Árbol de ideas.

Hay gente que pone árbol: es bonito, luce bien, huele a infancia y proclama la Navidad. Y también están quienes, sin renunciar a la fiesta, se las ingenian sin árbol.

Cualquier cosa sirve para crear la estética navideña: una pirámide de ovillos, de libros, una escalera, una constelación de luces o una forma triangular hecha con lo que ya tienen en casa.

Es un árbol que, además de luces, tiene imaginación. Y convierte la Navidad en un gesto creativo.

Propongo una nueva tradición, a libre disposición de quien quiera adoptarla: cada año hay que inventar un árbol distinto… sin árbol. Y si queda torcido, mejor: es más real.

Cloud Dancer

El color seleccionado para 2026 por el Pantone Color Institute es Cloud Dancer — un blanco suave con matices sutiles, identificado oficialmente como Pantone 11-4201.

Calma y claridad en un mundo agitado: Cloud Dancer se describe como un “blanco aireado” que aporta serenidad, claridad mental y una sensación de paz en medio del ruido cotidiano. Es un “susurro de calma y paz en un mundo ruidoso”. (People.com)

Es un blanco suavizado que no se parece al blanco puro. Hay matices de marfil, crema o gris según la incidencia de la luz.

Pero lo que más me gusta de este color , es el nombre con el que lo ha bautizado Pantone…

Dientes de león, dados y placas electrónicas.

Me entran ganas de ponerme a soplar…

Más de 2000 dientes de león, recogidos por la artista Regine Ramseier, tratados con una capa de adhesivo y montados en una habitación blanca para la exposición ArToll Summer Lab 2011.

A mí, me das unos dados y los tiro, a por el seis.

Hay otros que hacen más cosas.

El escultor es el británico Tony Cragg.

El mundo, reciclado.

Esta es una obra de la británica Susan Stockwell para la Universidad de Bedfordshire.

Hall de Informática.

Definitivamente, la creatividad del ser humano es maravillosa.

 

 

Expectativa Pinterest, realidad tostador ( y el olor a coliflor).

Expectativa: Quieres que la cama luzca como la de un hotel de lujo: muchos cojines de diferentes tamaños y un camino de cama perfecto sobre una colcha impecable.

Realidad: Cada noche tienes que destruir la muralla de cojines que no vas a usar, doblar el camino y la colcha y buscarles un sitio hasta el día siguiente. Y vuelta a levantar la fortaleza al otro día. Y al otro. Y al otro… Bonito, sí.


Expectativa: Una cocina minimalista: solo el exprimidor y la batidora a la vista, una planta en cesta de mimbre y un cuenco de fruta natural.

Realidad: Tienes más utensilios que usas y quieres tener a mano cuando cocinas. Y ese tostador horizontal, de bar, que te va de maravilla, te acompaña desde hace años y ya ni siquiera se fabrica. Es feo, sí, pero imprescindible.


Expectativa: Cocina abierta al comedor-salón. El espacio se ve más amplio y, cuando tienes invitados, puedes hablar con ellos mientras preparas la comida.

Realidad: Funciona si solo haces ensaladas y platos fríos, pero si guisas, te encanta el pescado a la plancha o la coliflor hervida, prepárate para abrir todas las ventanas y montar una ventilación cruzada para sacar el olor a comida de toda la casa.


La expectativa es lo que sale en las revistas y en los proyectos de interiorismo.
La realidad es la vida que pasa dentro. Y una casa vivida tiene vida. La tuya.

Historia del cuadro triste.

Han hecho una “Interpretación Semiótica Visual Subjetiva” de uno de mis cuadros.

La semiótica visual es una rama de la semiología (semiótica) que trata sobre el estudio o interpretación de las imágenes, objetos e incluso gestos y expresiones corporales, para comprender o acoger una idea de lo que se está visualizando. Por ejemplo, un cuadro…

Alguien lo ve y me dice: “Esto ha nacido de la tristeza. El color lo dice todo. Estás triste…”.

Interpreta la imagen, canaliza toda la información y lo percibe así: triste…

En realidad, la cronología de la creación es otra:

  1. Se me rompió una pulsera que llevaba años conmigo; su valor era emocional y quise conservar las cuentas de cristal.

  2. Al ordenar el trastero descubrí un lienzo hecho polvo que podía reciclar y un espray de pintura de pizarra.

Al salir del trastero hacía un día espléndido. Todo se conectó de forma fluida: bastidor, pintura, cuentas de cristal, pegamento, sol. Me puse los cascos y… no hay semiótica para explicarlo.
Disfruté enormemente.

Piedras que vuelan.

Esta no es una idea original. Una amiga me envío un vídeo con unos cuadros muy bonitos y muy bien ejecutados con piedras de playa.

Ella sabe que me gusta pegar cosas en los bastidores. También que vivo cerca de la playa y acumulo piedras y cristales pulidos en botes de vidrio.

Me quedé prendada de la idea pero, por cosas de mudanza, no encontraba la caja con mis piedras.

Hasta el otro día.

Y no me pude resistir…

Arte abstracto, dirían los pájaros…

Flow en madera.

 

flow1Artísticamente, esta “obra” no vale nada. Una madera vieja, unas letras de cartón y una estrella metálica. Es verdad que, antes, se ha tenido que limpiar la madera y darle un barniz incoloro que aún perdura en el ambiente, pero… no mucho más.

Afectivamente, esta “obra” vale mucho. El trozo de madera es de un pueblo del Pirineo. De una casa en ruinas… El que me la hizo ver y recoger (yo buscaba algo plano para pegar las piedras que había recogido) ya no está entre nosotros. Así que la madera es, ahora, un objeto único, porque lleva impregnado ese recuerdo.

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La estrella me la encontré en Formentera. A alguien se le cayó de un collar, un pareo o un capazo con abalorios. La tenía en la caja de “Cosas para pegar”, junto a las letras de cartón.

El proceso de creación me ha producido un estado de experiencia óptima, una de esas microfelicidades que describe Mihaly Csikszentmihalyi en su libro Flow.

Para mí, es un mantra.

Flow.

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Hay que fluir.

Anverso/Reverso

Compré una botella (o garrafa) de aceite de oliva virgen extra. Cuando se acabó el aceite, quise aprovechar el envase de vidrio con el detalle de mimbre en la base.

Nada complicado: spray de pintura de pizarra y un rotulador negro. Una vez conseguí un color crema uniforme, empecé con los puntos que, por cierto, siempre me salen mal alineados, pero me relajan.

Anverso: parte principal de una cosa, material o inmaterial.

En este caso, el anverso es la parte de mi botella de aceite que considero “principal”. No hay duda: la de los puntos, la que tiene muchos.

Reverso: parte opuesta al frente de una cosa.

La cosa es, pues, la botella decorada con muchos puntos; y la parte opuesta, su versión minimalista, con pocos.

Podría deciros que, en plena elaboración artística, se me ocurrió que podía tener un objeto con dos decoraciones. Según el día y el ánimo, puedo mostrar una cara u otra. Pero la realidad es que, en plena faena, se me acabó la tinta del rotulador…

Flor de San Juan.

Este cuadro lo hice el día de San Juan, sin un plan. Usé la estructura de unos farolillos solares que tenía guardados y formé con ellos una flor. En el centro, un cristal.

Pinté una botella de vidrio con pintura de pizarra beige. También pinté las ramas secas para que todo respirara la misma calma. En el ramo, coloqué otro farolillo como un guiño al cuadro.

Luz de verano y algo de inspiración.

Estará en el hogar de una gente preciosa…

NB : La IA lo explica así.

“Inspirado por la dualidad entre lo natural y lo artificial, el conjunto nace de materiales cotidianos transformados en arte a través del gesto manual, la mirada poética y la precisión geométrica.

El elemento central del cuadro está compuesto por estructuras de farolillos solares para iluminación exterior, reutilizadas para formar una flor estilizada de seis pétalos. Su diseño recuerda el facetado de piedras preciosas, con un pequeño cristal en el centro que actúa como núcleo brillante, generando una metáfora visual entre la energía solar y la belleza natural.

Para acompañar la obra, se creó un ramo escultórico que dialoga con el cuadro. Una botella de vidrio fue pintada a mano con pintura de pizarra en tono beige, generando una base sobria y mate. Las ramas secas fueron también pintadas cuidadosamente, en la misma gama, para integrarse en una composición armónica y monocromática. Como gesto final, uno de los farolillos fue integrado en el centro del ramo, como un eco tridimensional del motivo floral del lienzo.

Todo el proceso fue realizado con calma, en un entorno doméstico, al aire libre. La elección de materiales sostenibles y la reutilización de objetos funcionales aportan un discurso silencioso sobre la belleza que nace del uso consciente, del detalle y de la luz que se conserva.”

Kintsugi .

El Kintsugi  (en japonés: carpintería de oro) o Kintsukuroi  (en japonés: reparación de oro) es una técnica de origen japonés (S.XV) para arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia. 

Yo lo he hecho con un jarrón chino. Si, uno de esos grandes jarrones, llenos de colores brillantes y figuras de dragones en relieve. Uno de esos que nadie sabe dónde ubicar… Este llegó a mi vida hace muchos años. Mi padre era médico y un paciente muy agradecido con su atención, le regaló un jarrón chino en los años 70. En aquella época, era un objeto de decoración muy valorado. En nuestra casa, el jarrón chino nunca cuajó, pero, mi padre, que le tenía especial estima a la familia que se lo había regalado, no tuvo el valor de deshacerse de él u ocultarlo. Estaba en un rincón de su despacho. Disimulado…

Así que aquel jarrón, nos fue acompañando en las mudanzas y los cambios de domicilio hasta el momento en el que mi madre, ya cansada de aquel festival de colores brillantes y lacados y aprovechándose de mi independencia,  me pidió que me lo llevara. Mi padre me dijo : “Pero no lo tires”.

En mi casa, estuvo escondido en un trastero, acumulando polvo y años…

Un día de esos de “orden y concierto”, me puse a arreglar el trastero y apareció el jarrón. Seguía sin gustarme, pero, el tiempo, le había dado un valor incalculable. Una cualidad diferencial importantísima: mi padre, ya no estaba con nosotros y ese jarrón chino , me conectaba a él, a nuestra historia. No pude tirarlo. Lo hice mío con pintura de pizarra, que siempre se puede eliminar y lo coloqué en mi despacho. Sé que, a mi padre, le hubiera gustado…

Hace unos días, se rompió. Mi familia consideró que ya había llegado el momento de decirle adiós, pero, de nuevo, yo me vi incapaz de deshacerme de él. Y, entonces, leí un artículo sobre el Kintsugi.

Vuelve a estar en mi despacho, pintado de blanco pizarra y con una intervención en pintura de relieve color oro, para ser fiel al concepto del Kintsugi . Cuenta una historia, llena de afectos y dice , en blanco y oro,  lo mucho que echo de menos a mi padre.

Y, quiero decirte, que no, no lo he tirado…