Ya ha llegado la nieve.

Faltan dos semanas para Navidad y ya se han vestido para la ocasión pero, este año, el acicalamiento de blanco ha sido muy tardío.
Tarde pero, por fin, está aquí.
Como toca.
En estos días de frío, recupero este relato.
Pepe y yo
Cuando veía la nieve, me emocionaba. Percibía, sin conocerlo, ese sonido del silencio, ese leve crujir muy suave, el fulgor calmante… Siempre había deseado pasar unos días en un cabañita con provisiones, luz y calor, pero…aislada por la nieve… Lo repetía de forma recurrente cuando en el Telediario veía imágenes de esos pueblos que habían quedado ocultos al mundo, por unas horas, bajo ese manto blanco que…me emocionaba…
Ahora, odio la nieve.
Ahora, nada me emociona.
Ahora… tengo que ocuparme de Pepe.
Mi Pepe. Funcionario brillante, miembro del Cuerpo Superior de Meteorólogos. Trabajaba en la AEmet , analizando patrones climáticos. Nos habíamos casado hacía veinte años y hacía cinco que yo lo odiaba profundamente.
Pepe me quería y no se daba por vencido. Hasta el final, lucho por nuestra relación. Este viaje, buscando la mayor tormenta de nieve del siglo, fue el regalo sorpresa por nuestro veinte aniversario.
Alquiló una furgoneta (aunque había overbooking y nos dieron un bus al mismo precio) y me trajo a esta cabaña. En medio de la nada.
Me encontré aquí, aislada, con Pepe y…no sé qué me paso…
No me lo explico. Fue ver ese atizador para la chimenea y Pepe, agachado apilando troncos, mostrándome la raja de su trasero. Empezó a nevar de forma increíble, pero mis ojos no dejaban de mirar el culo de Pepe. Cogí el atizador y…
He acabado de limpiarlo todo. Ya no hay rastros de sangre… Ni salpicaduras de sesos. Sólo me queda ocuparme de Pepe.
Me muevo con dificultad. Para no perder mi calor corporal, me he puesto todas las prendas que he encontrado en las maletas. Las de Pepe y las mías. Me he protegido del frío pero ando con torpeza con los brazos y las piernas abiertas. La acumulación de tejidos superpuestos no me permite la posición normal. Tengo que salir , cavar una tumba en la nieve y meter allí a Pepe.
Diré que fue a buscar gasoil para el generador y no volvió.
Cuando consigo abrir la puerta y accedo al exterior percibo el sonido de ese silencio profundo, crujidos suaves aquí y allá y el fulgor, blanco, relajante…
Y por primera vez, en mucho tiempo, me emociono…
Esta vez, el huerto me sorprende con un vistoso manto de coloridas hojas en la planta de fresas. Han pasado del verde monocolor a una sinfonía de amarillos, granates y rojos… La verdad es que está preciosa…
He querido buscar en los foros especializados, el por qué de esos nuevos tonos y he encontrado diferentes opciones de una posible causa. La opción a) habla de falta de nutrientes o de la amenaza de algún hongo pero, si profundizo, descubro que eso pasa si se da en épocas de luz y calor pero , ahora, en este invierno Mediterráneo, las hojas han cambiado de color por otro motivo. Es la opción b) y es la que elijo como más factible.
Las hojas dejan de producir clorofila cuando las temperaturas son frías y hay menos horas de luz. Hay menos verde… A la vez, los carotenoides y las antocianinas que estás en las hojas se ven más (al no existir competencia con la clorofila) y son los responsables de los colores amarillos, ocres, anaranjados y rojos.
Estos pigmentos ayudan a mantener la hoja en activo, la protegen de los rayos ultravioleta y actúan como protectores ante una posible congelación de sus células.
Conclusión acerca de las hojas rojas de la fresa : otro de esos procesos maravillosos de ingeniería de la naturaleza que, además, está lleno de belleza…
Al hacer esta foto de la luna, he pasado frío. No demasiado, pero, el suficiente para que mi sudadera de algodón no fuera suficiente y me hiciera tiritar un poco…
He entrado en casa, a la temperatura confortable de mi vida y he acabado de leer el periódico. Me he dejado varias secciones para más tarde y ya se me han hecho las tantas… Leo que, en Barcelona, sólo en la zona de Ciutat Vella, hay 400 personas sin techo, viviendo en la calle…Y he pensado en la injusticia, en la incompetencia política y de los servicios sociales y en la falta de solidaridad y empatía.
Hace frío…
El invierno, marca un período de pausa en mi huerto urbano. Llueve mucho o llueve poco, hace frío: intenso, moderado o casi primaveral ( según quiera el Cambio Climático)y las plantas parecen ralentizarse y protegerse de las pocas horas de luz solar y del tiempo invernal-extraño.
Normalmente, es a finales de marzo cuando le hago una terapia détox y de nutrición y lo dejo listo para encarar la primavera pero, este año, no sé… Al verlo , ahí, solito con su perejil y el orégano tan…agotados…
Hice una visita al garden y compré tierra nueva y abono orgánico. Me podía la culpa… He abusado del huerto para fotos y para artículos en este blog . Se merece mi agradecimiento…
En el garden, me aconsejaron plantar fresas. ¡Fresas! Me encantan las fresas, pero mis experiencias anteriores fueron bastantes desastrosas: de la primera plantación, me pude comer tres fresas. Eso sí, con una actitud casi ceremonial y disfrutando mucho de su espléndido sabor, pero… fueron tres, no nos engañemos. La segunda vez, cuando la mata empezó llenarse de fresitas, apareció, de no se sabe dónde, una plaga de hormigas que me dejó la planta hecha polvo. Esta vez, salvé seis fresas…
Así que, vamos a por el tercer intento … A ver si llego a la docena… ; – )
NB : Y, al regar, había algo que brillaba muchísimo entre las hojas de la fresa. Una preciosa gota de agua que puso a prueba el objetivo macro de mi cámara…
Post antídoto para el lunes.
Para despedirse correctamente, como manda el Protocolo De Las Estaciones, ha hecho frío y ha llovido pero… no hay forma de parar esto. Ya lo sabe bien este último fin de semana de invierno…
La primavera se va asomando a ver qué.
Se ha sonreído con la bajada de temperaturas y esas tormentas con ínfulas…
Por mucho que haga el invierno, al final será primavera…Sin remedio.
Los pájaros lo saben…
Incluso este… ; – )
Feliz día.