Paranoia retro.

Me persigue. Esa «cosa» que no sé definir que me va reubicando cronológicamente ( ¿De verdad ya no soy joven?) , me está acosando en estos últimos días.

Primero, descubro que Karate Kid es cincuentón. Después, en la televisión me programan «Pretty Woman» y «Dirty Dancing» y se me hace evidente que soy retro. Para más desgracia, la cancioncita del final de Dirty me persigue desde entonces…

Sin piedad y sin darme la tregua necesaria para recuperarme, me entero que Sabrina y Samantha Fox , hacen un duo ,versionando a Blondie. Ante mí, las tetas de finales de los 80, cuando aún no había tanta silicona ( ni tanta teta) y las imágenes ( Dios, ¡Qué antiguas!) de aquellos tiempos del siglo pasado.

Por esas fechas, tan lejanas, es cuando descubrí a Stephen King . Es otra de esas reminiscencias de la juventud que se me muestran en el día de hoy.  Empiezo su nuevo libro «La Cúpula» que yo hubiese titulado «El Cupulazo»: el libro más tiene 1.000 páginas y pesa un huevo. Además de leer, cuando me canso, lo cierro y lo utilizo de mancuerna para modelar los brazos para la operación bikini de este año …

El libro, del que estoy al 50%  y al que me he enganchado , me hace recordar It y lo mejor de King. El autor dice que la historia «esta ahí» hace 26 años y que es ahora cuando le ha podido dar forma.

La Cúpula, también procede de ese tiempo pasado…

Lo dicho : me persigue «esa cosa»

N. B : Y la canciocita, machacona, ella:

I’ve had the time of my life
No I never felt this way before
Yes I swear it’s the truth
And I owe it all to you
‘Cause I’ve had the time of my life
And I’ve searched through every open door
‘Til I found the truth
And I owe it all to you


Soy retro.

Tras pasar un período sereno en el que mi edad no era un motivo de reflexión frecuente , me he visto impactada por varios sucesos que me han puesto en mi sitio (cronológico).

El más evidente es el cumpleaños. Ese día en el que todo te canta los años : las felicitaciones, el pastel con las velas delatoras, … En ese punto del año, aunque intentes hacer oídos sordos, la edad se te presenta gritona y te recuerda que …vas avanzando ( hacia la caducidad. Se siente.). Pero…pasado el trago y adaptada la nueva cifra en tu cerebro, las cosas se normalizan.

El segundo impacto me ha llegado vía la generación de veinteañeros ( que hace unos días eran niños!!) que interfieren en mi travesía vital . Los proyectos y las ilusiones francas que no se han expuesto a la realidad de la vida me han hecho recordar como eran las mías. De la misma forma que nadie podía frenar el sueño del futuro con discursos del tipo «cuando tengas mi edad, entenderás lo que digo», yo me veo repitiendo la misma leyenda urbana mientras les envidio profundamente. Por lo menos, yo soy consciente que mi discurso «cuando tengas mi edad, entenderás lo que digo», va a caer en saco roto. Se acordarán de estos días cuando sean ellos los que lo hacen…en su futuro.

Los veo comunicándose con sus iPhone y portátiles, enviándose mensajitos de coqueteo, rompiendo corazones por SMS o manteniendo una conversación de teclado mientras comen contigo ( que estás concentrado en tu discurss » cuando tengas mi edad, entenderás lo que digo»)… Y me acuerdo de como , los retro, teníamos que hacer guardia al lado del teléfono, para no perder la llamada o para evitar que el hermano pesado de turno, se hiciera con el aparato.»Pedir para salir» o «cortar» eran cosas que si se hacían bien , eran cara a cara, con todas las dificultades que ello implicaba. Me ha dado por pensar cual será el escenario en el que se moveran cuando sean ellos los que vayan camino de la caducidad. Es posible que los jovenes de ese futuro se comuniquen en tridimensional con sensores XRD2. Entonces, recordarán el prehistórico iPhone y poniendo una voz seria dirán : «cuando tengas mi edad, entenderás lo que digo»… El dichoso y cierto Ciclo de la Vida.

El tercer impacto me ha llegado en forma de botella. Veo en el Super,  la edición que La Casera ha hecho de su envase clásico para celebrar los 60 años de historia de esta marca de gaseosa. Mi cerebro recibe un estímulo y me proporciona un grato recuerdo sensorial de mi infancia. Tiempos de juegos y de playa. Arena, carreras, risas, baños y al llegar a casa, directos a la botella de La Casera, fresquita en la nevera de la cocina.La hago mía . Es agradable rememorar esos tiempos y la botella, me da buen rollo. Ya en casa, la dispongo como elemento decorativo y se hace evidente que es retro.

Ya he llegado al nivel del juego, en el que un objeto de mi niñez es retro. Los veinteañeros de hoy, sentirán lo mismo al ver una lata de Coca Cola en su futuro ( se beberá en un recipiente de material innovador que mantendrá siempre muy, muy fría la bebida)y es posible que la marca, regale reproducciones de esas latas …

Ya les llegará. De momento, la retro, soy yo.

Así que, desde mi posición privilegiada ( «ya lo entenderás cuando tengas mi edad»), me dispongo a seguir avanzando. Ahora, camino del vintage ( y si es posible, sin más «impactos» hasta mi próximo cumpleaños)..

N.B : Foto de la botella de «La Casera» que decora mi cocina , realizada con el Polarize del iPhone…Moderna que es una. ;-)