Viene de : Taller Virtual de Relato
A partir de una frase, continuar el relato.
«1. Durante el tiempo que viví junto a mi madre nunca se me ocurrió que acomodar mis genitales en su presencia pudiera tener una repercusión mayor».
Siempre me reprendía por aquel gesto que consideraba indecente, aunque ella era conocedora del motivo. Nací con una asimetría testicular que se fue haciendo más evidente con mi desarrollo físico. Los médicos que visité confirmaron que era un problema anatómico y que no presentaba ninguna patología, pero el volumen del testículo izquierdo fue aumentando a un ritmo exponencial y hubo un momento que, por su tamaño, requería del constante gesto de acomodo.
Cuando mi madre enviudó, también perdió su fe cristiana. El sacrificio había sido demasiado grande en relación con lo que su Dios le aportaba. Empezó a transitar por otras iglesias y otros credos. Probó con Evangelistas, Testigos de Jehová, Budistas y diversas sectas y, entonces, conoció a la congregación de Los Asimétricos.
Era un grupo que promulgaba la paz y el amor en busca de su líder, El Asimétrico Supremo. Sus miembros eran personas de todo tipo y condición, aunque abundaban los que presentaban alguna asimetría. Mi madre se sintió querida en aquel grupo de almas que le ofrecían compañía y profundizó en sus creencias. Cuando leyó El Libro Asimétrico en las jornadas de iniciación, descubrió que líder que esperaban, era un hombre con el testículo izquierdo muy desarrollado. Las ilustraciones que acompañaban el texto la convencieron de que esa persona era su propio hijo. Desde la muerte de mi padre, no la había visto así. Estaba tan feliz que no pude negarle asistir a aquel acto jubiloso en el que exhibí mis genitales entre aplausos y desmayos nerviosos. A ella la proclamaron La Madre y yo asumí mis funciones como líder.
Soy El Asimétrico Supremo.
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