Esto es Brassica oleracea , conocida como romanesco. Una variedad verde de coliflor que viene de Italia. Cuando la vi por primera vez, pensé que era un brócoli que se había pasado de tiempo o había florecido por no cosecharlo.
También que podía ser un híbrido alienígena por esa estética tan perfecta, pero, no. Presenta geometría fractal en su estructura. La cantidad de inflorescencias que compone el romanesco es un número Fibonacci. El misterio de las matemáticas en la naturaleza ya me llamó la atención y, hace años, escribí este post “Belleza matemática o el misterio de Fibonacci”.
Pues el romanesco tiene esa belleza matemática.
Además, con apenas 8 minutos de cocción con agua, una pizca de sal y un chorrito de aceite de oliva, es una verdura suave, cremosa y de sabor excepcional.
Tras meses de travesía, el grupo encontró una colina que les podía resguardar del fuerte viento. Cada vez les costaba más avanzar así que, aquel pequeño montículo les pareció una fortaleza milagrosa.
Cuando se acercaron a su base, el guía les hizo la señal de alto. Todos se pararon al instante y guardaron silencio. Observaron lo que el guía les señalaba : situada en el centro, había una extraña superficie lisa de unos cuatro metros de altura y dos metros de ancho.
Limpiaron el acceso y descubrieron una placa metálica : Búnker Apicio.(1*)
Nadie sabía que significaba la palabra “búnker” ni tampoco, “Apicio”. ¿Sería bueno o malo? Tocaron y golpearon la placa y la gran losa que parecía una puerta, pero no se abrió.
Una fuerte ráfaga de viento les empujó con tanta fuerza que uno de los niños cayó al suelo. El guía les advirtió : tenían que resguardase detrás de la colina. Mientras el grupo se movía lentamente, el niño se había levantado para seguirlos, pero se quedó parado delante de la placa. Le fascinaban las letras.
La B de Búnker y la A de Apicio estaban grabadas a más profundidad, creando un surco con la silueta de la inicial. Deslizó el dedo, trazando primero la B y después la A. Se oyó un chasquido y la puerta se deslizo hacia los laterales , abriéndose completamente.
El niño gritó, alertando a los demás. Volvieron sobre sus pasos y se quedaron inmóviles delante de aquella gran abertura. La oscuridad y la profundidad que se intuía les asustaba, pero otro golpe de viento cada vez más huracanado, les hizo tomar la decisión.
Cuando entraron, se activó una luz blanca y radiante que contrastaba con sus ropas ajadas y sucias. Al principio, deslumbrados y en shock no acertaron a entender lo que estaban viendo.
Metros y metros lineales de estanterías blancas, repletas de cajas con memorias externas. Salas dispuestas como bibliotecas. Zonas con grandes pantallas y material audiovisual , un área habitable con duchas , camas y, finalmente, una gran cocina comedor con una despensa refrigerada.
Resguardarse del viento y dormir en un lugar seguro, les hizo entrar en un estado de júbilo eufórico. Se repartieron las camas , se asearon y se pusieron la ropa limpia que encontraron en un armario. Parecían un ejército uniformado de blanco y negro, con pantalones de algodón con goma y chaquetas de cierre cruzado con pequeños botonesy un bordado en la zona del pecho con la palabra Apicio .
Horas más tarde, después de curiosear las instalaciones , el grupo se había tranquilizado. El guía los reunió delante de una de las pantallas más grandes y les hizo acomodarse en las sillas que había en la sala.
Pulso un botón y , de repente, en la pantalla apareció un rostro. Pertenecía a un hombre de pelo cano. En la parte inferior un rótulo lo presentaba : Doctor Albert Tirel, Director del proyecto Apicio. Mayo del 2021
Se oyó un murmullo en la sala. ¿2021? El grupo había llegado a aquel lugar , en el mes 3 del año 2371. Habían pasado trescientos cincuenta años…
El mundo no había desaparecido, pero ya nada se parecía al planeta en el que vivieron los habitantes del S.XXI.
Las múltiples ciudades sumergidas bajo las aguas, las temperaturas extremas, las tormentas y los fenómenos meteorológicos desastrosos provocados por el calentamiento de la tierra, habían cambiado drásticamente las condiciones de vida .
El planeta colapsó.
Sobrevivieron 1.000 millones de personas que recorrían la tierra, buscando zonas donde establecerse y volver a empezar. El guía era el líder de un pequeño grupo de cincuenta de esas personas .
Desde la pantalla , el Doctor Tirel miraba a la cámara fijamente con una expresión sobria. El silencio se hizo más intenso. Una voz profunda los sobrecogió :
“Si estáis viendo esta grabación es que los sistemas de energía solar han funcionado y hay energía. No sé de dónde procedéis ni en qué tiempo futuro viviréis. Espero, por el bien de la humanidad, que no hayan pasado demasiados años y hayamos podido minimizar el desastre, pero, sea como sea, estáis en el Búnker Apicio.
Nos inspiramos en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard y su proyecto de preservar la biodiversidad de los cultivos, almacenando millones de semillas, que nos permitirían volver a alimentarnos después de una catástrofe mundial.
Así que decidimos crear nuestro propio Banco Mundial de Recetas. Me gusta pensar que es un Arca Gastronómica. Un lugar en el que encontraréis un fondo exhaustivo de conocimiento sobre la gastronomía de todos los países que conformaban el planeta en el 2021.
La construcción de los búnkers fue complicada. Tuvimos que identificar las zonas idóneas dónde poder excavar y preparar las cámaras estancas con un rango de temperatura de 17 ºC a 21 ºC y una humedad relativa del 45 -65 %. Hay 23 repartidos por todo el mundo y preparados para que se puedan intercomunicar si los suministros de energía no han fallado.
Cada uno es una estructura segura de más de 3.000 m2 , organizada en diferentes áreas. La más importante es la biblioteca que dispone de una recopilación de millones de recetas culinarias, desde la más antigua a la más moderna.
En el inicio del proyecto, El Arca Gastronómica nos parecía una misión divertida, casi lúdica. Más de 3500 personas de todas las nacionalidades y países se movilizaron recopilando material en formatos digitales. Ante un futuro incierto y previendo una posible falta de energía para activar los dispositivos , transcribimos toda la información y la imprimimos en papel para almacenarla en la Biblioteca.
Al principio, no había urgencia en nuestra actividad y nos dedicamos a ello con esmero. No sólo consignábamos las recetas , también los aspectos más cualitativos de la gastronomía . Describíamos exhaustivamente los ritos y los matices sociales y afectivos del acto de comer.
Este es un aspecto esencial de esta Arca Gastronómica : la diferencia sustancial entre alimentarse y comer. No sólo hemos querido que tuvierais la mayor recopilación de recetas del mundo, para preservarlas en el tiempo, también hemos querido salvaguardar el rito escénico, el ritual sentimental que supone comer .
Y para comer, hay que cocinar.
Comer y Cocinar. La belleza de estos actos los convierte en arte.
Cocinar y Comer. Algo hermoso que requiere de la comunidad, de los otros .
No podíamos dejar que se perdiera todo lo que hemos aprendido.
Demasiadas voces alertan sobre el desastre inminente, la llegada al punto de no retorno climático, pero nadie les hace demasiado caso. Nosotros, sí. Así que hemos trabajado sin descanso para dejar todo listo y en tiempo récord.
Desgraciadamente para todos nosotros, el concepto de Arca tiene más sentido que nunca.
Además del Fondo de Conocimiento, hemos construido zonas habitables para que todo aquel que llegue a uno de los Búnkers Apicio, pueda vivir con un cierto confort. No podía faltar una cocina , un comedor y una despensa para que podáis experimentar el arte de la gastronomía.
Tenéis a vuestra disposición una fuente de conocimientos de gran magnitud, pero antes de indagar o sumergirse en profundidad, os aconsejo que elijáis una receta , una cualquiera y que os vistáis de cocineros con las filipinas (2 *) que os hemos dejado en los vestuarios y… cocinéis .
Tomaros vuestro tiempo y deleitaros.
Cocinad y comed.
Bienvenidos.
La imagen de la pantalla se congeló. Había muchas más grabaciones, pero el guía consideró que el grupo estaba exhausto y desconectó el dispositivo, aunque, cuando los miró, no le parecieron cansados. Se miraban unos a otros , señalando sus chaquetas.
Sonreían y hablaban entre ellos.
En el largo camino , al grupo no le faltó nunca nutrientes. Tuvieron acceso a las proteínas animales y vegetales, a los carbohidratos , a los lípidos, a los minerales, a las vitaminas y al agua, pero el acto de comer desapareció , al igual que el arte de cocinar. Se convirtió en una mera acción de supervivencia .
Querían elegir una receta y cocinar, le dijeron al guía.
No fue difícil escoger . Uno de los integrantes del grupo, siempre explicaba historias que les ayudaban a dormir. En especial, una historia de sus ancestros , en los que una mujer anciana, elaboraba un plato que curaba las tristezas del alma . Cada semana, el día siete, la familia -que era el nombre que tenían los grupos de antes del desastre- se reunía alrededor de una mesa y comían fijeos a cazola. Era el único nombre de un plato que conocían y…todos querían curarse el alma.
Cuando por fin encontraron el dispositivo buscador de recetas, introdujeron el nombre y , en la pantalla, aparecieron multitud de resultados, pero había una receta de palabras muy similares: Fideos a la cazuela/Fideus a la cassola.
Un vídeo les indicaba los ingredientes que debían seleccionar de la despensa, las cantidades, las formas de cocinado y el tiempo.
El grupo se organizó y bajo la dirección del cuenta-historias fueron ejecutando todos los pasos de la receta en una coreografía perfecta. Hubo que repetir alguna elaboración hasta que tomaron el control de la cocina, pero , poco a poco, consiguieron armonía y un sinfín de aromas increíbles empezaron a inundar la estancia: el lento sofrito de cebolla, la evaporación del vino , el ajo y el perejil intensos en su dúo.
Los colores se mezclaban, el verde del pimiento y el rojo del tomate. También los sonidos eran maravillosos: los cuchillos cortando en juliana, el chisporroteo de la costilla de cerdo y la salchicha en la cazuela, la vibración del agua hirviendo…
Lentamente, al ritmo del cocinado, el grupo se introdujo en una burbuja placentera. Hacía muchos meses que no sentían algo así. Una mezcla de buen humor , alegría y emoción.
Los que preparaban la mesa, en el comedor, también se sentían estimulados por las fragancias que llegaban de cocina y se afanaban en dejar una mesa perfectamente preparada para el acto de comer.
Mantelería, cubiertos, copas de cristal y flores en el centro de la mesa.
“Los fijeos”- pidió el cuenta-historias. El niño que había descubierto como abrir la puerta del búnker, le entregó un paquete de fideos, haciendo una reverencia ceremonial que hizo reír a todos los cocineros.
En las cazuelas, los fideos se iban impregnando de sabores , borboteando , mientras transcurrían los diez minutos de gloria de la cocción.
Emplataron, tal y como se indicaba en el video, abrieron las botellas de vino y agua y se sentaron a la mesa.
Todos estaban en silencio, mirando con reverencia aquel plato que tenían ante sus ojos. Paralizados ante unos fideos…
El aroma invadía el comedor.
Se oyeron suspiros y el tímido tintineo de los cubiertos. Más suspiros. Los sonidos débiles contra el plato se intensificaron. El murmullo dio paso a la conversación y a las risas. También lloraron. Hubo a quien le embargó la emoción al degustar aquellos sabores maravillosos.
Todos juntos, a salvo del viento.
En el Búnker Apicio, en algún momento del 2351, un grupo de personas , vestidas de cocinero, están comiendo fijeos a cazola.
(*)De Re Coquinaria, conocido como “el recetario de Apicio” , es el primer recetario de cocina escrito y un referente cultural único. Su autor es Marco Gavio Apicio ( 25 a.C)
(*) Al uniforme de los chefs y cocineros se les llama filipina . Durante un evento gastronómico realizado en Francia en el año 1924, participaron cocineros Filipinos vestidos con una camisa tradicional del país que se llamaba borang tagalog . Augusto Escoffier, un famoso cocinero francés se inspiró en ese traje y lo modificó en una camisa de algodón que se llamó “ filipina” .
De fácil digestión. Para que el lunes sea más liviano…
Puedes poner un monstruo en uno de tus guisos.
O dedicarte a hacer bonitas creaciones artísticas con un par de bocadillos.
Con un poco de ketchup, pintas un retrato. Es arte efímero…
De Jolita Vaitkute
y…¿Un té mientras escuchas Yellow Submarine?
Siempre es relajante…
Y ayuda en los lunes de invierno…
Un tenedor que inspira al artista…
O el artista ( en este caso William Kass) que utiliza la comida para su mundo en miniatura.
Una pareja a la que le llueve azúcar.
Un explorador de tomates …
Quiero que me traigan las pizzas, así.
Y para acabar, tres infografías publicitarias de Zomato que os plantea una pregunta. ¿De qué eres tú?…
Yo soy de dejarme el borde de la masa y de comer el chocolate por piezas (me fastidia cuando me queda asimétrico) pero…Estoy en pleno desacuerdo con esta tercera infografía. Ahí, se puede ser de los dos tipos.
Si algo le fastidia a un italiano, es que pidas una cucharita para poder enrollar los espaguetis en el tenedor.
Parecerá una tontería pero hay quién está un poco perjudicado en lo de la motricidad fina y le cuestan estas cosas ( ya no te digo lo de los palillos Chinos). Hola. Soy uno de esos seres que NO sabe enrollar los espaguetis con rapidez y habilidad y siempre me pido la maldita cuchara. En Italia, lo hago con timidez… Así que este tenedor rizadito, me va de perlas.
Cosa 2 : El punto definitivo.
Hablo de los puntos de libros. Los pierdo t-o-d-o-s. Ninguno de mis libros, acaba sin marcas en las páginas. Las esquinitas ( eso sí, doblez pequeñita y delicada) van sufriendo mi falta de memoria…Y por la noche, cuando ya me duermo, a la vez que voy cerrando el libro , no me digas que busque el punto que se me ha caído, en algún lugar…
Esta preciosa lámpara, sirve para iluminar tus momentos de lectura y, a la vez, es el punto definitivo. Ambos diseños del serbio Damjan Stankovic.
Cosa 3 : Expresando indignación.
Por la Ley de Murphy que afecta a la meteorología : Llueve cuando no toca, o , peor, no llueve cuando se agradecería que lloviera ( maldito polén amarillo!). Zeus, haz algo…Please.
Diseñado por Art Lebedev Studio.
N.B :ZEUS (Júpiter): hijo de Crono y Rea; rey del Universo; dios del cielo y la meteorología: nubes, lluvias, vientos y tormentas; Homero le llama «rey de los dioses y de los hombres», «amontonador de nubes», «portador de la égida»; sus atributos son el rayo, el águila y el cetro.
Con todos los ingredientes y una perfecta planificación temporal y de infraestructura, intenté ( remarco el verbo intentar) hacer las piruletas de yogurt helado que os comentaba ayer.
Eran algo así…
Bien, no di con el punto de “consistencia” adecuado ( y mira que fui añadiendo yogurt artesano -buenísimo- y piña helada ( la congelé el día antes) pero…ni así. Todos los ingredientes, eran apropiados. La piña , dulce. La miel, casera…
Mi gozo en un pozo que no en una piruleta.
Al final, ya renunciando ( por lo menos en este intento) a la preciada y preciosa piruleta, utilicé un molde de silicona para hacer bizcochitos y …
Admito que esto se puede considerar como «fail» en toda regla de las piruletas… ; – )
Son piruletas de yogurt helado. Suena bien y parece fácil y eso , me temo que no es bueno porque cuando suena bien y parece fácil…a mí no me sale. ; – )
Ya tengo la lista de ingredientes y accesorios ( no tengo papel encerado) y ya he decidido que voy a hacer mis piruletas de fresa y de piña.
La receta , por si alguien se siente retado, es la siguiente .
Ingredientes
1 taza ( tipo café con leche) de fruta congelada (piña y fresa que se debe congelar antes . Para adornar, cortar unas tiritas.)
1 taza de yogur natural
1 a 2 cucharadas de miel
Palos de piruleta ( Cómo no sé dónde encontrar este palo tan específico , voy a utilizar los palitos de madera para los pinchos y brochetas)
Manga pastelera
Bandeja de horno ( a mí no me cabe en el congelador, así que unas bandejitas de inox que sí que me caben)
Papel encerado
Procedimiento :
Todos los ingredientes en la batidora. La consistencia no debe ser demasiado líquida para poder dar forma de piruleta. Hay que tener yogurt a mano para rectificar en caso de licuar demasiado.
Forrar la bandeja-que te quepa en el congelador- con una hoja de papel encerado. Colocar un palo de lollipop/brocheta en la bandeja. Hacemos las piruletas con la manga pastelera y las colocamos en el congelador.
Pasados unos 10 minutos (dice la receta original que 5 minutos pero a mí me parece poco ; – ) , sacas la bandeja del congelador y decoras. Yo pondré unas tiritas de piña y fresa natural.
Vuelta al congelador y en dos horas, tenemos las piruletas de yogurt helado…O no… pero ¿a qué suena bien y parece fácil?…
Cuando hacemos barbacoa, la escalivada es obligada. Esta es de pimientos rojos y berenjenas, pero, se pueden usar cebollas, tomates, calabacines… La verdura se asa, al rescoldo de la leña, lo que le confiere ese sabor especial que no se consigue con el horno. Está espectacular.
Estaba preparando los ingredientes, cuando al poner las berenjenas y los pimientos en un cuenco, he pensado en su futuro. Van a ser quemadas y peladas, y van a quedarse sin volumen y textura crujiente, y dejaran de ser verduras frescas para ser un plato tradicional de Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Aragón…
Me he dado cuenta de que, ese cuenco, contiene el pasado de la escalivada… Supongo que le gustará tener un recuerdo de esos tiempos de …juventud…
Con “ a fuego lento” me refiero a esos platos a los que tienes que dedicar tiempo y cariño. De los que requieren de una preparación, de una elaboración cuidada y sobre todo … esos que sólo te salen cuando tienes ganas de hacerlos.
Ya no me refiero al tiempo –que cada uno tiene su disponibilidad -sino a la predisposición de tu mente a realizar el plato, a ejercer todos los actos de la cocina. Uno a uno. Y , si puedes, disfrutando en el intento. Si no estás ahí, en la cocina en cuerpo y alma, es posible que lo que salga sea un churro. Más o menos comestible, pero un churro. La concentración, como en muchos deportes, es vital para que todos los ingredientes armonicen, se unan o diluyan, se equilibren y sepan a gloria .
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Así que , como el día lo ha permitido, me he adentrado en el mundo del “ a fuego lento”.Como flotaba la inspiración en mi cocina, lo primero que he hecho es ponerme los cascos inalámbricos que me han regalado ( Wow!) y poner mi lista «Pils Vintage» con esas canciones que me han gustado siempre y antes. Después, ya acompañada por Kyle Eastwood & Diana King y su versión de Why can’t we live together,he empezado a preparar todos los ingredientes . Los he dispuesto en boles y he ubicado en el lugar adecuado, las especias y los básicos (aceite, sal, pimienta..). Cuando todo ha estado preparado, he iniciado el ritual de la receta: saltear, sofreír…. Cada cosa a su tiempo y en el lugar que yo creo que le corresponde. Entonces, el aroma ya ha empezado a esparcirse y algo me ha dicho que íbamos bien.
En estado de máxima concentración, he continuado todo el proceso hasta dejar mi reluciente olla en estado de “chup-chup”. A fuego lento… Sin querer, en el proceso, he ido hiriendo la sensibilidad musical de mi entorno, cantando emocionada…Puede ser que vociferando sin afinación, lo admito.
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En esta fase, ya me había aventurado a la prueba de la cuchara de palo , y-realmente- empezaba a sentir orgullo por lo que se cocía allí dentro.“Chup-chup”…
Mientras mi guiso seguía a lo suyo, he recogido todos los utensilios. He limpiado y ordenado y todo ha salido bien . Ágil. Coordinado.Hay veces, que haciendo el mismo plato, dejo la cocina totalmente arrasada a mi alrededor. Abro mil armarios, busco lo que me falta para seguir, y se me amontonan los cacharros a cada paso que doy. Esta fase de “recogida” es , en esos momentos, muy penosa. En cambio, en otras ocasiones, hasta eso se convierte en una tarea sencilla. Hoy, ha sido así. Mi cocina lucía primorosa y mi receta cobraba vida, lentamente.
Ahora, reposa. Es uno de esos platos que se merecen que el tiempo los perfeccione y lo dejaré, a fuego apagado, para que descanse con el calor que aún emana.
He acabado mi sesión cocinera-DJ, viniéndome arriba con One de Mary J Blige & U2