Ya hace unos años que descubrí que las rosas no tienen espinas, tienen aguijones. Son herramientas de protección que funcionan como una armadura.
Hay el aguijón propiamente dicho y su versión más mínima, en plan filamento punzante, que rodea los capullos e incluso la zona del tallo donde los aguijones aún no se han formado… A ver cuál es el depredador que se atreve a comer una rosa…
Estos aguijones también deberían servir para los depredadores humanos pero con unos buenos guantes y tijeras de podar (o con un voluntario que te las coja como acto heroico por Sant Jordi) , toda la protección de la rosa se queda en nada…
O casi… Se pone de manifiesto ( y pincha) cada vez que les cambias el agua…
Y sé que me lo merezco, pero… qué bonito, oye…
Algo negativo tiene que tener una rosa, aunque en este caso casi que diría yo que es positivo, para defender su belleza. Me gustó tu entrada. Besos a tu corazón.
Yo también lo veo bello menos…cuando cambio el agua y me pinchan ! ;-) un abrazo, M.del Mar.