Ladrillo en flor.

Pobre ladrillo. Lo odié durante las reformas: ladrillos, ruido, polvo.

Pero, al final, empecé a mirarlo de otro modo. Esos agujeros ordenados son muy estéticos, aunque sea un ladrillo… Busqué por qué están ahí: aligeran y ahorran material, permiten una cocción más uniforme, crean cámaras de aire que aíslan y, además, dan agarre y resistencia.

Cuando por fin terminó la obra, me enseñaron los que habían sobrado. Al verlos, amontonados y olvidados, decidí llevarme uno como recuerdo, como celebración de que ya se había acabado el ruido y el polvo.

Lo pinté, le pegué una pieza circular y coloqué ramas de plantas aromáticas en sus huecos. Ahora es un secadero natural de romero, tomillo, lavanda y menta.

Un homenaje al ladrillo: empezamos mal, hemos acabado bien…

El garden.

Me encanta ir al garden. Es una pequeña porción de la belleza de la naturaleza, con aromas florales y plagada de tonalidades verdes relajantes. Cuando entro, me relajo. Me gusta ir con tiempo y disfrutar de la experiencia.

Observo a quienes tengo a mi alrededor, circulando con sus carritos, motivados la mayoría, porque en ese lugar, entre flores y plantas, nacen muchos proyectos. Hay quien está planeando decorar una terraza; una madre y una hija con sus macetas, bolsas de tierra y abono, y una variada selección de geranios, margaritas y un rosal; la pareja que carga con grandes tiestos de terracota y unos ficus arbolados preciosos; un hombre con pequeños semilleros de lechugas, pimientos y perejil; o la chica que lleva un rato entre las aromáticas: ya tiene albahaca y romero, y ahora está con el tomillo. Muy cerca, una familia llena el carrito de lavandas: los niños llevan una maceta cada uno.

En la zona de los olivos, dos hombres examinan unos ejemplares magníficos.

Los proyectos comienzan ahí, en ese lugar fragante y visual. Después, continúan en nuestro hogar: colocando las macetas con los geranios rosas (aunque la madre los quería rojos), decorando el porche con plantas preciosas, plantando las lechugas en el huerto o situando un pequeño olivo en el jardín.

Lo mejor es que siempre habrá otra visita al garden.
Y nuevos proyectos.

Una coliflor muy bonita.

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Esto es Brassica oleracea , conocida como romanescoUna variedad verde de coliflor que viene de Italia. Cuando la vi por primera vez, pensé que era un brócoli que se había pasado de tiempo o había florecido por no cosecharlo. 

También que podía ser un híbrido alienígena por esa estética tan perfecta, pero, no. Presenta geometría fractal en su estructura. La cantidad de inflorescencias que compone el romanesco es un número Fibonacci. El misterio de las matemáticas en la naturaleza ya me llamó la atención y, hace años, escribí este post “Belleza matemática o el misterio de Fibonacci”.

Pues el romanesco tiene esa belleza matemática.

Además, con apenas 8 minutos de cocción con agua, una pizca de sal y un chorrito de aceite de oliva, es una verdura suave, cremosa y de sabor excepcional.

A partir de hoy, muy fan de la coliflor bonita.

Col impermeable a la defensiva.

De las Crucíferas (Col, Coliflor, Repollo, Coles de Bruselas, Col Rizada, Col Morada, Col Lombarda, Brócoli, etc.)

Ya la conocían los egipcios, también los griegos y más tarde, los romanos.

Durante el imperio romano, la col (o repollo) se consideraba un alimento milagroso. Lo que ahora llamamos “alimentos inteligentes” o “súper inteligentes,” ya los tenían fichados los romanos. 

La realidad es que la col tiene muchas vitaminas (A, C y D). También magnesio y potasio. Mucha fibra y poca grasa y nos mantiene hidratados. Una maravilla medicinal en formato natural. Se puede administrar sin receta.

El único inconveniente es que las crucíferas están preparadas para defenderse en caso de una amenaza de ataque.  De un depredador de su hábitat o de un humano con una olla de agua…

En sus tejidos tienen unas sustancias (glucosinolatos)llamadas precursoras de sabor. Contienen azufre y nitrógeno y cuando las muerde un animal o las cortamos con nuestro cuchillo, estas dos sustancias se liberan y se mezclan y se inicia una reacción que genera ese desagradable olor. Lo hacen para ver si te vas y las dejas en paz. 

Al procesarlas (hervirlas, hacerlas al vapor, etc.) desaparece el aroma. Eso sí, si te pasas de cocción sus compuestos de azufre se transforman en trisulfuros y estos son los responsables del olor fétido y persistente a col recocidaHay que cocinarlas en su punto y ventilar la cocina

Estas son coles que tengo plantadas. Como está haciendo calor para la época del año, no estoy consiguiendo grandes resultados alimentarios, pero si unas crucíferas preciosas para hacer fotos.

Sobre todo, después de haber llovido y con esas brillantes gotas de agua en la superficie.  Me acabo de enterar que las hojas de la col son impermeables. Su superficie está cubierta de unas columnas microscópicas de cera que forman una cutícula pulida por la que resbalan las gotas. Y, como todo en la naturaleza rezuma perfección, esto es para que, al deslizarse las gotas, limpien las hojas de polvo que impide captar la luz del sol para realizar correctamente la fotosíntesis.

Me va a dar pena comérmelas. 

Mega calabacín.

Me convierto en una urbanita extasiada ante el gigantesco tamaño de los calabacines de un pequeño huerto en el Alt Empordà.

En mi esquema mental, eso que veo es un prodigio. ¡Madre Mía!

Entonces, el pagès que está al cuidado me dice que esos calabacines tan enormes son los peores de la cosecha. Son tan grandes porque se han pasado de rosca. No se han cosechado en el momento oportuno.

Me señala uno pequeño, un poco mayor que los que encuentro en el mercado y me dice : Ese está a punto de caramelo.

Y para que se entienda mi admiración por el calabazón ( entendereís que no lo puedo llamar calabacín), los he fotografiado con un tenedor como referencia…

#NuevaRealidad (NaNoWriMo Pandémico.)

Me ha vuelto a pasar. Es una sensación extraña porque , aunque mi memoria funciona correctamente ( o eso creo), a veces leo cosas que he escrito en el pasado y es como que las redescubro. Cómo si yo NO las hubiera escrito…Da un poco de yuyu

Estaba pensando en que se acerca el “NaNoWrimo”, el evento auto motivador para escribir una novela de 50.000 palabras durante el mes de Noviembre.

La única vez que he finalizado este reto fue con “Te voy a llevar al huerto” en el 2012. Con el resto de los intentos , nunca llegué a ese número de palabras, aunque, tener textos del blog, me ayudó mucho para completar la novela del huerto… Así que he vuelto a leer la novelita y, contra todo pronóstico, ( o va a ser que me he vuelto muy egocéntrica) me ha encantado. Una historia de amor muy sencilla con instrucciones precisas de como tener un huerto en casa.  Ese era mi yo -escritor de antes del asesino de “Íncipits” otro intento fallido que no llegó a 50.00 palabras y se quedó en un thriller breve aunque es la historia que más me ha gustado escribir.

Ese NaNoWriMo del 2012, también me ha hecho recordar la feliz época de mi huerto urbano y lo que me divertí con él, hasta que cayó desplomado después del uso intensivo… Esas cajas de tierra preparadas, en versión madera, metálica, media o mini, han causado furor durante el confinamiento y lo entiendo, porque a mí ya me cautivaron pre-pandemia. Cuando todo era normal…

Total: que tengo que ir pensando sobre qué escribir porque, tal y como van las cosas, es posible que sea terapeútico para un posible re-confinamiento…

 

 

 

Photo by Aaron Burden on Unsplash

 

#NuevaRealidad ( El calabacín.)

Me llega un regalo del pueblo : tomates, cebollas, pan ( del de verdad) y un calabacín.

Sólo un calabacín, pero es …“El Calabacín”.

No tengo palabras para esto , así que aquí os dejo la imagen.

Y otra, con un objeto de referencia.

Cuestión de tamaño : sí.

Diversidad.

Las guindillas : una muestra de un sistema vivo en el que la diversidad es la clave.

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Las guindillas son diversas. El sistema les funciona.Cada una va a su bola y luce de manera distinta.

Unas engordan, otras se alargan, algunas se curvan y también las hay que van para adentro, con el objetivo de formar un circulo perfecto.

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Hasta hay de las que se enfadan y de las que se aman…

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El ajo Rambo.

A ver, ¿Cómo es posible que tenga el mismo efecto una “estaca clavada en el corazón” que un…ajo? O una bala de plata y el ajo… Si lo piensas detenidamente, el ajo es, no sé, como una especie de Rambo.

Una súper arma mortífera con los mismos poderes destructores que un estacazo o un balazo…

Eso sí, sólo sirve contra vampiros…

Pero…¿Por qué un ajo? ¿Por qué no un pepino, por ejemplo? He buscado respuesta a estas preguntas :

Cuando Bram Stocker creó el personaje de Drácula (1897), lo hizo inspirándose en Vlad Tepes, un príncipe de Valaquia que vivió en el siglo XV.  Según numerosas fuentes, ‘Vlad el empalador’ (como era conocido) padecía una enfermedad llamada ‘porfiria eritropoyética’ la cual se caracteriza, entre otras cosas, por retraer las encías, causar fotosensibilidad (fotofobia), anemia y en la que la ingesta o contacto con el aroma que desprende un ajo puede agravarla. Esta característica de la enfermedad,podría ser el origen de esta relación extraña entre vampiros y ajos.

Y como todas esas cosas que se convierten en Mitos y Leyendas, la atribución de las propiedades “mágicas” del ajo, se fue desarrollando, en cada lugar de forma diferente, desde la Edad Media hasta los tiempos que corren.

Algunos investigadores piensan que la interconexión podría provenir de la costumbre de los enterradores a ponerse una ristra de ajos al cuello, para así camuflar los hedores a los que se enfrentaban. Podría ser.

En los Países Bajos, colgaban ajos en las puertas de las Iglesias…

En Alemania, creían que cuando uno moría, durante las primeras noches, el muerto estaba “No Muerto” y buscaba sangre de familiares cercanos para alimentarse. Los reconocían por el olor ( reconocible en cada persona) .Para evitar ser “identificado”, los asustados parientes se frotaban la piel con ajo…Supongo que un buen peeling, por cierto…Nada mal como tratamiento cosmético en la Edad Media.

Búscale la razón científica o la sobrenatural. Sea por lo que sea, el ajo y el vampiro, se llevan mal…

Y ya que tengo ajos en el huerto, no voy a desdeñar su poder repelente.Que vampiros, los hay… Y creo que los de estos tiempos, son peores que el de Bram Stocker

 

 

Mi huerto urbano descansa en paz…

Me cuesta despedirme de mi huerto urbano.

Esto empezó en Mayo del 2012… Parece que fue ayer…

Me cuesta despedirme de las experiencias acumuladas en estos seis años que tanto juego me han dado en el blog y que me inspiraron hasta el punto de escribir “Te voy a llevar al huerto” en mi único Nanowrimo completado.

Me cuesta despedirme de los tomates cherry, las guindillas, las lechugas, la rúcula, el perejil, los pimientos, los cacahuetes ( sólo me salieron diez!), los ajos, el brócoli, los guisantes, la albahaca, el tomillo, la estevia, los berros, las zanahorias jíbaras…El abono, el entutoramiento, las malas hierbas, el riego…

También me acuerdo de los caracoles, la chinchilla, las mariposas, las mariquitas y de los pájaros que se zampaban mis fresas…

 

Nos deseaba Feliz Navidad o amor…

Pero se ha venido abajo. La madera ha dicho “basta” y se ha derrumbado. Ya no hay huerto…

Como muestra de respeto, dejaré ese “vacío huerteril” hasta que el ánimo me acompañe y vuelva a aparecer otro cajón lleno de tierra en mi vida, dispuesto a darme tanto juego como lo hizo el anterior.

Reciclados los tablones que se pudieron salvar , descanse en paz…