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Desde arriba, el bosque se ve precioso. Copas frondosas, árboles de todos los colores, un cielo azul al que le puedes dar un mordisco… Un espacio, desde el que, ni queriendo, puedes ver lo que hay abajo.

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Desde esa altitud privilegiada, se toman decisiones y se gestionan los recursos del bosque y de la gente que lo habita.

Y, allí abajo, la gente hace malabarismos para cuidar su bosque.
Y, allí arriba, los árboles no dejan ver el bosque.
Llámalo bosque, llámalo mundo…
