Píldoras.

Lo que se puede hacer con una palabra, retocando una letra…

Cuando he visto estas esculturas, he pensado que ya hay una o dos generaciones que jamás han visto un teléfono de estos, ni sus cables rizados…Me hago mayor. Lo sé.

 

 

Una diminuta pero luminosa flor, pintada en una pared. De Paul Harflee.

Nomofobia.

Tiempo de Lectura : 4 m.

Acabo de hacerme un selfy con mi médico de cabecera. No me gusta mucho esa cara de asustado que pone pero…yo he quedado muy bien. La voy a subir a Instagram mientras él escribe el Informe Médico.

No entiendo su letra ….¿Qué pone ahí? No…Nomo…Nomofobia.

¿Qué yo tengo Nomofobia? Uf! Suena mal… ¿Será grave? Envío un whatsapp a mi grupo “HipoconUnited”: ¡Estoy en el médico! Enseguida me contestan. Suenan las alertas y notó que el buen doctor da un respingo…

Veo que le tiemblan las manos. Está nervioso…Admito que puede ser culpa mía pero ¿Nomofobia? Esto es nuevo para mí…Y me estoy acojonando.

¡Qué mal escribe, por Dios! Debería decirle que utilice el ordenador pero quiero salir de aquí lo antes posible. Me estoy agobiando y el abrecartas me empieza a pesar. Seguro que es de plata maciza.

Mientras me acaba el maldito informe, voy a consultar que es eso de “Nomo” en mi teléfono. A ver… Según la RAE Nomo es Gnomo : Ser fantástico, reputado por los cabalistas como espíritu o genio de la Tierra, y que después se ha imaginado en forma de enano que guardaba o trabajaba en las minas. ¿Qué? Yo sólo he venido a pedirle mi informe médico. Lo necesito urgentemente para solucionar un papeleo para una indemnización. Según mi amable agente de seguros, sólo había que solicitarlo a mi médico de cabecera…

He llegado a la consulta y me han sorprendido esos cartelitos de teléfonos móviles tachados. En la recepción, una caja de madera con un letrerito que ponía : “Deje su teléfono móvil aquí”. La enfermera me ha dicho que el Doctor ha prohibido a sus pacientes, entrar con el teléfono a la consulta. ¿Tampoco en la sala de espera? Tampoco, me ha contestado la mujer. Como había gente, me he esperado en el vestíbulo mientras consultaba mis mails . He respondido a algunos comentarios del blog y a los Whatsapps que me han ido llegando. Me han llamado del trabajo. Después, me ha llamado mi madre. He oído mi nombre. Al ir a entrar en la consulta,  la enfermera me ha detenido y ha tendido la mano: Deme su teléfono móvil.

Durante unos instantes, he hecho el gesto pero casi en la fase final de la entrega, me ha entrado un mensaje y ese Clinc! me ha vuelto loca. Se me ha nublado la vista y todo se ha puesto de color rojo. Me he aferrado al iPhone y he dicho : No. Él entra conmigo.

Del resto, no me acuerdo. He forcejeado con la enfermera. Lo sé, porque tenía un mechón de pelo rubio enganchado en los botones de mi camisa. Lo siguiente que recuerdo es a este medicucho pidiéndome mi teléfono y negándose a hacer el Informe. Convencerlo ha sido relativamente fácil…

El abrecartas estaba encima de la mesa. Era una buena foto para Pinterest. La he hecho y la he compartido. Más whatsapp.El médico estaba muy enfadado y muy obcecado en que me marchara de allí. He atendido una llamada de una amiga y después he cogido el abrecartas .

Ahora, apunta directamente a su garganta.

Mira, ya le está poniendo el sello ¿Nomofobia? Este tío está mal de la cabeza…

(…)

 

La nomofobia es el miedo irracional a dejarse el teléfono móvil. El término es una abreviatura de la expresión inglesa «nomobile-phone phobia«.

nomofobia

Tres píldoras.

Este es un dibujo hecho por Jacob, 9 añitos.

Su imaginación infantil ha dibujado este personaje y, como por arte de magia, el dibujo ha sido convertido en un muñeco.

La idea, fantástica, la ha hecho realidad Child’s Own Studio.  Una pequeña empresa , creada por una arquitecta canadiense que ha dejado de proyectar edificios para hacer los muñecos que los niños imaginan… Le envías el dibujo, te lo presupuesta y tarda de 4 a 6 semanas en enviarte la replica en versión toy.

He encontrado unos teléfonos que me han robado el corazón. Son de dial y tienen su cordoncito rizado. Viven todos juntos, en un rebaño…

Atención a los cordones… La imaginación es genial y más, cuando se posa en un objeto cotidiano, lo recicla y lo convierte en arte.

Jean-Luc Cornec es el autor de  Sheep Sculpturesen . Se encuentran en The Museum of Telecommunication ( Frankfurt).

¿Reordáis a Popeye? El artista urbano Semi-K lo ha hecho aparecer en Estambul.

popeye

Con espinacas y todo…

vir

 

Desconectados…

Lo sé. Estamos conectados con nuestro teléfono.

Renn

Que si llamadas, Whatsapps, Facebook, Twitter, Instagram…

SteveCuttts

Lo sé, lo sé, pero… hasta que no me he detenido a observar, no he sido consciente…

JeanJullien

Un Restaurante, un Bar. Parejas, grupos de amigos, familias… Somos dependientes de la “conexión”.

Lo sabemos.

PawelKuczynski

La que nos conecta con el exterior.

LiamWalsh

La que nos desconecta del entorno.

anonim

¿Lo sabemos?

MarcKostabi

Carta de amor…

… de un teléfono amarillo.

Me he enamorado.

De aquella manera tonta y suave. Sin darme cuenta… No sabía que esto podía pasar así : primero, un amigo. El hablar por hablar, el hablar por conocerse, el hablar por saber del otro, el hablar porque sí… para llegar, después de tanta charla, a la necesidad imperiosa de tocar, de tener, de marcar…¿ Cómo me he metido en este lío? ¿Cómo he podido pasar a este estado de enamoramiento intenso?…

No me importa su color. No me importa que su tono , cuando me llama, sea más estridente de lo que es habitual. Ni que ya esté un tanto viejo de tantos amores que lo han toqueteado y lo han dejado roto y gastado… Nada de eso me importa. Sólo sé que me enamorado hasta el dial.

Cuando sé que vamos a contactar, algo se acelera en mí. Siento que algo late desenfrenadamente y me marea, me ilusiona, me …pone comunicando.

Su cordón rizado se entrelaza con el mío y nos acariciamos los auriculares con sensualidad…  Siento el dial que da vueltas y pasa del 1 al 9, girando, y me pongo tan loco que el tono de llamada adquiere una velocidad de vértigo hasta que se convierte en un sonido continuo, expresión de mis gloriosos momentos de éxtasis con mi amor.

Cada día, nos amamos locamente. Nos hemos regalado un reloj de compromiso que luce, hermoso, en nuestro dial. A las doce de la noche, siempre a las doce, enroscamos nuestros cordones, friccionamos auricular contra auricular y le damos vueltas al dial, marcando los números de nuestro amor interracial ( o es interdial?).

Me he enamorado… Podía haber sido un teléfono rosa, blanco, color crema… Incluso uno de esos teléfonos inalámbricos que ya no tienen dial pero, no…

Me he perdido en los tonos del comunicar de este viejo teléfono negro.

 

 

 

El telefonazo.

Ese bla, bla, bla…. sin parar. Verborrea incontrolada por ambas partes : ahora tú / ahora yo….

Diálogos ( y en ocasiones monólogos) de larga duración, solo amenazados por la poca resistencia de las baterías de nuestros móviles….

Hay a quien le gusta hablar por teléfono , hay quien lo odia y después estamos (en este grupo me incluyo) los que “ni-si-ni-no .Si se dan las circunstancias apropiadas, podemos disfrutar de una buena y reconfortante conversación pero, si los designios no son propicios , hacemos de la llamada una cuestión de trámite (pura burocracia) y no nos dejamos embaucar por las palabras. Los ni-si-ni-no, no siempre entablan una conversación telefónica fluida. Cómo bien indica su nombre, a veces sí y a veces no.

Cuando todo encaja , las palabras fluyen y el tiempo se transforma y pasa más rápido de lo que tienes previsto. No te has dado cuenta y has pasado una hora , pegado -literalmente-al teléfono. La oreja arde y está molesta por la invasión pero el resto de tu organismo, solo responde a la conversación. No hay otro estímulo . Ni tan siquiera una oreja hirviendo­ que lo distraiga…Eso es un “telefonazo”.

Ocurre que en ocasiones es mejor un “telefonazo” que una conversación en directo. Tu intimidad esta salvaguardada y puedes estar en pijama ( y con una mascarilla purificante de color verde) o moviéndote por tu espacio. Todo se concentra en las palabras.

No hay un “cara a cara” pero este se sustituye por un “oreja a oreja” que funciona de forma similar . A través de un teléfono puedes adivinar una sonrisa o un ceño fruncido. También existen unas reglas tácitas en el juego de los silencios que vienen a decir lo mismo que según que miradas. Así, el intercambio de información es profundo y puede ser muy rico, entretenido, divertido, reconfortante…

Y esto os lo digo con conocimiento de causa: yo soy un teléfono amarillo aunque , para este post, me haya camuflado de rosa… Presumido que es uno…