Ni Wasas ni Wasos.

Imaginad uno de esos conflictos que se dan en una comunidad de vecinos. En este caso, uno de los más habituales: la temida fuga de agua. 

Sois los perjudicados: estáis en los bajos del edificio y el agua, viene de arriba. Encima de nuestras cabezas, hay varios pisos en los que hay que intervenir para ver de dónde viene el manantial. Va a ser una molestia para todos, pero el bajante defectuoso es comunitario, así que hay que colaborar. Parece lógico, fácil, ¿a qué sí? A nadie le gusta que vayan a picar paredes en su casa, pero es lo que hay. Es algo temporal, cuando se solucione, todo va a volver a la normalidad. No tiene más. Puro pragmatismo.

En un giro de guion insospechado, el Administrador de Fincas, notifica que un vecino impide la entrada a su casa para dicha reparación.

Foto de Kelly Sikkema en Unsplash

Al minuto uno de la recepción de la notificación por mail, el chat de WhatsApp de la comunidad se llena de comentarios: sorprendidos, enfadados, amenazadores. Las soluciones que se aportan son ninguna. Miento, solo hay una: denunciar a nivel municipal y si no, a juicio. WhatsApp aquí y allá. Venga.

Imaginad que el piso afectado es el de vuestra madre que no entiende nada de lo que pasa porque mantiene una relación cordial con todos los vecinos. Es muy mayor y no está para “Wasas ni Wasos”(literal). Ella es más de hablar. Me pregunta si he hablado con los vecinos opositores, los demonios de la escalera y no. Yo no he hablado y empiezo a dudar que alguien lo haya hecho. 

Hablamos de hablar. 

Hablar.

Foto de Volodymyr Hryshchenko en Unsplash

Comparad la fuerza de la información de los mails o los mensajes, redactados con más o menos fortuna, con una conversación. 

Y aún hay un nivel más: dejar el teléfono y hablar cara a cara, en plan antropológico: como miembros de la tribu que se reconocen al mirarse a los ojos y , oye, hasta pueden llegar a empatizar. ¡Qué cosa!

Y al hablar, las piezas se van poniendo en su sitio y el rompecabezas va encajando. Nadie es perfecto, errores y malentendidos, nadie es culpable y nadie es inocente, pero, la comunicación verbal permite poner en su sitio algunos signos de puntuación o frases que pueden ser interpretables. Todo se entiende mejor.

Podéis imaginar un final conciliador porque así ha sido. Ha habido colaboración, se está reparando la fuga y…el chat vecinal está en silencio. 

Y para acabar, imaginad: si esto pasa en una pequeña comunidad, como irá la cosa en otros niveles de “organización”. Una ciudad, una comunidad autónoma, un país, un continente, un planeta…

Mejor, no lo imaginéis…

 

Foto de Brett Jordan en Unsplash

Presidente de la Comunidad.

He conocido a una persona que se está dejando la piel como Presidente de su Comunidad de Vecinos. Dicen que es una especie en extinción pero hay algunos que aguantan . Resisten las reuniones , intentan dialogar, escuchan a todos ( incluso a quien no se lo merece o se excede) y, en definitiva, se preocupan para que el hábitat que comparten en zonas comunes y de uso privativo, sea lo más confortable posible.

El ”Presidente” me pregunta si tengo algún cuadro viejo, que no quiera , para el vestíbulo principal. Los va reponiendo de forma recurrente . “Es que alguien se los lleva”. Como es conciliador, no utiliza la palabra “robar”.

Tengo un bastidor que está hecho polvo. Lo iba a tirar porque ya está inservible pero se me ocurre que con un spray y unas letras , puedo hacer un cuadro para La Comunidad.

No creo que lo roben… ; – )

La Teoría del 7% y «Del ponerse de acuerdo».

vecinosCada vez que salgo de la reunión de vecinos de “La Comunidad”, me acuerdo de la Teoría del 7%. En este caso, ha sido una experiencia en el edificio de mi madre, a la que represento en estos lances.

Los puntos de “atasco” en el Acta del Día fueron : 1) La planta de la entrada y 2) El color del vestíbulo ( tema estrella cada dos años que es cuando lo repasan).

El problema de la planta, no es más que dejarla crecer en su exuberancia ( el jardinero dice que no hay problema) o cambiarla por algo menos grande. La verdad es que no molesta, no produce ningún efecto secundario en la vida de nadie y es muy bonita pero… hay quien la ve enorme, gigante y que, no y no , oye. Mi madre vota por dejarla como está y va fuerte. Inamovible. Se encadena a la planta si es necesario… En cambio, la pintura del vestíbulo le da igual (Gracias a Dios, dicho sea de paso).

No recuerdo dónde leí esta teoría que voy a resumir de forma simplista pero se me quedó el dato . Ante una propuesta, en todos “los grupos” hay siempre un 7% de sus integrantes que se manifiesta en contra, en desacuerdo o con una opinión diferente al resto. De serie. De este porcentaje, hay unos que consensuarán su opinión , acercando posiciones, para no romper el esquema de funcionamiento del grupo y otros, que seguirán oponiéndose, sin aceptar los términos del consenso…En la Comunidad de Vecinos de mi madre, pude identificar –claramente- a este 7%.

Si consideramos un “grupo” a un conjunto de seres humanos que igualan o superan las tres unidades, la cita de 4 personas amigas y la típica situación ¿Dónde queréis ir a cenar? puede evocar , perfectamente, esta situación de la disconformidad y el consenso. El 7% , en este caso se convierte en un 25% pero ya se entiende : Uno propone un Restaurante. El otro, le dice que “me da igual , dónde quieras” pero… propone otro, diferente. Siempre en ese tono de “hacemos lo que queráis la mayoría” pero las propuestas son diferentes y hay que elegir. A veces, se entra en un bucle eterno del “dónde quieras” porque cuando el grupo casi ha consensuado, aparece alguna apostilla tipo : “ vale, pero os recuerdo que la última vez, tardaron mucho “que acaba con una salida de urgencia a cualquier sitio en el que tengan mesa, porque decidiendo dónde, se nos ha hecho tarde.

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En grupos mayores y sin el factor de conexión afectiva que da la amistad, esto se complica. Nuestras “realidades objetivas” provienen de nuestros “pensamientos subjetivos” por lo que , las diferencias están servidas… Creemos que somos “objetivos” en nuestros razonamientos pero todas nuestras creencias y opiniones están tamizadas por un filtro interior, único e individual que nos otorga esa subjetividad. Nuestro entorno social, herencia familiar, experiencias vividas, lugar en el que vivimos, etc., etc., todas esas innumerables variables, hacen que nuestra realidad “objetiva” sea diferente a la de los otros. Todo es tan sutil que puede provocar que el vestíbulo de la entrada no se pinte de color blanco-crema o que no se apruebe el plan del rescate ( del rescate) de Grecia…

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Para evitar “paralizar” los grupos, nos hemos inventado eso de las mayorías y con eso, vamos tirando pero nos falta un ejercicio de aprendizaje hacia la obtención del consenso . Acercamiento de posturas, reinterpretación de las situaciones,… O somos el 7% o somos de los que deben convencer al 7% .

Lo que me ha quedado claro ( ir a esas reuniones de vecinos me ha permitido la Observación in situ) es que, en general, hay una cierta incapacidad de , establecidas las diferencias, saber gestionarlas por el bien común. O por el sentido, también común.

Estaría bien que se impartiera una asignatura ( para todas las edades) “ Del ponerse de acuerdo”. Siempre seguiría existiendo el 7% , que se opone, que obliga a reflexionar y replantear . Eso está bien. Moverlo , arriba y abajo. Deconstruir para construir pero, en el tramo final,  todos estaríamos en un camino común. Con acuerdos. Con puntos intermedios donde asirse.

Hoy estoy filosófica pero… es que me pongo reflexiva cuando entro en la casa de mi madre y veo esa magnífica planta, dándonos la Bienvenida. De momento, el 7% no ha podido con nosotras… ; – )

Chiste Forges