El progreso humano ha sido muchas veces el fruto de una mezcla, no de una pureza. La escritura cuneiforme nace del comercio entre pueblos distintos. El número cero llega a Europa desde la India, viajando con sabios árabes. El chocolate, el tomate, el maíz… América los compartió con un mundo que no sabía que los necesitaba.
La filosofía griega bebió de Egipto y Mesopotamia. La medicina moderna se nutrió de prácticas chinas, persas, africanas.
Los colores se mezclan y dan lugar a nuevas tonalidades.

Hoy, cuando una app se diseña en Corea, se programa en Alemania y se usa en España, seguimos haciendo lo mismo: mezclar. Aprender del otro no nos divide. Nos amplía.
Quizás el desarrollo no consista en ser más, sino en ser más diversos. Porque no hay avance sin cruce.
No hay innovación sin mezcla. No hay futuro sin diálogo.
Y eso, a veces, se olvida.
NB : Hoy es el Día Internacional de la Diversidad Cultural para el diálogo y el desarrollo .
