Perro ladrador…

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Si hay algo en lo que se miente de forma sistemática es en el tema del sexo.

Se miente respecto a la frecuencia y respecto a la calidad…Lo más curioso es que todos sabemos que todos mentimos.

Personalmente, no me interesa compartir esa información con el resto de seres humanos que me rodean. Ni tampoco que me hagan partícipe de sus gestas pero es inevitable que , en momentos concretos, se hable de sexo. En algunas ocasiones, sabes que hay verdad en una afirmación ( suele ser espontánea y provoca risas y sonrojos-por muy «liberados» y «liberales» que seamos) aunque este derroche se suele dar en espacios íntimos. Si hay público, se miente.

Descaradamente.

Si por prescripción «social» es una cifra razonable, practicar sexo una vez a la semana ( rollo sabadete), se afirma contundentemente que se hace una vez a la semana. Por normalizarnos. Pero la cosa igual no es así : estás tan hasta arriba de todo que es para tí un éxito que te apetezca una vez cada quince días o bien, tu naturaleza es tan rabiosa que precisa de unas tres descargas semanales de la tensión acumulada. ¿Qué es lo correcto?. Nada. Sólo lo que a nosotros, hombre y mujeres, nos parezca correcto. ¿Nunca? ¿Siempre? ¿Dos veces al año? ¿Cinco por semana?.La frecuencia OK la determinan los practicantes.

En todo caso, si hay un problema es el que tendrán que resolver los dos que se acoplan respecto a sus necesidades. El resto del universo les debe traer al pairo.

Hoy he asistido a uno de esos toma y daca de un perro ladrador. Esos tipos que te hablan de sus proezas ( aún hay de esos especímenes sueltos por ahí) esperando escandalizarte un poquito pero interpretando el papel de » te lo digo con naturalidad».  Da la casualidad que yo conozco su realidad ( él no sabe que yo sé) que es la de un perro ladrador pero muy poco ( poco, poco) mordedor. Entonces, me he acordado de aquel día en el que en una comida de trabajo, le digo a mi compañera de mesa que tiene cara de cansada y se sonríe. Y se ruboriza. Y después me dice, que su marido ( ese hombre bajito, silencioso y tímido), le da juerga cada día . Ella, encantada aunque un poco exhausta ( estábamos de Feria). Se sonrió, de nuevo.

Así que así es la vida. Como el sexo. Variada y sorprendente. El tío de la gomina que ladra, necesita mil estímulos para conseguir una mínima reacción sexual y el tío «quiero-pasar-desapercibido» se pegaba unas fiestas diarias que hacían sonreír a su mujer…mucho después.

Hay que quemar todas las encuestas.

Todos los patrones.

Qué cada uno haga lo que quiera ( o lo que pueda, pero queriendo).

Y, a todos los ladradores , hombres y mujeres, que alguién les compre un bozal…

N.B – Por cierto, la foto es de un anuncio de Viagra.

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