1) La secadora.
Cada vez que limpio el filtro, me asombra la cantidad de pelusa que se acumula. Es el desgaste de las fibras textiles por la fricción durante el secado. Me da la impresión de que se pierde demasiada fibra. Algo falla en este sistema…
Con esta idea en mente, le pedí a la IA que escribiera un texto de terror donde la pelusa se convierte en un monstruo, una ilustración y un vídeo de 10 segundos.
El monstruo.
Al principio era solo una mota gris en el filtro de la secadora. Pero creció. Se alimentó del polvo, del pelo caído, de fibras invisibles.
Una noche, la masa esponjosa se arrastró por el suelo, trepó la cama y cubrió el rostro de Clara. Ella no despertó.
Dicen que la pelusa sigue allí, expandiéndose en rincones oscuros, esperando su próxima víctima.

El video da miedo…
2) La lavadora.
El minuto final de la lavadora es de las cosas que más me irritan cuando espero que termine. Ese temporizador es una mentira.
Según la IA, el «minuto final» dura más porque el software ajusta el tiempo según distintos factores:
- Nivel de humedad: Prolonga el ciclo si la ropa sigue húmeda.
- Desequilibrio de carga: Pausa para redistribuir la ropa.
- Control de temperatura: Espera que se enfríe antes de desbloquear la puerta.
- Drenaje: Se asegura de que no quede agua residual.
- Optimización energética: Ajusta el ciclo para mayor eficiencia.
Esa fase final está diseñada para mejorar el resultado, así que puede extenderse mucho más de un minuto…
El portal espacio-tiempo.
Dicen que si te quedas mirando el «último minuto» de la lavadora, el tiempo se rompe. Al principio parece normal, pero pasan cinco… diez minutos… y sigue marcando 1:00.
Empiezas a oír voces: «La toalla sigue húmeda…». El tambor gira como un vórtice interdimensional, y el filtro de pelusas se convierte en un portal al más allá.
Cuando finalmente la pantalla marca «FIN», no sabes si pasaron minutos… o siglos.
Nunca mires el minuto final. Es la trampa perfecta del universo.

Todo lo que habéis leído y visto se ha hecho en pocos minutos…
