Este el olivo que , junto la camelia, me ayudaron en la pandemia. Las fotos, el riego, la información sobre cada planta… Fueron ratos de distracción.
Ahora, el olivo me regala su fruto. Encima, es agradecido.
Tengo dieciséis olivas.
Pronto las podré recolectar y prepararlas para su consumo. Teniendo en cuenta la cantidad , será un placer muy breve, aunque espero que intenso, pero para eso, hay que hacer cosas: no es recolectarlas y ya está.
Inicialmente, las olivas son amargas. Sé que para sacar su amargor tengo que hacerles unos pequeños cortes y ponerlas en agua y cambiarla cada día. Tras quince días, las he de dejar o en salmuera ( agua y sal) o en una “combinación” de ingredientes .
Elegiré sal, pimentón, vinagre y aceite ( de oliva, por supuesto) y las dejaré un tiempo en un lugar fresco y oscuro para que se impregnen de sabor.
Eso es lo que les va a pasar en el futuro. Me voy a esperar a recolectar que estén menos verdes…
Mientras tanto, miro el olivo y pienso en lo raro que ha sido todo en estos tiempos pandémicos. El miedo, primero. La incertidumbre y después, la costumbre.
El tiempo ha pasado y todo sigue su curso. Y afortunadamente, aquí estamos para disfrutar de estas dieciséis olivas…
To be continued.