Ayer os comentaba que había cosechado la pimienta de cayena. En realidad, fue un vil homicidio huerteril pero lo llamo cosecha, purga y recolocación de los elementos para aliviar mi conciencia.
Primero, fui sacando los pequeños y picantes frutos rojos uno a uno (que espero secar ) pero después, me decidí cortar ramas enteras…La veía tan bonita que pensé en hacer un ramo… Total, se tiene que secar…
Iba a buscar un jarrón cuando mi vista se ha dirigido a las macetas viejas. Y entonces he visto mi “maceta” preferida, una que lleva conmigo más de quince años. Proviene de esas tiendas que son antecesoras de los chinos baratos. Eran tiendas de objetos de regalos, que tenían cosas de “China”, monísimas y muy baratas.
Había una Triciclo azul dibujado en la superficie blanca y un texto que nunca me paré a leer. Parecía un trozo de papel viejo enganchado hábilmente…
La quería repintar y decorar con mis rotuladores, pero algo en su decadencia me ha hecho pensar en su belleza pura (y con historia) y no la voy a tocar. Es más, le he puesto un ramo de pimienta de cayena y flores de albahaca…