Póngame una de verano del 66…

Imaginad ( en estos tiempos pandémicos, hay que  imaginárselo mucho) que estáis en Jersey City. Exactamente en la 373 4th Street . Es el hogar de la perfumería “I hate perfume” y el laboratorio de aromas CB Olfactory Design.

Cuando entras allí, debes olvidarte del perfume tradicional. De los Tesoro, Euforia, Eternidad, cualquier-cosa “noir”,  Eau’s ( de todo), etc, etc… Estás en un lugar en el que “se odia” la perfumería industrial de alta gama. En este lugar, a su creador no le gustan los olores estereotipados  y concentra su creatividad en crear sutiles fragancias que identifiquen sensaciones.

Experiencias. Momentos. Estallido de sensación vía un aroma complejo, lleno de matices. Lo que se llaman las memorias perfumísticas…

En este peculiar lugar, puedes elegir entre muchas de esas fragancias sensoriales : Verano 1966 ( basada en notas olfativas del mítico bronceador Coppertone ) , Tarta de Cumpleaños, La experiencia de ver una flor, Recogiendo manzanas, En la Biblioteca…

Además, estos “verdaderos perfumes”  se elaboran con sustancias naturales que interaccionan con cada piel de forma diferente por lo que , de cada aroma, cada uno de nosotros, crea una versión propia, única y distintiva.

Su fundador, Christopher Brosius, es un perfumista de gran prestigio que ha desarrollado una fórmula de negocio “artesanal”, muy provocadora en el tradicional mundo de los perfumes. Trabaja, en su laboratorio cerrado al público, en el último piso de este mismo edificio, en el que está la tienda. Lo consideran un gran genio de los aromas . Es muy hermético  y no asiste a ningún acto público ni publicitario. Ha trabajado con el New York Times en la creación de un perfume “invisible”, es decir, que no moleste a nuestra impronta perfumística natural, del que se sabe que lleva : hibiscos, jazmín, sándalo y ámbar natural…Quien huele sus propuestas, se deja convencer.

Dicen que son exquisitas….

Aquí dejo las notas «olfativas» de En La Biblioteca, descritas por su creador.

In the Library (En la Biblioteca) es una mezcla cálida de Novela Inglesa, encuadernaciones de cuero de Rusia y Marruecos, ropa desgastada y un toque de Cera para madera.

La nota más importante de este aroma fue copiado de unas de mis novelas originalmente publicada en 1927. Ocurrió que encontré en Londres una inmaculada primera edición, hace muchos años. Entusiasmado era poco decir sobre cómo me sentía, ya que, para empezar, existían solamente unos cien ejemplares de aquel libro. Desprendía un maravilloso y cálido aroma, un olor un poco dulce e inmediatamente decidí poner ese aroma dentro de una botella.
Christopher Brosius, creador perfumista

Dicen que si entras en esa tienda, no sales con las manos vacías… Igual te llevas un poco de hierba recién cortada, o el perfume de las sábanas limpias…O el verano,  las vacaciones, las manzanas al sol…

Todo es posible en el lugar en el que ,odian tanto el perfume ,que lo subliman.

N.B : Para la Agenda Post-Covid ; – )

Rose 31

 

De Dubái me traigo un aroma. Rose 31.

Era la fragancia de las amenities del hotel y nos capturó a todos desde el primer momento.

Todos olíamos a Rose 31.

Esta fragancia ha sido creada por la compañía neoyorkina: Le Labo Fragances. Fundada en el 2006, renunció al artificio que envuelve el mundo del perfume para centrarse en la producción artesana. Su packaging es toda una declaración de intenciones…

 

La maleta de los aromas.

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El otro día , mi nariz detectó el aroma del clásico jabón «Heno de Pravia» y algo se activó en mi zona de recuerdos. Un niño, una bici , una higuera y la merienda.

Con «Moussel de Legrain», me trasladé al Club de Tenis de mi infancia y a las duchas ,tras una jornada de juegos y piscina.

La potencia evocadora de un aroma es tal que nos permite reproducir, visualmente , la escena al completo. Detallada, con todas sus texturas y sentimientos asociados.

Y, todo lo bueno que tienen esos aromas de las cosas buenas, también lo tienen de malo, los de las cosas malas. Un perfume te puede llevar a revivir una situación dramática …

Estos , los aromas buenos y malos que hemos registrado en nuestro cerebro prodigioso, forman parte de nuestra identidad. Son maletas de equipaje que se van llenando desde el inicio de nuestras vidas. Cada cual la suya…

Y crees que sabes que perfumes llevas en ella, porque los has recordado en uno de esos asaltos olfativos o porque fueron tan determinantes que nunca los has olvidado…Lo que no sabes es que , en cualquier momento, te llegara otro impacto y descubrirás que hay más, muchos más…La maleta tiene una capacidad increíble…

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Pan recién horneado del pueblo, el primer perfume que te compraste, el café con leche que te hacía tu madre por las mañanas, el olor de la casa de tu abuela, cuando los domingos tu padre cortaba la hierba, el aroma ahumado de la chimenea de aquel refugio en la montaña, …

De los «malos», gracias a Dios, siempre hay menos. Yo, en especial, odio el olor de los cirios que se ponen en las Iglesias. De niña, entré en una sala del colegio ,equivocándome de puerta,  y me dí de narices -nunca mejor dicho- con el cuerpo difunto de una monjita anciana que me pareció muy brillante y amarilla… Estaba rodeada de esos cirios y velas… Y aún es hoy que puedo reproducir en mi mente, toda la parafernalia funeraria y a la hermana con una de detalles que asusta.

Es más, la estoy viendo ahora mismo…

El galán de noche en Sevilla, la Ginesta, las algarrobas, el perfume de una suite nupcial, de coche nuevo, fresas,  sábanas recién planchadas, after-sun, chocolate, cortar albhaca…