Una cosa preciosa…

Es una cosa que me dijeron.

Una amiga me explicaba el proceso de su enfermedad. Sus palabras eran naturales, positivas, preciosas… Lo que me dijo, que es precioso, es que, si repitiera su vida, lo dejaría todo tal cual está ahora.

Y es que, en el ahora, es muy feliz.

Su travesía, en los momentos más difíciles, la hizo en compañía. Aparecieron los sentimientos más espontáneos y puros que unen a una familia. Y ese amor descomunal se ha hecho presente.

Pasan los años y cada uno empieza a hacer su vida. La familia es armónica y se reúne en los momentos decisivos: cumpleaños, bodas, bautizos, Navidad, en alguna comida familiar… y, de repente, le pasa algo a uno de sus miembros y lo que era esporádico se convierte en habitual.

La familia aparece. También los amigos. Los compañeros de trabajo…Se reciben altas dosis de cariño que compensan las dificultades. Reconoces el amor que te tienen y el tuyo hacia los demás, que también aparece como si fuera sólido. Casi se puede tocar.

Y es tan brutalmente precioso, que no cambiarías nada, ni siquiera lo más doloroso,  si la consecuencia es no tenerlo.

¿Es o no precioso?

Experiencia musico-mística.

Estoy reencontrándome con la música, gracias a unos cascos que me regalaron y que no había probado con profundidad por aquello del “aislamiento”.  Este último fin de semana, he practicado el encierro musical…

Una de las canciones que han aparecido entre esas miles que ya acumula mi iTunes, ha sido “Entre dos aguas” de Paco de Lucía. Me pilló, sentada en una butaca confortable, al aire libre, con el sol dándome en la cara, el cielo azul y la sensación de que el mundo, en ese instante, era yo y esa canción.

Mi padre nos dejó hace ya cinco años. Esta era su canción…

Hablo con él casi cada día, en esta extraña y preciosa comunicación que se establece entre los que estamos y los que ya no están… Y digo extraña porque aunque creas que es un monólogo, al final, hay respuestas. Cada uno las recibe de un modo diferente y las procesa, también de forma distinta pero, hay comunicación bidireccional entre almas.

Cuando empezaron los acordes de la guitarra del maestro Paco de Lucía, me sentí transportada a un lugar muy bonito, en el que no hay nada físico pero sí una gran superficie emocional. Con aquellos cascos, la música se adentró en mi espíritu y conectó con el de mi padre.

No sé si fue místico pero sí que fue espectacular. Unos minutos de paz, de regocijo, de placer, de amor…

Mi monólogo interior obtuvo su respuesta…

¿Hablamos?

Antes que Risto Mejide hiciera famoso el modelo de sofá “Chester”, yo ya tenía el mío. Y amarillo…

hablamaos

Tenía que aparentar tranquilidad. Si veía el miedo en sus ojos habría ganado la batalla.

El monstruo se acercaba con una sonrisa en los labios y los brazos extendidos. Estaba a punto de abrir la boca y lanzar sobre ella, esa arma mortal contra la que no podía luchar.

La única posibilidad era huir. Despistarlo por un momento y correr hacia los ventanales, con todo el impulso que pudiera alcanzar y…saltar. No sabía si resistiría la caída, no era una gran altura pero no se creía preparada para saber caer pero no había otra salida.En la gran sala de un blanco impoluto, sólo había un sofá amarillo , una puerta blindada y aquella gran ventana, desde la que se veía el cielo  de ese extraño tono rojizo.

Él avanzó unos metros más, situándose muy cerca, demasiado, tanto que pudo oír el aire entrando en su boca, mientras se preparaba para …

¡No podría soportarlo!

La raza humana no estaba preparada para comunicarse como aquel ser primitivo requería. Sólo el hecho de intentarlo, iba a acabar con ella. Pensar en ello, la había paralizado de terror. Los humanos , sólo se comunicaban en lo que llamaban “área funcional”. Todo lo referente a la transmisión de las emociones, se había eliminado de su código genético hacia siglos.En estos tiempos,  eran incapaces de establecer comunicación emocional. Eso lo habían intentado hacer los ancestros de sus ancestros y tras la manifiesta incapacidad de entenderse entre ellos, se anularon completamente sus aptitudes comunicativas y, por lo tanto, la capacidad comunicativa emocional quedó absolutamente aniquilada.

Le habían hablado de aquellos grupos de resistencia que , en el transcurso de los siglos, habían conseguido preservar esa capacidad. Se rumoreaba que secuestraban a los seres humanos normales y los sometían a terapias bajo el lema :“Hablando, se entiende la gente”. Pocos sobrevivían a ese híper-estímulo cerebral.

Ahora, le tocaba a ella.

Ya no había tiempo. Aquel extraño ser, ya le había cogido del codo y la guiaba hacia aquel sofá amarillo. Seguía con aquella afable sonrisa en su rostro y una mirada que transmitía ¿comprensión? …No supo decodificarlo .

Estaba aterrorizada.

Él se acomodó en el sofá, mirándola a los ojos . Sus labios se movieron y  lanzó el arma mortal sobre ella.

-¿Hablamos?