (si lo tienen reservado).”

No sé si es por la hora, cercana a la comida. O el aroma que te remueve lo jugos gástricos y el ánimo, pero en la cola del pollo, la situación siempre es tensa. No lo sé explicar racionalmente…

Este domingo, tenía detrás una señora mayor que no hacía más que refunfuñar. Entonces, una chica joven sale de un coche con una cacerola y crea la “doble cola”. Las miradas, si hubiesen sido láser, la habrían fulminado inmediatamente, pero… nadie decía nada. Yo, normalmente, soy de las que digo “la cola está ahí” (y señalo el final con el dedo) pero esta vez, me quedé callada. Eso sí, dispuesta a no dejarla pasar si intentaba pasarme a mí… No hizo falta, la tensión fue aumentando (se podía palpar). La chica miraba fijamente hacia la puerta, rehuyendo las miradas asesinas y esperando su momento de cuele. Era muy evidente.

Entonces, la señora refunfuñadora le grita: “Nena, la cola está en el otro lado. No seas tan lista”. La chica se ruboriza, se siente observada por el resto de la cola a la que quería burlar y levanta la olla y dice “Es que yo lo tengo encargado” y entonces, para mi asombro, la cola actúa al unísono y responden una veintena de voces: “Anda, yo también lo tengo encargado”, “Es que si no lo tienes encargado, no hace ni falta que hagas cola” , “ ¿Qué te crees que no lo tenemos encargado?” , “Vaya lista”

La escena acaba con un pobre hombre que se aparta de la cola: “Yo no lo he encargado” y se va calle arriba. La chica, cabizbaja se pone a la cola -que ya había avanzado lo suyo- y llega su madre que la riñe por no tener aún el pollo. La señora refunfuñante, va diciendo “Que poca vergüenza” …

Me llega el turno. Tachan mi nombre de la lista y me dan mi pollo y mi salsita.Al salir, siempre tengo una extraña sensación de triunfo…

NB : Supongo que el Thriller “La Asesina del Pollo” es un grito de mi subconsciente.

NB2 : El pollo estaba divino.