Y el jueves, el ruido diabólico de las obras casi cesó…No hay silencio, pero puedo volver a oír al petirrojo, que había desparecido de mi panorama visual. Ha vuelto a las zonas donde lo veía pararse.
El petirrojo también huyó de las obras estruendosas. Los dos, hemos sufrido una sobredosis de contaminación acústica de la que nos estamos recuperando.
No sabía lo que me estaba afectando el ruido hasta que he llegado al silencio.
Me he ido, pero lo que hacía era huir.
De repente, mi cerebro se ha adaptado , a toda velocidad, al trino de los pájaros, al susurro del viento . Ha sustituido las radiales , las sierras y los martillos neumáticos por una melodía sinuosa y, aunque parezca una contradicción, silenciosa…
Algún día, acabarán las obras y reformas vecinales y con ellas, el ruido constante. Mientras tanto, tendré que ir haciendo terapia de huida…
Ya no me hace falta despertador. Ni se me pegan las sábanas. Me despierto pronto, muy pronto. El ruido de las obras de varios vecinos, realizadas simultáneamente por cosas del azar, me hace abrir los ojos cada mañana, sobresaltada por el martilleo, el sonido raspante de la sierra eléctrica y la increíble percusión atronadora del taladro.
Quedan lejos los días en los que lo único que me hacía avanzar la hora del despertar matutino, era el olor de café de algún vecino muy madrugador que entraba por la ventana abierta. Aunque estuviera dormida, mi cerebro detectaba el aroma del café recién hecho con una cafetera Oroley ( cafetera italiana o moka). La de toda la vida, no como las de ahora, de espresso y cappuccino increíbles, pero sin permanencia del aroma a café. Me lleva a tiempos felices. Me recuerda a la cafetera de mi infancia, a cuando oía el borboteo y aquel perfume invadía toda la casa. A lo lejos, oía trajinar a mi madre y la radio, con “Protagonistas” de Luis del Olmo de fondo.
Una rutina armoniosa de inicio del día totalmente opuesta a la de ahora, en la que, mientras tomo mi café , tengo deseos irrefrenables de ir a decirle algo a quien maneja ese taladro…
Hace unos días, debía aplicar la terapia Ommwriter, para aplacar mi estado de ánimo , directamente proporcional al avance de las obras que estoy haciendo en casa.
Las cosas han ido avanzando, a ese ritmo extraño que marcan los imprevistos y , ahora, tras «la destrucción total» las cosas parecen estar tomando forma ante mis ojos (por lo menos, ya puedo imaginarme como quedara.)..
Estas semanas , he pasado más tiempo en casa y he conocido al equipo de operarios que viven en mi jardín. Nada que ver con el tópico : limpios, ordenados,… detallistas ( hasta he comido empanadas criollas, obsequio de la suegra de uno de ellos)…Uno de los chicos, es un perfecto especímen de hombre ( guau!) que, además lleva su ropa de trabajo con gracia y esmero. Un pantalón azul, una faja marcando cintura, una camiseta imperio ( que a este hombre le queda bien) y…un pañuelo anudado a la cabeza que siempre es mono. No voy a negar que alguna tarde, con el sol cayendo por su espalda ( o sea a contraluz), lo he visto trabajar y me he recreado en esa armonía física ( y en nada más, of course ; – ) ). Mi madre, en una visita de inspección de obra , se quedó alucinada al ver al especímen masculino… ¿Recordáis el anuncio de Coca Cola Light?. Pues, un símil a eso. Añade a este cóctel explosivo , que es un hombre tímido y poco consciente de su atractivo… Es tan buena perosna que yo ya no soy consciente de su atractivo pero… da gusto verlo.
Es por eso que, hace cuarenta y ocho horas que vivo en estado de shock. Una de las nuevas rutinas de estas semanas es, despertarse y casi sin haber dado cuenta de mi obligatorio cappuccino-despierta-mi-yo, ya me están buscando y preguntando algo ( ¿Enchufes?, ¿Antena?, ¿Qué grifo?… ) que es necesario saber en ese mismísimo momento. Hace dos días que la cuadrilla se ha ampliado considerablemente, ya que han coincido diferentes «técnicos» de diferentes cosas.
Nuevas personas. Nuevos estilos…
El chico de anuncio de Coca Cola Light sigue estando por ahí pero ha quedado totalmente oculto entre tanta hucha, ombligo peludo, camiseta de «Pescado y Marisco Martínez» ( que me perdonen estos señores) y pantalones butifarreros . El orden, la limpieza, las porciones de silencio ( y es que además de todos los sonidos que se generan , tienen una radio a toda volumen), los restos de su paso por aquí, … Ufff! ¿Buscas tópico? ¡Toma tópico!
Hoy lo he comentado a un amigo y me ha explicado su experiencia «tópico» . Estaba ingresado en el hospital y, durante una semana, una increíble y guapísima enfermera le atendió con simpatía y cariño. El tópico ( o su imaginación, eso ya no lo sé) te la pinta como bella mujer, a la que el uniforme deja ver su belleza. A la semana siguiente, ya acostumbrado a la visión, le aparece una enfermera bigotuda, forzuda y con carácter Rotenmeyer…
Ahora sí que os digo que , espero que las obras se acaben pronto. Tanto «modelo tipo hucha» me ha sumido en estado de shock…