Esta es una de esas cosas que no se puede comprar. De esas que las que se dice que su valor trasciende el económico y va más allá. Tanto, que la cuantificación es imposible.
Esas cosas existen. Las hay. Y suelen estar muy cerca de nosotros…Hay quien las disfruta con el respeto y el mimo extremo que merecen. Hay otros que no se dan cuenta que han tenido esos tesoros inmensos, hasta que dejan de tenerlos.
No hace falta que sean joyas, ni objetos costosos. Puede ser un simple plato de lentejas, de esas que cocina tu madre o…una botellita de Pacharán.
Un pacharán inmaduro que llegó a mis manos con una misión. El Maestro del Pacharán me dijo :”Durante tres meses, cada semana, balanceas la botella para que se muevan las endrinas” Y así lo he hecho. He seguido las órdenes de forma minuciosa y…ya tengo pacharán.
Iba en una botellita de vidrio de agua con gas y me ha parecido que se merecía algo más…especial. Como el propio Pacharán.
Tenía una botella en casa. Y los rotuladores permanentes y…yo con los rotus, me pierdo…Lo sé, lo sé…
Así que este Pacharán (muy) casero ,ya está preparado para su presentación oficial entre amigos.
De Edición Limitadísima.




