Como muchísimos de vosotros, en estos tiempos de #estarencasa, he estado ordenando. Una vez finalizado el entorno habitual, he pasado a los rincones inaccesibles y , a veces, olvidados.
Además de los cajones de cables inservibles y de aparatos qua ya no existen, me he lanzado a una tarea largamente postergada : mis pinturas, bastidores y demás utensilios para pintar. La palabra “utensilios” abarca una gran gama de objetos. Dada mi incapacidad para dibujar, recurro a pastas de relieve y cosas, muchas cosas, cualquier cosa, que se pueda pegar en un lienzo ( todo tipo de cuentas de bisutería vieja, letras de madera, de tela y de pórex, pinzas de tender, sellos de tinta, estrellas de mar, de piedra, de papel, alambres y cuerdas, cristales pulidos, etc.…) La estrategia mental del almacenaje de todo eso es : “Igual algún día me sirve”
Hace ya mucho tiempo que sé que debo ordenar aquello, pero fue una tarea procrastinada hasta ayer.
Tiré pinturas secas, seleccioné los pinceles y bastidores reutilizables, ordené todas esas piezas ornamentísticas y, poco a poco, a ritmo de Aute , recuperé las ganas de mancharme las manos y pintar mientras me evado ( que es lo que me pasa con mis manualidades pictóricas de aficionado) y me lo paso pipa.
Ahí los tengo preparados…