Casi lo cosecho, pero me dije: “Espérate, ansiosa”. Ese mismo día, llovió a gusto y pensé que mi decisión había sido del todo oportuna. El tomate podría disfrutar del menú de lluvia abundante de la Madre Tierra …
Ayer volvió a llover y, por unos minutos, ¡granizó!!! Lo primero que pensé es en mi tomate. Me asomé a la ventana y lo vi, allí, resistiendo los golpes de las bolas de hielo…Un héroe, vamos.
Hoy lo he recogido de la mata. Ya no puedo asumir más riesgos.
Con el respeto que se merece, lo he partido en dos.
Después, el ritual mediterráneo: una pizca de sal y aceite de oliva virgen.
Me ha sabido a gloria.
Uno de los olores de mi infancia es el del tomate recién cogido. Gracias por esta hermosa entrada.
Ese aroma, potenciado por el calor del sol…Eso, la gloria y más si te evoca recuerdos preciosos…
Un abrazo, Carme
No me extraña. Y si ya le añades una rebanada de pan y una loncha de jamón ibérico, ¡La leche!
Mira que te digo: yo soy una fan total del jamón.Adoro el jamón pero…hay veces que el tomate, una pizca de sal y » un raig d’oli» pueden llegar a superarlo…
Ya lo dijisye/dijimos….PACIENCIA y saber esperar el momento. Como todo en la vida. Estupendo amiga. Buen finde
He tenido mi recompensa…Aunque fuera un solo tomate!!
Besos, Winnie
Este año, en Extremadura, muy mal año para el cultivo de tomates, debido a una climatología algo adversa.
Vengo de Huesca, de un huerto hermoso en el que había unos tomates fantásticos cada año menos este…Desastre total. :-(
El cambio climático nos va a dar la lata…
Saludos!