Ya no me hace falta despertador. Ni se me pegan las sábanas. Me despierto pronto, muy pronto. El ruido de las obras de varios vecinos, realizadas simultáneamente por cosas del azar, me hace abrir los ojos cada mañana, sobresaltada por el martilleo, el sonido raspante de la sierra eléctrica y la increíble percusión atronadora del taladro.
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Quedan lejos los días en los que lo único que me hacía avanzar la hora del despertar matutino, era el olor de café de algún vecino muy madrugador que entraba por la ventana abierta. Aunque estuviera dormida, mi cerebro detectaba el aroma del café recién hecho con una cafetera Oroley ( cafetera italiana o moka). La de toda la vida, no como las de ahora, de espresso y cappuccino increíbles, pero sin permanencia del aroma a café. Me lleva a tiempos felices. Me recuerda a la cafetera de mi infancia, a cuando oía el borboteo y aquel perfume invadía toda la casa. A lo lejos, oía trajinar a mi madre y la radio, con “Protagonistas” de Luis del Olmo de fondo.
Una rutina armoniosa de inicio del día totalmente opuesta a la de ahora, en la que, mientras tomo mi café , tengo deseos irrefrenables de ir a decirle algo a quien maneja ese taladro…
Qué razón tienes! Estoy pasando por lo mismo desde hace meses. El único consuelo es que algún día se acabará, Un abrazo muy fuerte y mucha paciencia.
Vecinos en plan , reformas tipo Sagrada Familia sin fecha de finalización…Rádiales a tope…A ver si en junio…
Me has hecho recordar mi infancia con ese aroma a café de las cafeteras de toda la vida… gracias. Un abrazo
Una maravilla. Buenos tiempos…
Efectos secundarios de la pandemia. Todo el mundo está reformando la casa.
Paciencia y que acaben pronto. 🍀🍀🍀
Un abrazo ^^
Por aquí, un més después, siguen….😬