Padezco de fatiga pandémica. Como la mayoría de la gente con la que hablo, estoy saturada.
Observo, desconcertada, como cada territorio va aplicando medidas que, muchas veces, parecen incoherentes, injustas o mal planificadas. Pero no me paro a pensar en ello. Es mejor no profundizar. Lo mismo me pasa con las cifras: fatiga, también. Número de contagios, número de hospitalizados y UCI’s, etc. Echo de menos saber cuántas pruebas se hacen para entender todo un poco mejor, pero, no me paro a pensar en ello. Mejor no profundizar. Tampoco con el tipo de pruebas : PCR, antígenos, serológicas. Rápidas, lentas, fiables, no fiables… Lo mismo : no pensar , no profundizar.
Mascarilla, distancia, higiene de manos. Restricción en la actividad social. Salir o no salir del municipio. Máxima precaución con los mayores. Ya lo tengo automatizado, lo hago sin pensar porque es mejor no pensar.
Si lo haces, de la fatiga pasas al susto.
Y asusta…
Mejor no profundizar.

Photo by Jakob Boman on Unsplash