Tutorial 4

Cuarto teléfono móvil que estrena mi madre. Siempre pasa “algo” pero que, conste en acta , “nunca es culpa suya porque ella NO toca nada”.

Con 85 años que lleva con poderío, no me voy a quejar de eso. Al revés. Le gusta hacer fotos (que podrían ser artísticas pero lo que están es tomadas desde encuadres imposibles), utilizar el WhatsApp con notas de voz y hablar por teléfono ( aunque es un rasgo característico que no lo cuelgue correctamente).

Con el cuarto dispositivo, que es de la misma marca y mismas prestaciones, llega el tutorial. Recordamos, juntas, todo lo que ya sabía pero ya no sabe. Al principio, parece que todo está controlado pero en unos días, algo pasará. Sin “hacer nada de nada”, se bloqueará la cámara o desparecerán los contactos de la agenda y en unos meses, volveremos a estar de tutorial…

Me encanta.

Foto de Joseph Chan en Unsplash

NB1 : Al acabar de escribir estas líneas , me ha llamado para saber dónde están las fotos . Las que ha hecho del jardín no salen por ningún lado y se las quiere enviar a una amiga. Tras un (largo) tiempo de anexo telefónico al tutorial , me las envía a mí. Por lo menos, las ha encontrado…

Desconectados.

En las noticias y, sobre todo en Twitter, se narró el drama de la caída de Facebook, WhatsApp e Instagram. Me ha costado escribir “drama” porque la realidad pura y dura, nos indica que no hay nada de dramático en el hecho en sí mismo.

Lo realmente preocupante es la manifestación explícita de la dependencia ( en los casos extremos) y de lo conectados que estamos a todo, sin quererlo, sin ser conscientes, aunque no seamos dependientes ansiosos.

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Los sistemas fallan por lo que , es posible, que en muchas ocasiones estemos desconectados. Así que, previendo que esto se nos va a ir de las manos ( la humanidad tiene experiencia en eso) lo que debemos hacer es aprender a vivir desconectados. E ir un paso más allá : aprender a disfrutar (muchísimo) de las desconexiones…

El verbo “desconectar” se utiliza ,en sentido metafórico,  cuando queremos alejarnos o aislarnos para descansar. Es más, desconectar es tan sano y necesario que nuestro cerebro ya lleva incorporadas – de serie-herramientas para una desconexión automática cuando llegamos a niveles de cansancio que no le permiten interactuar a máxima capacidad. Esa sensación de barrera y cansancio que no nos permite concentrarnos es una de esas herramientas. Al estar abotargados mentalmente, nos centramos en tareas que no requieren de un gran consumo de recursos cognitivos. Es habitual desconectar ordenando el armario : tarea sencilla, cerebro descansando.

Photo by Rich Smith on Unsplash

Al día siguiente del gran “drama”, me despierto temprano. No hay luz en casa. Corte eléctrico por avería en un transformador de mi zona. Tras la penosa búsqueda de información, descubro que tardarán en la reparación. No va la cafetera. No hay agua caliente para la ducha. Temo por lo que hay en la nevera…Como tampoco me funciona el exprimidor, me como una naranja mientras me lamento ( y maldigo, también) y, claro, no puedo evitar pensar en mi mierda de “drama”.  

¿Cuántas personas hay en el mundo sin acceso a la red eléctrica? ¿Al agua potable?

En la radio, analizan con profundidad, las consecuencias de la caída de Instagram y yo solo quiero desconectar así que voy a por un armario.

Photo by jordi pujadas on Unsplash

… Y que se den prisa en arreglar ese maldito transformador…

#Encasa ( lo de las videollamadas.)

Oí en un programa de radio sobre nuevas tecnologías, que las videollamadas han descendido de forma drástica. Sigue aumentado el uso de chats pero sin imagen. WhatsApp en formato mensaje (escribiendo o en nota de voz) tira millas…

En el principio del confinamiento, empezamos a hacer videollamadas como locos. Con un interlocutor o con un grupo. No había problema. Normalmente estaban programadas (sobre todo las del trabajo) pero también había de las que denominaremos  “espontáneas” …

Photo by visuals on Unsplash

Estas llamadas se producen en un momento en el que, visualmente, no estás presentable. Y las cámaras de los dispositivos, la verdad, no ayudan a mejorar ese aspecto. Son las que te pillan con cara de sueño, la barba despeinada y el pelo loco, con una mascarilla de arcilla verde cubriendo el rostro , haciendo deporte, acabando de hacer deporte, recién salido de la ducha, o simplemente, con pocas ganas de videollamadas.

También se da la incomodidad física. Mi madre se cansa de tener el teléfono sostenido a la altura de la cara y, hay un momento que dialogas con un escote o un primer plano de algún objeto indefinido. “Se me cansa la mano”, me dice y tiene toda la razón.

Es posible que, tras la apertura de las peluquerías, se vuelva a incrementar el uso… ; – )

 

Desconectados…

Lo sé. Estamos conectados con nuestro teléfono.

Renn

Que si llamadas, Whatsapps, Facebook, Twitter, Instagram…

SteveCuttts

Lo sé, lo sé, pero… hasta que no me he detenido a observar, no he sido consciente…

JeanJullien

Un Restaurante, un Bar. Parejas, grupos de amigos, familias… Somos dependientes de la “conexión”.

Lo sabemos.

PawelKuczynski

La que nos conecta con el exterior.

LiamWalsh

La que nos desconecta del entorno.

anonim

¿Lo sabemos?

MarcKostabi

Desbordada : Mi madre tiene Whatsapp

Señora de 77 años. No los aparenta (es guapa y moderna) pero los tiene. Su bagaje personal contradice su aspecto porque ella es, tecnológicamente, de las señoras-de-antes. Con esto quiero decir que : 1) Tiene una (muy) difícil relación con la tecnología, 2) Cree ( creía)que el teléfono sirve única y exclusivamente para “llamar” y 3) Oposición frontal al aprendizaje : “Eso es para jóvenes.”

Hasta hace poco tenía un móvil-de-los-de-antes. Nada de pantalla táctil…Verde para descolgar, rojo para colgar y en Agenda los teléfonos imprescindibles. Cuando el aparato nos dejó y pasó a mejor vida, se lo cambiamos por un smartphone… Los primeros días, vivimos entre la confusión y la formación. Tras superar todas las llamadas perdidas ( que ella dice que no han sonado) , las equivocadas, las que no podía hacer porque no encontraba los Contactos, etc,… tuvimos la brillante idea de ponerle el Whatsapp.

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Una amiga suya lo tenía y quería “eso-que-envías-fotos-y-mensajes”. Caímos en la trampa.

A partir de ese momento, nuestra vida ha cambiado. Ya domina el mensaje de voz y ya no llama nunca vía telefónica. Nos dice las cosas por Whatsapp. Habla en plan robótico, separando las palabras. “Nena, ¿v-a-í-s a v-e-n-i-r a c-o-m-e-r?”, nos reenvía los mil memes y fotos que le envía su amiga ( muchos) y se regocija con las fotos que le enviamos…Mi teléfono va sonando : Clinc, clinc,clinc…

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El sábado pasado fui a ver al Maestro Joan Manel Serrat, en concierto . Estaba prohibido hacer fotos y suelo hacer caso pero… me descubrí burlando al de Seguridad, para poder enviar una foto a mi madre.

Por la tarde, me había enviado un mensaje de voz: “Y-a-m-e-e-n-v-i-a-r-á-s u-n-a f-o-t-o d-e-l S-e-rr-a-t”

¿La verdad? Me encanta que mi madre tenga Whatsapp. ; – )

novela

 

NB : Las ilustraciones son de la novela gráfica “Mis whatsapp con Mamá “ de Alban Orsini

Alban Orsini es francés. Doctorado en química orgánica, ejerce de consultor científico y de crítico teatral para la web cultural culturopoing.com . En los últimos años Orsini ha colaborado en revistas de creación literaria, incluida la del Teatro de Rond-Point.Su primera novela, Mis whatsapp con Mamá, se originó en la plataforma Tumblr donde durante un año publicó el intercambio de mensajes entre una madre y su hijo. Me siento plenamente identificada… ; – )

Su blog, aquí.